viernes, 21 de diciembre de 2007

Situaciones shockantes

En general, esta ha sido una semana cargada y muy intensa. Sigo sin cumplir plenamente con mis propósitos académicos como debiera, pero espero poderlo hacer en estos próximos días que se avecinan.

La cuestión es que hoy me han sucedido varias cosas poco habituales en mi vida, pero las dos me han pillado por sorpresa. Tanta sorpresa, que me han dejado totalmente desconcertada.

La primera ha sido cuando tomando un café, un amigo ha terminando diciéndome que sus sentimientos iban mucho más allá de los de una mera amistad. Que lleva año y medio colgado y que no podía aguantar más. O me lo decía directa y abiertamente, o rebentaba. No podía creerme lo que estaba escuchando. Y más que el qué, el cómo… Cada vez que habíamos hablado de la relación de amistad que nos une, él me acaba acusando de frialdad, de la falta de confianza para contarle cosas por abrirme. Y es cierto: durante el último año y medio reconozco que me he encerrado en mi caparazón y me ha resultado muy difícil comunicarme, pero también sé que en los últimos tres meses las cosas han comenzado a cambiar. De hecho, he escrito algunas entradas relacionadas con esa primavera que renacía en pleno octubre, y así me lo han manifestado otra gente. Que se me nota diferente, más contenta, más feliz. Y sí, lo estoy :)

La cuestión es que hoy he entendido esa frialdad de la que él me acusaba constantemente y que yo intentaba justificar. En cierto modo, era verdadera. Hoy, no obstante, también me he percatado de que algo distorsionada por su parte. Me da la sensación que durante este año y medio en el que hemos tenido momentos buenos y momentos malos en la amistad, momentos de distancia y momentos de mucha conexión, hemos estado viviendo la misma realidad, pero viéndola desde perspectivas diferentes. En esos momentos de conexión, de chispa, en los que “ha sonado la misma música”, yo no he sentido nada más allá que eso: amistad con una persona muy especial, pero amistad. Lo que él ha interpretado como signos que van más allá no han sido más que formas inocentes de actuar, sin intención alguna, que han alimentado su visión. Viendo que sufría porque yo me seguía manteniendo distante, ha intentado eliminar muchas veces sus sentimientos. Y lo ha hecho a través de un discurso destructivo acerca de la amistad que nos unía. Acusarme de fría, de distante, era una forma de separarse de esa que a él le gustaba pero a quien no se veía capaz de proponerle algo más allá.

Cierto es que en estos últimos meses mi forma de acercarme a él ha cambiado, como también ha variado hacia el resto de personas. Creo que me muestro más abierta, más cariñosa, más comunicativa… Y esto no le “ha sentado bien”. Sus sentimientos han vuelto a renacer y dice no poder controlarlos. Así que ante un discurso autodestructivo, prefería poner las cosas sobre la mesa y que fuera yo la que decidiera. Difícil decisión. Sobre todo, cuando quieres un montón a alguien, aunque no en esos términos; cuando existe la posibilidad de que un pequeño error destruya todo lo que ha existido ahora, lo bueno y lo malo. Cuando puedes perder para siempre a esa persona.

Ante mi “no hay nada que hacer”, ha reaccionado de dos formas, a ver cual de las dos más sorprendentes: la primera es que está plenamente convencido de que yo me estoy autoengañanado, que puede ver en mis ojos que sí siento algo… La verdad es que lo dudo porque yo sé que no siento atracción alguna, pero lo decía tan convencido que realmente me ha hecho dudar sobre qué es lo que debo reflejar… La segunda es que está dispuesto a luchar por esa relación y a esperar lo que sea necesario; y que, además, se siente afortunado de sentir algo así en la vida ya que hay mucha gente que nunca vive algo con tanta intensidad… Quitando el mal rollo de la ausencia de falta de correspondencia sentimental, no puedo dejar de comentar que realmente me ha emocionado la conversación. Me ha parecido superbonita cómo la ha planteado, las ideas, cómo se sentía… Envidiable en cierto modo. Nunca me había pasado algo así: salir los dos con una sonrisa a pesar de saber que no nos correspondemos.


En este estado de shock me he ido a trabajar y lo único que ha conseguido sacar de él ha sido otra situación “shockante”. El tapón de una botella de cava estampado en mi cara con toda la fuerza en plena sala de profesores. Celebrábamos las navidades y el cumpleaños de una profesora. Alguno se estará descojonando vivo al leer esto, pero os juro que me he quedado atontada por un momento del fuerte golpe. Lo peor (y lo bueno) ha sido que me ha golpeado en las gafas (que necesitan una visita urgente a la óptica), pero justo entre ojo y ojo. Por lo tanto, no se me ha roto el cristal, porque ahí la hubiéramos armado gorda. Los primeros momentos han sido horrorosos… no he podido evitar que me salieran las lágrimas, y ahora no estoy tan convencida de si ha sido por el dolor, el susto, o todo lo que llevaba acumulado dentro. Solamente sé que tenía unas ganas de llorar enormes, pero no lo he hecho al final. Supongo que la convención social me ha podido más que lo natural. Menos mal que siempre hay gente maja y pronto han acudido algunos con hielo porque tenía la cara superhinchada, temiendo aparecer mañana por casa con la cara medio amoratada. De ser así, serían ya dos años de susto al bajar del avión, pues el año pasado llegué a casa con una infección de orina y de riñones que mejor no recordar. ¡Qué dolor!

Así resumo mi último día en Belgrado en este 2007. Como siempre, me apetece escaparme a casa, que me cuiden. Pero no puedo evitar sentir también que me arrancan de donde empiezo a sentirme, a realizarme… No me gustan las noches previas al viaje, con esos sentimiendos invadiéndome y la preparación de la maleta esperándome.

La próxima, desde España :)

martes, 11 de diciembre de 2007

Polonia I: Cracovia

JUEVES 6-12-07

Tras dormir poco, madrugamos para dirigirnos a Cracovia en tren. Compramos los billetes con toda normalidad y la primera dificultad se nos presentó a los escasos segundos: aquel día nos habíamos aventurado a coger la silla para recorrer la primera parte de nuestro viaje y al intentar bajar a los andenes, vimos que no había ascensor ni plataforma alguna para minusválidos. Tras darle a un botón y sonar un par de veces la alarma, apareció un señor para decirnos que la solución pasaba por bajar por las escaleras mecánicas. Amablemente, nos ayudó hasta el andén. Allí, hice mis primeros pinitos en polaco: pedí dos botellas de agua, y aunque me entendieron, no perdieron la ocasión para estafarme y venderme la más cara. Al tren subimos ayudados por dos señores que amablemente se ofrecieron, si bien sería la única ayuda que recibiríamos a lo largo del viaje.

Tras dos horas y media, llegamos a Cracovia, que me gustó, aunque me esperaba algo más. Me recordó muchísimo a Zagreb o Ljubljana, incluso a Tübingen en ciertos momentos. No se aleja de la arquitectura austro-húngara, y si bien es bonita, no me resultó novedosa. No obstante, me sorprendió la afluencia de gente en las iglesias un jueves por la mañana; también me impactó la edad de la gente allí presente, y el elevado número de hombres en los templos; no dejó de impresionarme el que hubiera imágenes de santos en las calles, como me encontré en Zagreb en su día, y que una de las vírgenes fuera negra, como la Moreneta. Sabía que la religión era un factor importante en la vida polaca actual, pero en general me ha sorprendido la gran presencia que tiene. Además de las mil y una velitas que hay esparcidas por uno y otro rincón de la ciudad, también los judios siguen teniendo su gran peso en la sociedad: y para muestra, el enorme candelabro judío que me encontrado a la entrada al aeropuerto de Varsovia, tras pasar el primer control de seguridad; segundos después, he flipado al encontrarme un cartel que indicaba la dirección de la capilla; y finalmente, cuando he llegado a Belgrado y me he fijado en la bolsa de la compra del duty-free polaco en el que he estado escasos minutos antes de embarcar: los fondos de la tienda iban destinados a una asociación judía. Menos mal que venía a Belgrado y no a un país árabe, porque creo que no les habría hecho ni un pelo de gracia que apareciera paseándome tan tranquila con una bolsa como aquellas.

Además, del Rynek de Cracovia, es decir, de la conocida plaza central, estuvimos también el Wawel, el castillo desde el cual se divisa el Vístula. Al bajar, ya casi sin luz, fuimos a comer a un restaurante de comida típica polaca. Y me encantó: tanto la comida (yo tomé “zur”, una sopa metida en un pan, y ensalada), como el restaurante. Estaba decorado de manera rústica y muy agradable. La comida la terminamos con un vodka, y la rematamos con un té en el en el barrio judío, Kazimierz. Dicen que allí se grabó parte de la Lista de Schindler, o que por lo menos estaba ambientada en esta zona. No estoy segura, pero sólo sé que me gustó muchísimo. Desconozco la razón, pero siempre sentí cierta atracción hacia los antiguos barrios o guetos judíos. Me pasó lo mismo al visitar Praga, Budapest, Berlín, etc. Fue una pena que nos aventuráramos ya de noche por sus callejuelas adoquinadas (¡¿Podéis imaginaros cómo íbamos con la silla de ruedas?! Fue un descojone total, al tiempo que un sufrimiento para el pobre Alfonso, que debía ir levantándose cada vez que llegábamos a un bordillo, puesto que desconocíamos cómo subirlos o bajarlos. Al final, lo conseguimos, y 3 días después subíamos y bajábamos como auténticos profesionales, sin necesidad de que el pobre tuviera que estar constantemente levantándose.

En cuanto a Kazimierz, me encantaron sus locales, que me recordaron muchísimo a Berlín, me hubiera chiflado comer en uno de sus restaurantes y escuchar la música tradicional, y me fascinó la tarde de cafetería que pasamos perdidos en una de sus plazas y en donde disfrutamos como enanos haciéndonos fotos durante horas con el reflejo de un espejo, tres velas, y nosotros. Definitivamente mi autorregalo de Navidad va a ser una cámara digital… ¡Qué fotos han salido! Algunas son realmente muy bonitas…

Y de aquellas conversaciones en la cafetería, salió la de la música judía. Hasta el momento, yo sólo había escuchado a Shira Uftila, el grupo sefardí de Belgrado, pero esa misma noche, la del 6 de diciembre, Święty Mikołaj se acordó de mí y me dejó como regalo del disco “East meets East” de Nigel Kennedy and the Kroke Band. Simplemente, me encanta. Lo llevo escuchando desde que he llegado a casa, y lo mejor de todo es que empezamos a hablar de susodicho tema por la canción que encabeza el disco: Ajde Jano. Alfonso la había estado tarareando, pero yo no conseguía reconocerla. No es que cante mal (que no es precisamente el caso), simplemente sé que no tengo muy buen oido. La cuestión es que al llegar a casa la noche del viernes y poner el disco, me quedé alucinada: era una canción que yo había oido muchas veces cantar en las “kafanas” serbias como canción tradicional suya. De hecho, pude reconocer rápidamente dos palabras de la letra “Ajde, duso” (Venga, cariño). Al buscar más información al respecto en internet, descubrimos que se trataba de una canción típica de Kosovo y del sur de Serbia y, efectivamente, la letra (cutrísima, como muchas de las canciones de este género) estaba en serbio. Simplemente, aluciné.

La noche en Cracovia acabó en un “keller” (Alfonso, ¿se escribe así?) (como aquellos típicos de Alemania, abovedados y de piedra o ladrillo. Superagradables) tomando una cerveza polaca, suave pero buena para mi gusto. Nos acostamos relativamente pronto. Al día siguiente había que madrugar porque yo quería ir hasta Auswitz, a una hora y media de Cracovia.

Polonia

Poco o prácticamente nada me queda de este puente, que ha sido bastante intenso, y en el que he conseguido desconectar mucho :) Justo ahora acabo de volver del cumpleaños de Danijela a pesar de estar agotada del viaje a Polonia, donde he estado estos días en compañía de Alfonso. La verdad es que antes de mi partida estuve debatiéndome acerca de ir o no ir, ya no por la climatología (que podría haber sido un factor en contra de mi visita, pero se ha portado de p.m.), sino porque el sábado pasado me llamó para comentarme que se había lesionado la rodilla, estaba con una baja de 2 semanas y no podía andar. Eso planteaba o bien conocer Polonia medio solita (algo que no me hubiera importado si desde un principio me lo hubiera planteado así, que no era el caso), o bien darle un tute que se iba a morir muleta arriba, muleta abajo.

La cuestión la solucionó alquilando una silla de ruedas, opción que ha dado mucho juego :). Además de habernos permitido recorrer Cracovia, Auswitz y algunas zonas de Varsovia, nos hemos reído mucho y nos ha hecho reflexionar aún más sobre lo mal preparado que está el mundo para los descapacitados.

Pero ahora es tarde para contar todas estas aventuras. A ver si en estos próximos días, entre rato y rato de memoria, y dado que he cancelado mi viaje a Sofía, tengo tiempo para sentarme y contar poco a poco todo lo que vi, viví, sentí, etc.

martes, 4 de diciembre de 2007

Sobre buenos profesores...

Dedicándome a lo que me dedico, no he podido evitar este artículo: Buen profesor, mejor resultado, a la vez muy relacionado con mi memoria... A ver si tengo tiempo esta noche (aunque lo dudo: tengo que dejar todo listo para mañana, que me voy a Polonia) o la próxima semana y lo comento.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Empezar por una misma

Al final no he ido a Kosovo, tal y como había apuntado en mi última entrada. Nos hemos rajado… Cuestiones de seguridad, falta de transporte adecuado y falta de pasaporte hasta el viernes. Me lo tenían retenido en el Ministerio de Asuntos Exteriores Serbio y en mi propia embajada desde hacía mes y medio… Una vergüenza, porque durante este tiempo no podía salir del país. ¿Qué habría sido de haberme pasado algo? ¿O de pasarle algo a los míos? ¿Qué c--- habría hecho? Pero bueno, no quiero darle más vueltas. Mejor ponerle el punto y final y disfrutar pensando que ya lo tengo, que ya vuelvo a tener alas, aunque debería cortármelas una temporadita. Me huele que voy a tener que hibernar socialmente este invierno, me guste o no.

No ha sido hasta hoy que me he estresado. Quizá estúpidamente, pero ver un fin de semana bien aprovechado, en el que las horas de trabajo me han cundido, pero cuyo resultado han sido únicamente 4 hojitas de nada de marco teórico de la memoria, me ha estresado. Yo pensaba que esto de escribir memorias y tesis era algo más fácil, pero realmente va muy lento. O soy yo, que tengo prisa por terminar.

Sólo pienso que aquella prórroga que me dieron hace un mes, de poco me va a salvar. Y menos mal que me la dieron, porque si no estaba ya más que condenada a la hoguera. Este mes que comienza tengo que buscar tiempo necesaria y obligatoriamente para sentarme, aunque lo veo francamente difícil. El verdadero problema que creo que tengo es que no sé organizarme bien. Antes, cuando estaba en el colegio y en el instituto, creo que conseguía hacerlo mucho mejor. A veces me pregunto si era porque la carga de trabajo era menor… o no, porque también tenía un huevo de asignaturas. De verdad, ahora creo que sería incapaz de retener información tan tan tan diferente.

Otras veces pienso que ahora tengo demasiadas cosas diferentes e inconexas en la cabeza: que si el trabajo, que si la memoria, que si los viajes, que si has quedado con este, que si te quieres apuntas a lo otro, que si baja a comprar esto, que si llama al menganito, escríbele a sotanito… Demasiado. Soy demasiado ambiciosa, lo reconozco. Pero la curiosidad por tocarlo todo, por salir con todos, a veces me puede… Dicen los serbios, grandes seguidores del horósocopo, que es un rasgo muy propio de los géminis. Ilusionarse por todo rápidamente, no poderse concentrar en algo concreto por no saberse decidir, y acabar frustrándose por no completar nada.

Lo curioso es que mi memoria se centra en el aprendizaje autónomo, en la capacidad de poder dotar a los estudiantes de estrategias para planificar su aprendizaje, monitorizarlo, evaluarlo, y con ello, resultar más eficientes a la hora de aprender… y qué curioso que yo no lo haya conseguido conmigo misma todavía. Sé que en el fondo debería empezar por mí, siendo estratégica en mi vida. Haría más, y todo me saldría mejor… A veces me consuelo pensando que esto es una etapa de mi vida, que sé que soy mucho más organizada en realidad, pero que a veces simplemente necesito un poco de caos y desorganización, que también sienta bien.

No obstante, este mes, y como venía diciendo antes, necesito organizarme realmente. Lo quiera o no, puesto que me esperan 3 semanas de actividad realmente intensa.

El miércoles me voy de puente. Esta vez me escapo a Varsovia a ver a Alfonso :)… a ver un poco qué se cuece en Polonia en estas épocas del año, que espero que sea de todo menos nieve y mucho frío. ¡Qué manía que tengo, pero es que no me apetece tener que andar entre montones de nieve, con miedo a resbalarme, y tiritando durante horas!.... Ya os contaré.

Vuelvo la otra semana, el 10. Pero 4 días más tarde tengo otro viaje organizado. Esta vez me voy a Sofía. La excusa es un curso de formación que organizan en el Cervantes y al que se nos ha convocado a todos los centros de la zona… La verdadera razón, conocer la capital búlgara, aunque mi conciencia me dice que debería retirarme del proyecto, que mejor que me vuelva a coger mis apuntes de autonomía del aprendizaje y me quede en casa, pero no sé si voy a ser capaz…

Y la otra, me voy para España. A casita, a que me cuiden :) La verdad es que el tiempo me está pasando demasiado deprisa, pero es como que al mismo tiempo ansio ese momento de paz y tranquilidad en casa. De desconexión. ¡Qué bien me va a sentar pasearme por un pueblo perdido entre naranjos! Quién me iba a decir hace unos años que desearía perderme algunos días entre aquella tranquilidad… Hay que ver.

sábado, 1 de diciembre de 2007

lunes, 26 de noviembre de 2007

Intenso domingo

Vaya semanita. Ha sido un no parar constante, sin apenas tiempo para respirar y con la energía muy baja, sensación agravada últimamente por la recaída de anginas que he tenido estos días y el taller que ayer di en la universidad de Belgrado y que me remató. Controlar a 80 personas en un aula sin ventilación con bancos y mesas fijos, cuando habíamos pedido un espacio grande sin muebles, resultó ser más que agotador.

Pero bueno, ayer por la tarde y hoy han sido días de completa desconexión. Además, hoy ha sido un día completito, de esos que cada cosa que me ha ido pasando he pensado: “Lo tengo que comentar en el blog”.

Lo he comenzado de forma diferente: tirada en la caman y viendo “No man’s land”, una película que me recomendó Irene este verano mientras regresábamos a Belgrado en aquella tartana de Zlatibor. No es reciente; es del 2001, y trata de la guerra en Bosnia. Me ha parecido muy buena, aunque sumamente triste y ha conseguido dejarme bastante tocada. ¡Qué injusta es la vida! ¡Qué egoistas somos los seres humanos cuando todo nos va bien, y qué poco nos importa la vida de otros cuando estamos bien acomodados y servidos en nuestro despacho! ¡Qué hipócrita el mundo en el que vivimos, en el que predicamos palabras de apoyo, humanidad,… y después lo único que queremos es preservar nuestro nombre intacto, sin mancha alguna! Mejor no nos pringuemos, no vaya a ser que la cosa nos salpique… He alucinado y todo esto me ha hecho una vez más dudar de este mundo, de la realidad tergiversada e interesada en la que seguro que vivimos y de la que no somos conscientes.

Al terminar, y tratando de evitar que me afectara más de lo que quería, me he puesto a limpiar la casa y he ido al mercado. Es la ruta de cada domingo, y la verdad es que me encanta porque es el día de mayor variedad en fruta y verdura, curioso, ¿verdad? En España yo creo que nunca iría a un mercado un domingo a pillar lo mejor. No obstante, es cierto que con la llegada del invierno se nota que disminuyen las frutas y verduras atrayentes y se van llenando los puestos de patatas, coliflores, remolachas, y conservas caseras. Probablemente sea así hasta marzo :(
Al llegar a casa, he ido a darle los buenos días a los vecinos, y Bojana y yo nos hemos puesto a hablar en el rellano. De repente se ha abierto la puerta el otro vecino y nos ha dicho que nos invitaba a café, que pasáramos. Hemos alucinado un poco, dado que normalmente es con su mujer con quien nos relacionamos y no con él. Pero ante su repentina salida (como si viniera a buscarnos intencionadamente), su sorprendente amabilidad y su invitación insistente, hemos aceptado. Inocentes…

Personalmente, he alucinado cuando he visto que su mujer no se encontraba en casa y estábamos solos él, un amiguito suyo, la vecina y yo. Desde el comienzo, no me gustó la situación, pero vi a Bojana reaccionar con naturalidad y pensé que todo estaba bien. No obstante, yo seguía sin sentirme a gusto. Supongo que se debió al revoloteo inicial constante de ambos sobre nosotras. Era como si se tratara de dos adolescentes altamente hormonados que hubieran perdido el norte. Me dio la sensación, por un momento, de volver a mis quince, momento en que buscábamos situaciones semejantes; cuando en aquella mezcla de sexos, la vergüenza nos invadía y de repente aparecía la figura del celestino tratando de unir a los dos interesados: esta mañana esos dos éramos el amiguito y yo, sólo que con una diferencia: no había ni el más mínimo interés por mi parte.

Tras servirnos un café y un vaso de zumo (entre los dos han conseguido calentar un poco de agua y leche y mezclarlo con café y azúcar, pero no sin nuestra ayuda… ¡qué penoso!), nos hemos sentado en el salón. En un sillón el vecino, él; en otro, ella; y en el sofá, el amiguito y yo.

La cosa ha empezado con la excusa de que querían practicar inglés, pero ha ido encaminándose hacia donde mucho me temía y no quería. Durante el primer año no me importó ser la extranjera con la que la gente quería intercambiar, relacionarse, hablar,… pero ha llegado ya un punto que esta actitud me tiene harta. Si alguien quiere hablar conmigo, quiero que sea porque realmente hay conexión, porque tenemos algo que decirnos. Odio ser vista con otros intereses, y aquí las arpías lingüísticas abundan. De hecho, ya no salgo con quien me pida hablar en español o, aun peor, cuyo discurso empiece con un “corrígeme todo, ¿vale?”. Para eso, que se busquen un tandem o se paguen unas clases particulares. ¿Es que la gente no se da cuenta que ése es mi trabajo? ¿Qué también yo necesito desconectar?

En fin, volviendo al tema de hoy. La cuestión es que estábamos todos en el salón y sin casi haber dejado que pasara el tiempo e intercambiar palabra, al iluminado del amiguito se le ha ocurrido empezar a piropearme. Yo, incrédula. Era como si todo hubiera estado preparado, como si el objetivo era hacerse con aquella españolita que, lejos de su propósito, pensaba: ¿Cómo te atreves a decir esas cursiladas si apenas nos conocemos? ¿Si no hemos intercambiado más que nuestros nombres, a qué nos dedicamos, y la relación que tenemos con el invitado? Ya sé que el amor hace decir gilipolleces muchas veces, ¿pero qué amor ni qué historias hay aquí? QUE NO ME CONOCES DE NADA... Y encima, te atreveces a piropearme abieratmente, delante de todo el mundo... ¿Acaso te has preguntado cómo me puedo sentir? ¿Y si tengo pareja?... La primera vez he guardado silencio e intentando sonreir mínimamente, sin poder evitar lanzarle una mirada a mi vecina preguntándole: “¿Qué c--- está pasando aquí? No entiendo nada…”. He visto en su mirada que estaba tan desconcertada como yo. Contrariamente a lo que pueda parecer, me ha tranquilizado. Aquella situación tan surrealista a mi parecer, también lo era para ella. Este tipo de encuentros organizados y tan directos no suelen tener lugar con tanta frecuencia como yo he llegado a pensar en algún momento.

Al final, el vecino, en un arrebato de bobería masculina (y que nadie se ofenda, pero es verdad. A veces acaban soltando lo que no deberían), ha terminado contando que hacía tiempo que le había explicado a su amigo que tenía una vecina española y que éste insistía en conocerla. Hoy había ido a ayudarlo a subir una lavadora nueva a casa y como recompensa, había que presentarnos. Así que al oirme en el rellano, había salido a buscarme... Pues menos mal que estábamos Bojana y yo, y que no me ha llamado al timbre a casa, porque estoy yo sola en esa situación y me da algo. Detesto estas historias. Y aun más detesto a los celestinos, sobre todo, cuando no entienden que están haciendo el ridículo y aun se atreven a decirme, a cada pésimo piropo que me lanza su amigo, que cómo son los hombres serbios, y que ya quisieran todas las españolas que sus hombres fueran así… ¡Ese narcicismo ciego serbio, cuán poco me gustaaaa! Y lo peor es que lo padecen tanto ellos (que se creen la flor y nata de la belleza terrenal), como ellas (que creen tener a los mejores hombres del mundo). A lo que ya no he podido más y he dicho que no era mi caso, que para mi gusto, sólo se salvaba algún que otro serbio y que en general me había dado cuenta desde que vivía en Serbia de lo mucho que me gustaban los españoles.

He salido de allí escopetada tan pronto como he podido y nos hemos metido en mi casa a comentar la triste jugada. No es la primera vez que me intentan emparejar con alguien en este país, y no sé qué manía tienen de adoptar ese rol de celestinos. El año pasado una alumna quería liarme con un amigo suyo que tenía, ni más ni menos, que 40 años. La verdad es que no tengo nada en contra de la gente de 40… la edad nunca fue algo que me preocupara jamás. De hecho, casi siempre me he relacionado con gente mayor que yo, pero joer… ¿Quién se cree la gente que es? ¿Con qué derecho se cree para organizar tu vida? ¿Para decidir con quien debes estar porque ellos no soportan el hecho de estar solos? Lo peor de esta situación es que me acaba poniendo violenta con quien no quiero. Pero no puedo evitarlo, dado que siento que están invadiendo un terreno de mi intimidad para el cual yo no me he abierto, y mi reacción inmediata es actuar con seriedad y sequedad, como queriendo romper cualquier vínculo que nos pudiera unir. No lo puedo evitar.

Me he sentido tan ridícula, tan estúpida viendo perder mi precioso tiempo de domingo. Menos mal que por la tarde lo he aprovechado en el festival francés de documentales que se organizaba en el Sava Centar. He estado con Miona, que es siempre un placer, y hemos visto 3 documentales:

- El primero, “The decent factory”, hablaba de los analistas éticos que Nokia tiene para investigar en qué condiciones trabajan los trabajadores de sus proveedores en países como China. Ha sido muy interesante.

- El segundo, “Ilha das Flores”, era un corto que ya conocía. Habla de las malas condiciones en que viven los habitantes de la Illa das Flores y denuncia la situación de que haya personas viviendo en condiciones mucho peores que ciertos animales. Lo he encontrado en Youtube en esta dirección. Así que a quien le apetezca, se lo recomiendo. Dura poquito y tiene una forma muy original de presentar la información.

- El tercero, y último, no recuerdo exactamente cómo se llamaba, pero era un documental sobre Muhammad Yunus, el creador del Grameen Bank y de los microcréditos que ha revolucionado la economía de Bangladesh y otros muchos países del tercer mundo. Ha sido muy, muy, muy interesante. No sólo en términos económicos, sino ver también cómo ha hecho que el papel de la mujer entre a formar parte de la sociedad bangladeshí, que tanto el hombre asumiera que tenía un papel fundamental, como ella misma tomara conciencia de que podía hacer algo más que servir a un marido y a unos hijos.
Al acabar me he venido a casa. Mañana madrugo. Esta semana será probablemente tan intensa como la anterior… además del trabajo y de un montón de actividades, tengo mi memoria y empieza el festival de cine de autor con algunas pelis que quiero ir a ver; para el fin de semana, está todavía todo en el aire, pero queríamos escaparnos a Kosovo 10 días antes de que se decida el futuro de todo esto… Pero todo está por ver. Más noticias, a lo largo de estos días.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Y sigue

Sigue nevando 48 horas después...

sábado, 17 de noviembre de 2007

Ya está aquí

Hoy he madrugado. Me espera un largo día lleno de actividades por delante y antes quería sentarme un rato a escribir mi queridísima memoria. Al abrir los ojos, la falta de ese tono dorado que invade la habitación cuando afuera brilla el sol, me ha hecho pensar en que hoy era nuevamente uno de esos días de cielos plomizos. Y en efecto, pero acompañado ya de los primeros efectos hibernales, de esa señorita blanca, fina y delicada que tan poco me apetecía que llegase.



Estaba convencida de que no iba a ser este fin de semana: El jueves pasado se dijo que nevaría y no lo hizo, con lo cual la noticia me llevó a pensar casi de forma inconsciente que había terminado la amenaza durante un tiempo. Mis esperanzas dictaban que hasta después de Navidad no podía caer copo alguno. Demasiado ingenua. El recuerdo del invierno pasado, cálido y agradable como muchos no imaginaban en estas tierras, ha quedado cubierto por otro que ya se avecina frío y largo, como el primero que pasé en estos lares.


Me pregunto si no será una estrategia del tiempo para que definitivamente me entren ganas de quedarme en casa, sentadita, frente a mi radiador, mi tocho de apuntes y mi taza de té...

martes, 13 de noviembre de 2007

Asia, el continente masculino

Al respecto de la entrada "Acerca de hombres y mujeres", y aunque desde una perspectiva muy diferente, os dejo este artículo que acabo de leer en El País: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Asia/continente/masculino/elpepusoc/20071113elpepisoc_4/Tes. Imposible que deje indiferente a una.

Acerca de hombres y mujeres

Hacía tiempo que tenía ganas de hablar del rol de hombres y mujeres en Serbia y este fin de semana pasado he vivido algunas situaciones y he tenido algunas conversaciones que han hecho que quisiera sacar hoy el tema a colación. Os cuento:

El sábado por la noche había quedado con unos amigos para salir. Ellos habían quedado a las 22h en el local y yo, como trabajé hasta esas horas, dije que iría más tarde. Me presenté a eso de las 23.30h, después de pasar por casa, cenar, darme una ducha y arreglarme. Al bar llegué sola y en la cola para entrar, coincidí con uno de los que venían. Con él y su novia, a quien no conocía hasta el momento. Estuvimos hablando y al llegar a la caja, el tío insitió en pagar la entrada, lo cual me mosqueó. Pero bueno, a lo largo de estos dos años ya he discutido bastante sobre el tema con los hombres de este país y estoy harta de hacerlo, así que no me voy a oponer más.

La cuestión es que cuando llegamos al guardarropa, insití en pagar yo. Él, por supuestísimo, se negó. Y yo dije que por lo menos me dejara pagar mi parte. Él y su novia pasaron delante, y el tío aboquinó por los dos. Momentos más tarde, me tocaba a mí pero se me coló un gigante sin darse cuenta. Al llamarle la atención los amigos con cierto tono de guasa, el chaval insitió en, por favor, pagarme el ticket del guardarropa. Le dije que no era necesario, pero se puso tan pesado que al final acepté. Quizá no debería haberlo hecho, siendo coherente con mis ideas, pero es que a veces parece que no entiendan que ambos podemos pagar, que no siempre necesitan hacerlo ellos. ¡Qué pobres el dineral con el que tienen que salir cada fin de semana! Sin embargo, creo que esta sociedad funciona así y se regula conforme a los principios monetarios y relacionales que la marcan y que son difíciles de cambiar. Os explico más adelante cómo lo entiendo yo.

Entramos en el local, y os aseguro que si hubiera querido beber gratis toda la noche, lo habría podido hacer, pero paso. Odio que me paguen todo los hombres en este país. Odio que las señoritas se dejen pagar. Odio que ese sea el chantaje que les hacen: ellos pagan, ellas se sienten así pagadas, y se convierten en submisas que jamás se atrevirán a reberlarse contra “su hombre, ése que las quiere tanto porque las mantiene y les abre la puerta cada vez que entran o salen de algún sitio”. Ése que presume tanto por saber cuidar a una mujer, pero que después la tiene a sus pies en casa. Se desentiende de ella y de todo, y sólo responde a lo monetario y a temas familiares de importancia.

De hecho, aquí, el día del parto, ella va solita al hospital. En todo caso, irá acompañada de su madre, hermana o amiga. Él, mientras, estará celebrándolo por todo lo alto con sus amigos en la kafana, emborrachándose. Y me parece muy bien que lo celebre. Pero puñetas, que lo haga con ella días más tarde y que mientras la acompañe en esa labor tan difícil de traer un hijo al mundo. Personalmente, lo entiendo como un proyecto común, aunque la naturaleza e haya dado mayores responsabilidades a un miembro de la pareja durante unos meses. Estoy segura de que toda mujer en esa situación tan "agridulce" agradece un poco de apoyo moral por parte de su pareja.

O por ejemplo: ellas van como barbies. Monísimas. Arregladísimas. Pintadísimas. Depiladísimas. Cuando les planteas para qué tanta belleza femenina llevada al extremo, te dicen que tienen que estar guapas para los ellos. Si me parece muy bien. También a mí me parece que el cuidado físico es importante y es un respeto que le debes a tu pareja, pero que también ellos respondan entonces con los mismos criterios de belleza. Y creo que ahí cambian las cosas: los muchachos no salen de su chándal y sus bambas, y de sus cabezas rapadas. Pues qué injusticia, ¿no?

En fin, con todas estas ideas y otras, regresé a casa dándole vueltas al coco, y nuevamente salió el tema el domingo por la mañana. Fui a desayunar a casa de la vecina y se empezó a quejar porque su novio se había ido de casa temprano y se despreocupaba de pasar tiempo con ella el único día que tenían libre los dos. Se iba a la casa de apuestas a ver el fútbol y a dejarse unos cuantos dinares, como casi cada hombre en este país (siento las generalizaciones, pero reconoced que la mayoría son así). Cuando le empecé a plantear por qué no me gustan la mayoría de hombres de este país, me dio razón y me dijo que el problema venía de la educación que habían recibido en casa. Ellos, servidos y ellas, a servir. Como en España hace unos años. Pero yo me niego, señores. Sé que hay otras realidades y no estoy dispuesta a aceptar esta realidad (hay quien se salva, ya lo he dicho, pero pocos, poquíssssssimos. Además, suelen ser bastante mayores que yo, curiosamente). Todo este discurso vino porque la vecina andaba quemada por haber tenido que limpiar la casa sola por la mañana mientras él andaba de turné. Y yo me preguntó: ¿Y por qué no limpiarla entre los dos y después irse ambos a divertirse, juntos o por separado? Con lo fácil y cómodo que sería…

Para continuar con el tema, ayer por la tarde-noche salí con un amigo a tomar algo y curiosamente, volvió a surgir el tema. Me decía que como mujer tenía que hacerme respetar: que los tíos fueran educados conmigo, que me abrieran la puerta, etc, etc. etc. Estoy harta de escuchar el mismo discurso todo el tiempo. Estoy harta de que los roles hombre-mujer estén tan sumamente marcados, tan definidos (mal, a mí entender) y que les cueste tanto verlo.

Por ejemplo, el fin de semana pasado estuve en Subotica y me alojé en casa de la hermana de mi amiga Tatjana. Jelena, que así es como se llama, se acaba de mudar a un piso con su novio. Es enfermera y tiene mi edad: 25. El novio, 23. Los dos trabajan. Llegamos juntos a casa, después de que nos recogieran en la estación de autobuses, y él se fue directo al sofá. Nosotras a la cocina. Preparamos todo para cenar. A la mesa nos sentamos el chico y yo (la invitada). Tatjana se unió minutos más tarde, pero su hermana no lo hizo hasta que todos terminamos de comer y, por supuesto, se tomó los restos de sopa y un poco de pan con ajvar que también había quedado. Yo me sentía faltal e insistí en repetidas ocasiones en que se sentara a comer con nosotros, pero me dijo que no, que ella era la anfitriona. Jolines, ¿y él? Él también, y allí que estaba zampándose la cena, tan tranquilo. Ya sé que son costumbres de un país, pero… me ponen negra, negra, negra.

Y a poco que se me ocurra quejarme o plantear mi visión, soy una feminista de mucho cuidado. ¡Yo! ¡Justamente yo! Es cierto que defiendo a la mujer, pero creo que no le doy más. Simplemente busco igualdad. Creo que trae mayor felicidad para todos y, a la larga, evita resignaciones de pareja y mucho quemazón. No quiero estar echando chispas como la vecina constantemente… Y si no eres feminista, eres “a really smart ass”. O sea, que la mujer por naturaleza, tonta. ¿Será posible...? Y después no quieren que los tildes de machistas.

martes, 6 de noviembre de 2007

Ojalá

Ayer me encontré este artículo en la página web del EL PAÍS: La UE inicia el diálogo con Serbia tras constatar sus esfuerzos para detener a criminales de guerra, y evidentemente no me pude contenerme y lo colgué. A muchos de vosotros probablemente ni os interese, y lo entiendo. A mí nada de esta zona me interesó en los medios de comunicación españoles hasta que la pisé por primera vez y después, cuando ya me atrapó.

El caso es que para una vez que hay algo y es positivo, pues quisé compartirlo. Las dos últimas semanas, casi por casualidad (o no), hemos estado hablando bastante de política: de la UE y Serbia, de Serbia y Kosovo, de la UE, USA y Kosovo, de Serbia y la guerra, de las consecuencias que ha tenido que pagar el país, etc. Temas todos muy complejos y acerca de los que yo no sé más que breves pinceladas de lo poco que he leído y de lo que me han ido contando cómo lo vive y siente la gente de a pie.

Al respecto, sólo quería manifestar que me tiene un poco preocupada el tema Kosovo porque en dos meses no sé dónde podamos estar. Con el nuevo plan de la ONU, por aquí se rumorea que los kosovares dicen que van a declararse independientes sí o sí el 10 de diciembre, al margen de la opinión de Belgrado. Belgrado dice que no da Kosovo, ni de broma. Los más abiertos quieren creer que Serbia no se meterá de nuevo en guerra, que ya está escarmentada. Los más nacionalistas yo creo que irían. Pero bueno, tan trágica no quiero ser. Sólo espero que no se arme la de dios en este polvorín balcánico, ya que no quiero salir por patas por Navidades anticipadas. Prefiero tenerlas tranquilas y a su debido tiempo.

Respecto al artículo y el paso de acercamiento que esperan volver a dar a partir de hoy Belgrado y Bruselas (ojalá, ojalá), creo que es un punto a favor y un motivo para sonreir. Dicen los que se han aventurado por zonas de Bulgaria y Rumanía (yo espero hacerlo en diciembre :))), que no entienden cómo estos países son ya miembros de la UE desde el 1 de enero de 2007, y no lo son otros países como Croacia o Serbia. Evidentemente, eso me lleva a pensar que son básicamente motivos políticos. Politólogos, ¿es así? Si no, refutadme, please.

Pero bueno, a lo que iba. Quería decir hoy que aunque no entiendo mucho de datos económicos ni políticos, sí veo cómo en los dos años que llevo aquí Belgrado ha experimentado cambios fruto de movimientos económicos y políticos. Aquí van algunos que se me ocurren así, al tun tún:

- Hay una mayor comunidad de extranjeros y se oye bastante inglés por la calle. El primer año, eso no ocurría ni de coña y me sentía atrapada en un mundo del que entendía poco o nada. Sobre todo, cuando se presentaba en cirílico. Backpackers todavía se ven pocos; creo que la oleada extranjera la forman por el momento diplomáticos o empresarios. O lectores y profesores cervantinos, claro está :)

- Sin embargo, y a pesar de que no es por el turismo, como acabo de decir, se nota el aumento de albergue en el centro de la ciudad. Recuerdo el primer año que vine, nada de nada: la única opción eran hoteles viejísimos, grises y austeros, a lo comunista. Además, carísimos para el extranjero: no menos de 40 ó 50 euros la noche.

- Desde el verano pasado, han empezado a llegar cadenas de cafeterías al estilo del Starbucks. Ésa precisamente no ha aterrizado todavía en el país, y no sé cuánto pueda tardar en hacerlo, pero bueno, a lo que me refiero es al concepto de franquicia. Además, han montado una pastelería en el centro con la que he flipado: igual como las de Budapest, esas grandes, enormes, al estillo versallesco, con un montón de pasteles. Irene, en la que desayunamos aquella mañana en Belgrado este verano pasado, ¿te acuerdas?... No he vuelto a pasar muchas veces por delante. Mejor evitar que la vista capte esos dulces.

- Desde el 1 de noviembre, tenemos el Delta City, un mega centro comercial que no he pisado todavía y que dudo que lo haga en breve, a pesar de ser el tema de conversación en las clases y en la sala de profesores. Está todo el mundo flipado. Según uno de mis colegas: “Tengo que ir porque por fin Europa ha aterrizado en Belgrado”. Puede que desde España este concepto no se entienda demasiado, pero cuando estuve en Estambul y regresé a Belgrado, me pareció mucho más europeo Estambul (en todos los sentidos) que Belgrado, a pesar de estar entre dos mundos y ser considerado como algunos como un laicismo amenazante y retrasado.

- Desde que llegué, hay una actividad constructora frenética en ciertos barrios de la ciudad: no hacen más que construir, construir, y construir edificios nuevos. Genrealmente de viviendas, aunque también mucha oficina. Además, poco a poco se va viendo cómo restauran fachadas del centro. Recuerdo mi primer paseo en 2005 por la calle paralela a la que vivo: aluciné con el gris de las fachadas, con los balcones medio caídos, con el deterioro de las casas… Y aunque es verdad que alguien de fuera lo continuaría viendo así, aquí se ve cómo poco a poco van mejorandolas. Me hubiera gustado en aquel entonces echar algunas fotos, aunque ni siquiera tenía la cámara conmigo en Belgrado y me resistía a comprar una digital. ¡Cómo hemos cambiado!

- Aumento de la variedad de productos en el supermercado, aunque no es tan extensa como en España u otros países de alrededor. Sin embargo, el año pasado recuerdo que la revolución fueron los Actimel, de procedencia española :)

- La oferta telefónica también se ha visto ampliada. Cuando llegué, apenas existían dos compañías: una estatal y otra privada. Hoy en día hay muchas más y ya empiezan a haber las ofertas de planes a los que tan acostumbrados nos tienen Movistar, Vodafone, etc, etc, etc.

- La presencia de compañías de vuelo de bajo coste. De momento sólo vuela una, Germanwings. No es de muy bajo coste si se las compara con las ofertas que tenemos en España o que llegan hasta Budapest, pero bueno, es cierto que si te cuesta volar a Belgrado 100 euros desde Alemania, pues ya pienso que es barato. La media para salir del país suele rondar los 350 euros. También la compañía nacional, la JatAirways, ofrece vuelos más baratos a los países colindantes: me fui por unos 100 euros a Montenegro y a Ljubljana, todo un ofertón para el país :)

Aunque parezcan tonterías, os aseguro que cada uno de esos hechos es un gran paso en este país. Un país que llevaba cerrado desde los 90 y cuya población no sólo ha pagado las consecuencias económicamente con la falta de un montón de cosas que en España damos por supuestísimas y ni siquiera las valoramos (yo la primera), sino también mentalmente y en la forma de ver el mundo. El estricto sistema de visas por el que los hacen regirse no les ha permitido a la gran mayoría moverse más que por este pequeño país. Pero este tema de visas, mejor lo dejo para uno de estos días porque seguramente tendré que enfrentarme a él cara a cara a lo largo de este próximo mes. Querer tener invitados serbios en la comida de Navidad en casa es algo que no se decidirá probablemente hasta 48 horas antes de susodicha comida. Triste. Muy triste. Pero de momento, es lo que hay. Ojalá que pronto, si las conversaciones con la UE tienen sus efectos, pueda decir otras cosas. Aunque me huele que será a muy largo tiempo. Ya se verá.

Primavera en noviembre

Por fin respiré. Fue anoche, en unos de esos momentos en que la conexión de internet quiso funcionar, porque lleva unos días resistiéndose. Llegué a pensar que me habían podido cortar la línea al haberme retrasado unas horas en pagarlo; pero no. Aun habiendo ido a abonar la debida cantidad, seguía sin funcionar.

Sin embargo, y como venía diciendo, anoche me permitió entrar corriendo a mi correo y abrir el mail que me mandaban desde esa universidad que tan harta me tiene: me aceptaban la propuesta de tutora de la memoria de máster (después de casi 6 meses desde la primera consulta) y me ampliaban el plazo de entrega 3 meses por todos los problemas que habían tenido y su demora en responderme. Os juro que no me lo podía creer. Histérica de la alegría, sin casi poder contenerme, cogí el teléfono para llamar a casa. Necesitaba decírselo a mis padres, a quien últimamente estoy echado mucho de menos. Estoy ultrasensible en temas familiares y no veo el momento en que pasen los días para que me den ese achuchón de mamá incomparable a cualquier otro.

Pero a lo que iba: Ese temido 31 de enero se ha convertido ahora en un 30 de marzo de 2008 que ya sueño con que llegue para sentirme por fin libre. Aunque libertad he ganado ya mucha con las escasas palabras de anoche: De momento, y así haciendo una previsión rápida, he ganado un puente de la constitución sin remordimientos, unas vacaciones navideñas en familia como dios manda, una escapada a Canarias o a Baleares, domingos para hacer lo que realmente me apetezca, momentos ya casi inexistentes en mi vida en que podía sentarme a leer un libro que nada tiene que ver con lo que estoy haciendo en clase, asistir tranquila a unas clases de griego que, aunque son una mierda, consiguen arrancarme una sonrisa de felicidad, sentarnos con un té por la noche a montar el puzzle de 1500 piezas que he comprado, hacer manualidades los fines de semana, ir al cine, exposiciones y conciertos, danzar con la vecina como dos niñas pequeñas en la clase de aerodance,… en definitiva, ampliar mi visión del mundo, mi realidad del día a día, mis temas de conversación… y poco a poco recuperar aquélla que me gustaba cómo era y que por un tiempo alguien se llevó; disfrutar cada una de las pequeñas cosas y momentos que parece que comienzan a surgir de forma mágica. A pesar de que el otoño está ya avanzado y más bien se aproxima el invierno, siento que en mí empieza a llegar la primavera. Y poco a poco, casi sin darme cuenta están saliendo los rayos del sol; y con ellos, la vida se me empieza a llenar de color en esta ciudad que muchos definirían como gris y decadente.

lunes, 29 de octubre de 2007

Oscuridad tupida, densa

Cuarenta y ocho horas después del último sábado de octubre, uno de esos días del año que más detesto. La oscuridad me mata y Belgrado parece haberse dejado invadir por ella con el cambio de las varillas. Ya temprano, el cielo aparece cubierto de una capa gris y espesa, cargada de humedad. Permanece quieta, inmóvil. Amenazante. Se pierde la escasa luz del día y con ella, mi energía. Aun así, intento mantener mi sonrisa. Apenas son las 3 de la tarde. Comienza a anochecer y aumenta mi angustia creciente con la llegada de noviembre. El reloj marca las cinco. Es noche cerrada. Entre esa oscuridad tupida, densa, me dispongo a continuar el día, la noche, el invierno.

sábado, 27 de octubre de 2007

¿Realmente un mismo país?

Por fin encuentro un pequeño rato para sentarme a escribir. Ha sido una semana de no parar y hoy toca descanso. Mañana empieza la movida nuevamente y la próxima semana se presenta cargadita de actividades (cine (comienza el festival de Cinemanía), clases de griego (ya las he empezado), conciertos (por cierto, anoche estuve en el de María Joao y descubrí una voz con la que aluciné. La recomiendo) y viajes (el próximo fin de semana me voy para Subotica, más conocida como la Budapest serbia, a un concierto de música sefardí que hay en un lago)… Así que no sé cuándo tendré demasiado tiempo para escribir, y no quería dejar pasar la oportunidad de hablar de mis dos últimas escapadas: Montenegro y Eslovenia.

Ambas fueron parte de la Antingua Yugoslavia, pero como bien dije en el post anterior, son blanco y negro. El contraste es brutal y, con esto no quiero justificar la guerra ni la fragmentación del país, pero visitar Eslovenia me hizo entender por qué no se identificaban con esta realidad balcánica. Es que no pertenecen a ella; realmente son una extensión pura y dura del mundo austríaco, tanto en el aspecto físico de la gente, en la mentalidad, en la arquitectura, en el paisaje, en la comida, y si se me apura, en la forma de hablar. Cuando los oía hablar serbio, me daba la sensación de que hablaban con un fuerte acento alemán. Me dieron la impresión de país organizado, con un futuro estable a pesar de su tamaño (apenas hay 2 millones de eslovenos, o lo que es lo mismo, todo el país equivale a la población de Belgrado), apuestan fuerte por Europa y por miles de proyectos de la Comisión en diferentes niveles… No sé, realmente a veces los políticos cuando hacen y deshacen fronteras, estados,... deberían pensar más en la gente y menos en sus intereses porque después pasa lo que pasa. O así lo veo yo, aunque creo que es algo de difícil solución.

A parte de esto, la ciudad en sí me pareció preciosa, o quizás andaba yo con cierto mono germánico… Me encantó la gente, abierta, amable y simpatiquísima, a pesar de pertenecer a ese mundo que normalmente clasificamos como cerrado y frío; los hombres, guapíssssssimos y muy interesantes; y el ambiente variado, abierto y alternativo. Para muestra, Metelkova, un antiguo cuartel militar del ejército yugoslavo que abandonaron tras la declaración de independencia en 1991. A los días, fue okupado y hoy es una verdadera isla de libertad dentro del centro de Ljubljana y un verdadero centro de arte. Las noches me las pasé allí :). Si os apetece echarle un vistazo, podéis hacerlo en el link que os dije el otro día “El mundo a través de mis ojos”, cuya dirección es ésta: http://www.flickr.com/photos/68632605@N00/

Sin embargo, si algo me dolió de Ljubljana fue descubrir miles de rincones fabulosos que me hubiera encantado fotografiar pero que no pude porque se me agotaron las pilas de la cámara. Además, anduve gran parte del tiempo acompañada por un grupo de 6 ó 7 personas, y no disfruto estos momentos de fotografía, de observación, cuando voy con tanta gente. Necesito estar yo sola, o a lo sumo, con una o dos personas a las que también les guste detenerse, observar, captar, vivir ese momento de paz interior. Por suerte o por desgracia, sin ese callejeo siento que no he visitado una ciudad, que no la he palpado, así que voy a ver si antes de Navidad o este invierno me dejo caer un fin de semana por allí. Ya he visto que hay vuelo el viernes por la tarde y otro de regreso el domingo por la noche, con lo cual la combinación me sale perfecta :)

Si tengo que resumir Ljubljana en breves palabras, me quedo con:

- Lo mejor: el viaje en tren nocturno que hicimos desde Belgrado (no me había montado en uno desde 2001, desde aquel mítico viaje Tübingen-Praga); la gente y Metelkova.

- Lo peor: el frío. Nos pilló desprevenidos. Incluso nevó en los Alpes, a escasos kilómetros de la ciudad.


El polo opuesto a Eslovenia, como decía antes, punta de progreso de la antigua Yugoslavia, podría ser perfectamente Montenegro, un enclave más que especial de los Balcanes. Según los serbios, que ya me parecen bastante catetos, los montenegrinos son auténticos paletos, además de lentos y perezosos, hecho que constaté en el servicio en bares y restaurantes, que a veces llega a ser desesperante. A todo esto, no sé si he llegado a contar alguna vez que los montenegrinos son una sociedad altamente machista: de hecho, no tienen en consideración a las hijas como descendencia, puesto que son como un cero a la izquierda porque no pueden transmitir el apellido. Me parece un poco exagerado, pero cierto es que así le ocurrió a mi vecino. O por lo menos, así lo cuenta. Es montenegrino y dejó de tener relación con sus padres el día que los llamó para comunicarles que habían tenido una nieta: “Entonces no tenemos familia. Ya sabes que una chica es como no tener nada”. La verdad es que me parece muy fuerte y quiero creer que había motivos antes para dejarse de habar, pero ya me ha contado la historia como tres veces, lo cual me lleva a pensar que probablemente sea cierto (he oído lo de las mujeres también por parte de otra gente).

No obstante, y a pesar de estos aspectos que yo jamás estaría dispuesta a tolerar, debo reconocer que tienen un país precioso. Por lo menos, la parte de la costa, que es la que me dediqué a recorrer: Kotor, Perast, Herceg Novi,… Son ciudades amuralladas para protegerse de las numerosas incursiones de turcos, sarracenos, venecianos, etc. Dicen que las aguas del único fiordo del Mediterráneo están llenas de barcos que naufragaron y de verdaderas riquezas, porque aquí se han llevado a cabo numerosas batallas… Me gustaría volver y ver algún museo arqueológico y etnológico, porque esta vez no me dio tiempo. Más que nada me dediqué a callejear, a respirar el olor a salitre, a disfrutar del tiempo, que si bien fue bueno y soleado por momentos, también amenazó en numerosas ocasiones con grandes nubarrones gris oscuro. No obstante, reconozco que esas tormentosas amenazas me regalaron una riqueza paisajística increible. Hay también algunas, aunque muy pocas, colgadas en el vínculo que os he dicho antes.

Con ganas me quedé de cruzar la frontera croata y descubrir Dubrovnik, pero no teníamos demasiado tiempo y un hecho tan insignificante ya en la Unión Europea como pueda ser cruzar una frontera, aquí puede convertirse en una pesadilla. Todo depende de con quién se viaje en el autobús… si no hay problemas, se cruza en unos 10-15 minutos; si los hay, el viaje a Dubrovnik (como a cualquier lugar fuera de Serbia en otro transporte que no sea avión), puede durar horas… y si no, algún día os contaré la vez que me aventuré en tren hasta Salónica (Grecia), que está a escasos 600 km. de Belgrado pero que me llevó 16 horas de viaje (de ellas, unas cuantas parada en la frontera de Macedonia, y otra, en la griega).

Para terminar con Montenegro, os cuento que el último día fuimos en dirección a Albania y aprovechamos para llegar a Podgorica en tren. Atravesamos el Skadar Jezero, que es precisamente la frontera natural entre ambos países, un lago precioso lleno de nenúfares. Dicen que está lleno de monasterios y pequeñas iglesias alrededor, así como de pequeños pueblos de pescadores. Definitivamente, es el punto de partida en mi próxima visita a Montenegro, y lo mejor es que en dos horas, literalmente, me planto allí (una de avión y otra de tren).

A modo de resumen:

- Lo mejor: El paisaje, la tranquilidad, y comer pescado fresco (¡Qué pulpo! ¡Qué gambas!)

- Lo peor: El servicio (desesperante) y Podgorica (fea, triste y pobre. Mi mente se preguntó una y mil veces ¿Esto es realmente la capital del país?... No quiero ni pensar cómo estarán ciertas zonas rurales).

jueves, 18 de octubre de 2007

Como el cielo y la tierra

Sin tiempo a mucho, os cuento que en breve me voy a Eslovenia. Esta semana he estado más tiempo fuera de Serbia que en Serbia: llegué el domingo de Montenegro (prometo entrada; de momento podéis ver las fotos en el link que he puesto a la derecha "El mundo a través de mis ojos") y esta misma noche nos vamos en tren nocturno a Ljubljana. Me hace una ilusión tremenda. Aunque los dos países son parte de la antigua Yugoslavia, creo que el contraste entre ellos puede ser como el cielo y la tierra. Vamos, que dudo que tengan mucho que ver. Más detalles, a la vuela :)

domingo, 14 de octubre de 2007

Bajo el agua

Sin palabras... Así ha quedado mi pueblo, bajo el agua.


www.Tu.tv


Por más que mire las imágenes, no consigo creerme que esto ha sucedido allí, en esas calles por las que he pasado miles, cientos de veces. Veo ese río desbordado y se me ponen los pelos de punta... esa furgoneta blanca flotaba a escasos 200 metros de mi casa.

Me apena escuchar el tono con que mi madre me contaba hoy lo sucedido mientras yo, ajena al desastre, había estado disfrutando de tres días en la paradisíaca costa montenegrina; me pone triste oir a mi hermana diciendo que el pueblo da realmente pena; me apena saber que algunos lo han pedido todo, algunos incluso a familiares... los he visto en la televisión, en las fotos... me hago cruces cuando veo esas imágenes, la calle Divina Aurora totalmente arrasada... Me pone los pelos de punta escuchar las sirenas del ejército en la calle mientras hablamos por teléfono; ver la casa de la amiga de mi hermana abajo; ver la papelería a la que siempre voy, arrasada... Ser tristemente portada de diarios y telediarios... Como decía mi madre ahora: "Jamás pensaba que iba a vivir una situación así". Ni yo tampoco; ni siquiera en la distancia.


A quienes les interese, aquí tienen unos vínculos más:

- La fuerza del río Girona destruye el puente de Beniarbeig:




- Vídeo con la caída en vivo y en directo de la casa de la amiga de mi hermana (sucede justo al comienzo). A pocos metros del suceso se encontraban también mis padres junto con otros vecinos.


Para que os podáis hacer una idea mejor, os dejo una foto del cauce del río que eché en diciembre de 2006 (la casa granate que se ve a la izquierda es la que se ha venido abajo. En aquel entonces, existían dos puentes: el que se ve en la foto y en el que yo estaba echando la foto).




Vídeo de la riada en octubre de 2007. Los dos puentes prácticamente se los ha comido el agua y del resto de daños materiales y personales, desgraciadamente, ni que hablar cabe.





- El taponamiento de los puentes agravó la riada (El País, 14 de octubre de 2007).

- "Estuve dos horas llorando". (El País, 14 de octubre de 2007)

- "El Verger", zona cero del diluvio (Abc, 14 de octubre de 2007)

- El temporal provoca la muerte de una anciana en El Verger y el derrumbe del puente en Beniarbeig (Canfali, 14 de octubre de 2007)

martes, 9 de octubre de 2007

Gracias al amanecer

Son las 8 de la mañana y aunque he madrugado porque tengo un montón de cosas que hacer (hoy no entro a trabajar hasta las 15h), quería escribir un poquito. Hace bastantes días que no escribo nada nuevo; el tiempo me ha podido. Y si lo he hecho, ha sido un texto breve que espero que muchos de vosotros no llegarais a leer. Fue fruto de mi egoismo mezclado con mi cansancio nocturno y esos celos repentinos que me dieron al saber que "mi gran amor" ha encontrado a su media naranja. Supongo que fue el hecho de que hace dos semanas planeábamos nuestro reencuentro en Belgrado o cualquier rincón de Europa, y ayer me planteó que no iba a ser así; que a partir de ahora probablemente ya no podré acompañarlo en sus viajes, ni siquiera como amigos. Me sentí profundamente triste, no lo pude evitar, aunque sé que esto no es nada extraordinario. Que es la vida misma. Y que si algún día decidimos no estar juntos era por algo, y que era normal que cada uno buscara a otras personas.

Supongo que me afectó porque me pilló desprevenida. Supongo que me afectó porque este verano, a partir de que yo me sacara la plaza, empezamos a acercar posiciones y vimos que nuestros planes para viajar a diferentes lugares que siempre habíamos dicho, podían hacerse por fin realidad; sentí que nuestras posiciones parecían estar por fin claras, definidas, y eso nos permitía compartir ilusiones al tiempo que hacer nuestras vidas en lugares diferentes. Pero bueno, parece que nuestro gran proyecto, ese dichoso viaje a Perú y Brasil taaaantas veces pospuesto y que parecía viable en 2008, seguirá pospuesto durante mucho tiempo. Quizá para siempre. Por lo menos con él, que era con quien me daba ilusión cruzar el charquito.

Aunque no puedo dejar de sentir cierta pena, reconozco que las horas de sueño han jugado a favor: veo las cosas de forma más tranquila, lo entiendo perfectamente, y en el fondo me alegro mucho por él. Sé que está feliz. Con el amanecer suelo ver siempre la realidad desde otro prisma, normalmente positivo. Así que, aunque hoy no pueda dejar de pensar, voy a intentar mantenerme en el optimismo que me venía invadiendo estos días.

Parece que octubre es sinónimo de actividad vertiginosa en Belgrado. Ayer supe que en principio mañana comienza el curso de portugués intermedio, al que seguramente iré. No creo que asistir a la primera clase porque me debato entre ir a un concierto de música sefardí de un grupo que me encanta, Shira Uftila (por cierto, a ver si un día hablo de este tema), o ir a una actuación del otro gran festival de música que empieza ahora (El BEMUS), pero tengo intenciones de continuar con el portugués. Por una parte me da pereza (sobre todo, con la cantidad de cosas que tengo en la cabeza), pero por la otra me da mucha ilusión pensar en la posibilidad de irme a Brasil algún día, o bien cuando escucho las canciones o veo la tv y entiendo mucho más que hace unos meses,...

También ayer anduve por la universidad buscando cuándo empiezan las clases de griego moderno. En principio debería ser también esta semana, aunque la universidad suele ser un mundo caótico que no ayuda a entender, desde mi perspectiva, que todo esté escrito en cirílico. Sin embargo, hay cosas buenas: ayer pedí ayuda para encontrar el aula que buscaba, para ver horarios, para hablar con el responsable del departamento, etc, etc, etc, y lo hice todo en serbio. Salí sin horarios todavía, pero contentísima :)))) Poco a poco voy yendo ya más allá de mis discursos habituales, lo cual es para mí un claro signo de progreso. Lento, pero progreso :)

Este año parece que no va a haber cursos de serbio en el Cervantes, carencia que ya he comenzado a paliar (entre otros) con.... ni más ni menos que.... la revista HELLO! Seguro que muchos pensaréis: ¿Con la HELLO? Esta mujer se ha vuelto loca. Pues sí... en España no la he comprado ni se me ocurriría hacerlo jamás. Sólo se la compraba a mi querida Elvira de vez en cuando para que se distrajera mientras pasaba horas y horas sentada en la terraza de casa, tomando el solecito (aishh... sniff... snifff...). Pero el domingo por la mañana tomando el café en casa de la vecina la hojeé y me di cuenta de cuantíssssimo podía aprender con ella. Y, ¿por qué despreciar un recurso semejante? ¿Sólo por los comentarios de la gente? Aunque no le pega mucho a este contexto, “Ande yo caliente, ríase la gente”. Está escrita en un lenguaje neutro y no muy complejo, además de con muchísimas expresiones que me pueden ir geniales para los casos. El que lleve tantas fotografías y haya ese tipo de información ya de por sí taaaaaan previsible me ayuda a entender mejor, a deducir la información que a mí me interesa. En realidad, no son más que estrategias de lectura que estoy desarrollando para mi memoria y para mis clases. Pero funcionan, funcionan :))) Me encanta sentarme frente a un texto y empezar a subrayar todo lo que ya entiendo sin usar diccionario, sólo aplicando conocimientos previos y e información de otros elementos.

Esto lo aprendí en la universidad con Olga Esteve y Martín Peris. Lo hicimos en un texto en polaco y al final de las dos horas acabamos escribiendo frases supersencillitas en dicha lengua (Alfonso, penica que no las tengo aquí para que las corrigieras. Seguro que dan pena, pero las hicimos sin tenir ni zorra de polaco y deduciendo el funcionamiento de esta lengua a partir de una noticia de deportes publicada en un períodico :))) ) Muy guay, muy guay.

Y bueno, mientras andaba por aquel caótico pasillo de la universidad descubrí que existe el Instituto Confucio. Es un equivalente aproximado al Cervantes, pero para la difusión de la lengua y la cultura chinas (Aquí os dejo el link de la página oficial:
http://spanish.hanban.edu.cn/) Flipé con que una institución como ésta esté ya metida en un país como Serbia; me eché a temblar (no de forma negativa, sino más bien por la sorpresa) de ver que realmente China está extendiendo sus tentáculos por el planeta entero casi sin darnos cuenta. De que se acerca la revolución amarilla :). Porque, señores, a Serbia no ha llegado todavía el esperado Instituto Camoes, acaba de llegar el Italiano, de reabril del Goethe (tras un parón de diez años), el British Council no tiene clases y sólo está como centro cultural y de recursos, el Cervantes no tiene todavía 4 añitos y el Insti Francés va poco más allá que el nuestro. Así que esto puede daros una indicación de la situación del país.

En fin, me tengo que ir ya. Esta semana está todo bastante liado con los mil cursos, conciertos, encuentros e historias varias, sobre todo, teniendo en cuenta que el viernes temprano tempraníssimo me voy para Montenegro, paraíso todavía no descubierto (más que por la mafia rusa, parece ser). Pero más noticias y fotos a la vuelta.
Pd: por cierto, hablando de fotos, he añadido un link en el apartado "Vínculos" (columna de la derecha) con mi espacio en Flickr... Plagiando a otros, vaya :))) Besos a todos.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

26 de septiembre de 2007

Despertador. Segundos. Conciencia. Día gris. Vuelta a la cama. 30 minutos. Música. Sábanas. Cojines. Ducha. Desayuno: café con leche; tostadas. Puesta al día: repaso internacional; momento de lectura internáutica.

Calle. Lluvia fina. Paso rápido. Momento de duda. Sigue lloviendo.
Zeleni Venac: con12 euros: kilo de tomates; calabacín; megaberenjena; lechuga; kilo de zanahorias; kilo y medio de espinacas; medio kilo de champiñones; perejil; huevos; aceitunas griegas rellenas; medio kilo de ciruelas; medio kilo de uva. Incrédula. Sonriente.

Paso rápido. Pensamientos. Día obligatoriamente crítico: Olvido asimilado (?); pasión olvidada (?); propuesta necesaria y obligatoria de resurrección al mundo, a la vida. Sigo pensando. Continuo andando. Paso más rápido. Lluvia fina, pero intermitente. Más pensamientos. Túnel subterráneo: gente, gente, gente, y, sorprendente un Fado, lejano. . Increíble pero cierto. Sonrío. Calurosos recuerdos. Lo agradezco. Gente. Gente. Terraza y café.

Casa. Llamada telefónica. Calle. Ando muy rápido. Casi corro. Instituto: Mails; blogs; tests. Tertulia literaria. Cerveza.

Noche cerrada. Casa. Primer puré de la temporada. Frío otoñal.
Larga llamada telefónica. Agradecimiento. Memoria mortal. Lectura obligada. Lectura relajante. Cansancio. Silencio. Sueño... sueño... sueño... Desaparezco.

martes, 25 de septiembre de 2007

Discussions

Llevo ya bastantes días de silencio. En concreto, los días que anduve por Madrid, los que estuve en casa en Alicante, los días que me fui de congreso a Alicante "capital", los primeros en Belgrado… pero es que llevo una temporada de apatía bloggera. Se me ha escapado la inspiración, por mínima y mala que pueda ser. No sé muy bien sobre qué escribir, qué contar,… Definitivamente, necesito acción en mi vida. Dejar un poco atrás esta tranquilidad veraniega, que está muy bien, pero que no me inspira mucho a sentarme frente a un ordenador y escribir (salvo que esté en algún lugar nuevo y diferente; ahí sí que me vienen un montón de sentimientos, sensaciones, ideas,… que quiero transmitir).

Mi vuelta a Belgrado (mi tercer año ya en estas tierras…. ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Quién me lo iba a decir!) y voy a intentar, en la medida de lo posible, que salga de la rutina que la ha caracterizado en los últimos 12 meses; espero que haya menos horas de trabajo y más salir, más gente, más deporte, más serbio, más cine, más teatro, más fotografía, más viaje… y que con esto, haya más blog. Y estos días son especialmente buenos para ponerse las pilas en ese sentido: como cada año cuando llego en septiembre, Belgrado celebra el BITEF (un reconocido festival de artes escénicas) y el BEMUS (otro similar de música)… así que ahí ando, de teatro en teatro, aunque todavía entienda poco (o nada, en muchas ocasiones, sobre todo, si se trata de obras clásicas de la tierra). Aunque bueno, a lo tonto a lo tonto el otro día conseguí aprender unas cuantas expresiones más.

Éste tiene que ser el año de mi salto al serbio, aunque también tengo intenciones de continuar con el portugués y el alemán, y de ponerme con el griego. Mucho me temo que es demasiado abarcar para este año, así que tendremos que repartirlo en los próximos dos, que es el tiempo que tengo que estar por estar tierras todavía. Después, ya se verá. Todo esto unido a ganas de apuntarme al club de trekking (ya lo tengo buscado), al gimnasio, al curso de fotografía, a shiatsu, a tai-chi, etc, etc, etc… Ya véis, tan ambiciosa como siempre… Ya lo dice mi madre, que no sé vivir sin la agenda llena, aunque por una vez será de actividades que me gusten, que hagan fluir por mi mente nuevas ideas más allá de las “elenianas” (entiéndase, para los poco metidos en el tema, de las relacionadas con el mundo del Español como Lengua Extranjera (ELE). ¡Qué bien! ¡Qué bien!...

La verdad es que una agenda llena a mí personalmente me inyecta energía y vida. No hay nada peor que no tener nada que hacer, que estar ociosa y aburrida en casa (sí, ya sé, que a veces es necesario. ¡¡¡Y qué buenos son esos momentos!!!! Pero hablo en general). Y en esa euforia estoy ahora: en la de las mil actividades, los mil planes y los mil reencuentros, sobre todo, con aquella gente que dejé de ver en junio y con a quien estoy deseando volver a ver, compartir las experiencias del verano (que tanto ha dado de sí!!!), etc.

Entre ellas, he visto ya a Miona. Si es que hubo razón alguna por la que se me ocurrió mandar mi currículum a Belgrado en su día fue precisamente por ella: es una amiga serbia a quien conocí en un curso de alemán en la Volkshochschule de Tübingen el verano de 2003; nos hicimos colegas, pasamos julio y agosto juntas y con la tontería y la coña le dije que algún día iría a Belgrado, que tenía esa corazonada… Curiosamente por aquel entonces no tenía ni pajolera de dónde se encontraba susodicha ciudad. Pero cuando Àngels tiene una corazonada, la tiene de verdad (soy medio brujita, como dice Dani :))) )… Y así fue, nos reencontramos en Belgrado aquel 14 de septiembre de 2005, dos años después de habernos conocido. Aquellos días empecé a compartir piso con ella y fue ella precisamente la que me habló y me llevó al BITEF y al BEMUS por primera vez. Recuerdo aquellos momentos como muy agradables,… pero los problemas de convivencia aparecieron pronto, demasiado pronto. Ella no había vivido nunca antes con nadie, y quizá yo ya llevaba demasiado tiempo viviendo sola y poco o nada me apetecía acostumbrarme a ciertas cosas, a ciertos tonos… Por diferentes razones, perdimos el contacto durante año y medio. No teníamos teléfonos, nada,… pero un día el azar quiso que nos reencontráramos, ni más ni menos que en la puerta de una perfumería (Véase en marzo: Corazón abierto) y olvidamos en menos de un segundo las diferencias que en su momento había habido.

Hace dos días, recién llegada al aeropuerto y acabando de encender mi teléfono, aún esperando mi maleta, recibí un mensaje. Mis ojos no daban crédito: era precisamente Miona preguntando que por dónde andaba, y a continuación una subsiguiente invitación para volver a compartir el BITEF. Y así he “empezado el año”, con una dosis extra de alegría por visitar cada noche un escenario y, sobre todo, por haber recuperado esa vieja amistad que en numerosas ocasiones me había repetido a mí misma que qué pena haberla dejado marchar, que quizá actuamos de forma demasiado precipitada en aquel octubre de 2005… Ahora entiendo muchas de las cosas que me dijo, de las que quiso “aleccionarme” en su momento… Ahora entiendo la mentalidad serbia, cómo piensan, qué quieren, y qué pretendía decirme. Y aunque siento en el alma haber actuado así, me alegra ver que hemos superado todas aquellas diferencias y que ha prevalecido realmente la amistad… Son las 18:15 y en breve debo salir. Nuevamente vamos al teatro. La obra de hoy, Disscussions, desde Helsinki. Discusiones es precisamente lo que no quiero que vuelva a haber entre nosotras. Ya os contaré.



* * * *



Es casi la una de la noche y acabo de llegar a casa FAS-CI-NA-DA. Ojalá todas las "Discusiones" fueran como las que he visto hoy. Una obra de "teatro visual", tal y como se autodefinen los autores: una mezcla de teatro, circo, imágen, etc. en el escenario. Un malabarismo que quita la respiración. En fin, no os cuento más. Mejor que lo veáis. Acabo de buscar en el increible y siempre sorprendente YouTube si había algún vídeo y bingo, lo encontré. Así que os dejo dos: uno que resume la performance de hoy, y otro en el que los autores explican su estilo, su arte, y lo que han querido transmitir, que no es más que una historia abierta a la intepretación.


Si con algún elemento he flipado precisamente ha sido, además de los malabares (¿cómo se pueden hacer malabares supermegahiperrápidos con un bolígrafo, una libreta y una pelota y al mismo tiempo escribir en la libreta cuando la pelota está en el aire?), con la introducción y el juego de la imagen: Tan bien integrada en la obra, tan cercana.


Todos hemos salido boquiabiertos y le hemos dado la máxima puntuación a la obra (el público vota la mejor obra presentada en el BITEF de cada año), pero mejor os dejo aquí el par de muestras para que veáis y juzguéis vosotros mismos (siento decir que se pierde mucho, que gana MUCHÍSIMO MÁS en vivo y en directo (como todo, ya lo sé)).






domingo, 9 de septiembre de 2007

Conductas

(texto escrito el jueves, 6 de septiembre de 2007)
Hacía tiempo, mucho tiempo, que no les prestaba atención alguna a los niños que me rodeaban en un determinado momento, a excepción de mi querida vecinita en Belgrado, Lena. Y ayer, no obstante, no pude evitar fijar mi atención en mis dos compañeritas de viaje Gandía-Madrid. Nuevamente me encuentro en la capi asistiendo a un curso… pa variar. Si bien el contenido no me apasiona, admito que me encantan este tipo de cursos de formación de profesores por toda la gente a la que conoces, a la que reconoces y reencuentras, y el ambiente que generan en general. Y una de las cosas que me resultan curiosas, y que justamente Irene trataba en cierto modo en su blog hace poco, es la forma de denominarnos. Todos adquirimos un nuevo “apellido” en este ambiente cervantino, el cual nos viene dado, evidentemente, por nuestro destino o ya lugar de trabajo: “Mónica, LA DE BEIRUT”. “Carlos, EL DE CASABLANCA”… Pero bueno, sin más rollo. Volvamos al tema de hoy: los niños.

Pues sí. Ayer venía en el tren y en Valencia subieron Ainoa y Nerea. Soy mala para las edades, pero calculo que podrían tener unos 7 y 4 añitos, respectivamente. Se sentaron en el asiento de atrás y me resultó imposible no seguir sus conversaciones. Estaban jugando a las muñecas. Bueno, más bien a la muñeca. Por sus palabras, imaginé que compartían una, y entre ambas se suponía que la estaban vistiendo. Me estaba imaginando el panorama de las mesillas de sus asientos, llenas de vestiditos, faldas, jerseys, bufandas, zapatos, abrigos,… de papel que se enganchaban doblando aquellos papelillos blancos que sobresalían por todos lados. Todavía no sé cómo se me ocurrió imaginarme, ya en el siglo XXI, semejante situación. No sé por qué las asocié a vestiditos de papel. Quizá la memoria de algún momento de la infancia me superó, si bien es cierto que tampoco jugué tanto con papel. La cuestión es que cuando me di la vuelta tenían una auténtica colección de ropa, zapatos y complementos de tela. Monísimos.

Pero como pasa en la mayoría de los casos en que dos hermanas están jugando relativamente tranquilas, al final la cosa se acaba fastidiando por cualquier gilipollez. Y es que hasta las peleas de los niños se me habían olvidado. Pero ayer fue curioso observar (y debe ser el defecto profesional, que todo lo analiza para bien o para mal) que siguen un patrón, un esquema, como cada acto comunicativo en la vida:

1. La colección de ropa de la muñeca debía de ser conjunta porque, ante la primera diferencia de opiniones, la mayor le pidió a la pequeña que le devolviera todas “SUS” prendas.
2. A lo que la otra respondió que ni hablar porque se las había regalado, y “Santa Rita, Rita, lo que se da, no se quita”.
3. Ante esto, la mayor se las debió de quitar a la fuerza porque la pequeña se pilló un rebote del copón.
4. Y como no, el siguiente paso era llorar y acudir llorando a la mama, que estaba en la otra parte del vagón.

Pero lo bueno de los niños es que tan pronto lloran como tan pronto se “ajuntan” otra vez :). Así que después de que la pequeña saliera disparada en busca de la madre y berrinchara un poquito, ésta le echara la bronca a la mayor, etc, etc, etc., la mayor quiso continuar sentada en el asiento de detrás de mí. Minutos le faltaron a la pequeña para volver, feliz, a ofrecerle la merienda a su hermana. ¡Qué poder de perdón y de olvido que tienen los niños! ¡Yo también quierooo!... Flipé…

El caso es que la mayor no debería de tener demasiada hambre porque le contesto a la pequeña: “No quiero”. Pero ésta insistió: “Pero mamá quiere que te lo comas”. La mayor debió de ver la solución en las excusas, ante lo que dijo: “Dile a mamá que en los trenes no se puede comer”. Y la mocosa allá que fue. Instantes más tarde, regresaba con la otra parte de noticias: “Que dice mamá que te lo comas”. “Pues dile a mamá que no, porque me van a regañar”. Y nuevamente, la misma operación: pasillo arriba y pasillo abajo. De mensajera, más feliz que el Guerra… Eso me recordó taaaaaaaanto a mi infancia, cuando yo mandaba a mi hermana a “enfrentarse” con mi madre en las situaciones “peliagudas”. Pero la muy capulla siempre empezaba con aquellas palabras que yo taaaanto odiaba: “Dice la tata que….”. Pa matarla… aunque bueno, el morro también era mío, lo reconozco. Pero visto lo visto ayer, donde nos vi tan reflejadas a mi querida hermanita y a mí, ¿será que esto de mandar a los hermanos pequeños también son conductas inevitables, naturales?

sábado, 1 de septiembre de 2007

Verano en Serbia

Ya estoy de nuevo frente a la brisa mediterránea, que lejos de traerme un final feliz de las vacaciones, creo que lo que me va a traer va a ser un catarro, puesto que desde hace un par de horas comienzo a notarme las anginas. Hace escasas horas que he vuelto a aterrizar en casa después de 10 días por tierras balcánicas. Han sido, de hecho, mis primeros 10 días de verano en aquellas tierras, que siempre he conocido sometidas a efectos otoñales, hibernales o primaverales, a lo sumo. Y sinceramente, el cambio es enorme. Como ya dije en los últimos posts de junio, la ciudad poco –o nada- tiene que ver con el Belgrado de enero o febrero. Ya no sólo por el cambio climático, sino también por el de la gente, la ciudad… Todo revive, todo se mueve, incluso el termómetro, que nos ha llegado a apurar en ciertos momentos superando los 40ºC, a lo que hemos tenido que responder con horas de relax y vaso en mano de Jelen Pivo, la cerveza nacional :)

Han sido 10 días intensos y, en consecuencia, cortos. Además de reencontrarme con bastante gente, tuve la suerte de que me viniera a visitar Irene, a quien fui a visitar a Berlín en febrero (Entradas “Berlín I” y “Berlín II"). Durante estos días, hemos tenido tiempo para hacer un poco de todo: desde contarnos lo sucedido en nuestras vidas en los últimos meses, hasta recordar nuestro primer viaje juntas a Alemania, tomar café en las terrazas del Danubio, pasearnos por las calles de Belgrado, organizar una fiesta en casa, o recorrernos la parte nordoeste de Serbia.

En concreto, a las pocas horas de llegar a Serbia, movidas por conocer algo diferente del país y huir del calor asfixiante de la ciudad, decidimos irnos a Zlatibor. Es una zona de montañas a 230 km. de Belgrado y situada justo en la parte oeste del centro de Serbia en la frontera con Bosnia. Por allí pasaba antiguamente la línea de tren que unía las dos capitales y allí cerca queda el Drina, el río que marca la frontera y que da origen al Nobel más conocido de la literatura serbia: Un puente sobre el Drina, que es el libro que me estoy leyendo en estos momentos. Así que por todas estas tonterías, además de las numerosas recomendaciones que había recibido por parte de muchos serbios, me decidí a llevar a Irene para allá. Y qué mala idea tuve. Personalmente, no me gustó nada. Resultó ser un resort turístico que entiendo que guste a los serbios, pero que para nada sería el lugar de vacaciones que yo escogería.

Zlatibor es un pequeño pueblo muy similar a cualquiera de las aldeas de los Pirineos, pero además, está destinada 100% al turista nacional, así que os podéis imaginar: restaurantes, cafeterías y atracciones para los niños por todos lados. Todos, imagino que la mayoría belgradenses, llegan hasta allí en coche, hecho que después repercutiría en nuestros planes. Nosotras habíamos llegado en autobús, después de casi 5 horas de trayecto… He aquí el autobús, para que os hagáis una idea:

Irene y el trasto en el que viajábamos

Si el autobús puede llegar a espantar a algunos, más os hubiera espantando la forma de conducir del conductor. Irene, acostumbrada al hacer de los alemanes, se ponía las manos en la cabeza y prefería perder su mirada por las ventanas de los lados. El paisaje era bonito, aunque estoy casi convencida de que en invierno lo es más. Quizá me deje caer este año para poder comparar y contrarstar. Quizá Zlatibor, a diferencia de Belgrado, gane en los meses de frío y nieve:

Paisaje de Zlatibor. Me gustó especialmente el color dorado que le daba el trigo.

Los pajares son algo muy frecuentes en el paisaje de la Serbia rural.

Otra de las razones por las que habíamos escogido Zlatibor era porque cerca de allí, a escasos 30 kilómetros, estaban Sirogojno en una dirección y Mokra Gora y el Sargan Eight, en la otra. Sirogojno es un viejo pueblo medieval típico de la zona de Zlatibor que se ha conservado y que han convertido en museo. Aquí os dejo una foto que he sacado de internet:

En Mokra Gora hay otro pueblo similar, Mecavnik, pero este no es auténtico, sino que lo mandó construir el conocido director de cine Emir Kusturica para su película “La vida es un milagro”. Cerca de allí está el Sargan Eight, un tren de comienzos del siglo XX cuyo trayecto actualmente sólo cubre 8 kilómetros que han sido reconstruidos de la línea que antiguamente cubría Belgrado-Sarajevo y que hoy en día, desgraciadamente, ya no funciona.

Las vistas, según dicen, son preciosas. Matizo “según dicen”, porque desgraciadamente no pudimos verlas. Parece que todo se conjuró para que así fuera y estuviéramos condenadas a quedarnos dos días en Zlatibor. ¿Razones?

La primera y principal es que desde Zlatibor NO HAY (increible) autobuses directos a estos lugares, que son el principal atractivo turístico de la zona. Hay que dar una vuelta TREMENDA que te lleva, como mínimo 2 horas. La mayoría de turistas que llegan a la zona lo hacen en coche y, por lo tanto, no tienen el problema que se nos presentó a nosotras. Además, en la ciudad había algunas agencias turísticas que organizaban tours pero ya tenían el cupo completo. Alquilar un coche desde Belgrado nos salía demasiado caro, dado que el alquiler de coches es carísssssssimo en Serbia. Parece mentira.

Así que vistas las opciones que nos quedaban, acordamos a la mañana siguiente levantarnos temprano, coger bicicletas y dirigirnos a Sirogojno, puesto que quedaba más cerca y se trataba del pueblo original. Además, de haber querido ir a Mokra Gora y coger el tren, teníamos que haber llegado allí antes de las 10 de la mañana porque solamente sale un tren al día (a las 10.10 de la mañana). Increible. Se nota que este país sigue, desgraciadamente, no estando preparado para el turismo. Sin embargo, Irene pasó mala noche y no se pudo levantar hasta el mediodía, así que nuestros planes quedaron reducidos a una tarde tiradas en el prado, un paseo en barca por el lago y una cena a la serbia.

Un rinconcito de Zlatibor


Lago en el centro de Zlatibor

Tarde de siesta en uno de los prados, en donde la gente, a falta de playas y esterillas, extiende sus mantas de invierno y se echa a junto al lago.

Por suerte, las cosas estuvieron más moviditas a la vuelta a Belgrado. La primera noche tuvimos fiesta en casa. Miguel, un compañero de trabajo, cumplía 26 y no tenía casa, así que me la pidió prestada para la fiesta. Lo pasamos genial, sobre todo, Irene, que encontró en Meri y Aida, las sudamericanas, las aliadas perfectas para una noche de remembering tübingueño :)

Y el resto de la semana lo pasamos paseando por Belgrado y Novi Sad. En Belgrado, pasamos el primer día por el Danubio. Comida en la terraza del Stara Koliba, un bar flotante que está situado exactamente en la desembocadura del río Sava en el Danubio (para los que no lo sepáis, son los dos ríos que atraviesan Belgrado). Y para bajar la comidita, nos dimos un laaaaaargo paseo hasta Zemun, que actualmente es un barrio de Belgrado pero que antiguamente fue ciudad independiente. Realmente era un pueblo de pescadores y perteneció al imperio austro-húngaro, lo cual todavía puede respirarse en sus calles, en su arquitectura, diferente a la del resto de Belgrado y mucho más similar a la de Novi Sad, ciudad que visitaríamos al día siguiente.

Sin embargo, antes de llegar a Zemun decidimos ir a Lido, una de las “playas” a las que los belgradenses acuden en verano. La otra, es el lago de Ada, del que ya hablé hace meses (Post de abril: Una playita en el centro de los Balcanes). Lido está situada justo en la isla que está en el Danubio y a ella se llega A TRAVÉS DE UN PUENTE MILITAR. Flipé… Se trata de un puente desmontable que jamás antes había visto. En Lido duramos poco porque los mosquitos empezaban a atacar; un par de fotos de la puesta de sol, y marcha en dirección a Zemun, fin de nuestra aventura para ese día.

Durante el atardecer, la luna vista desde el Danubio

Zemun visto desde la isla del Danubio


Y nada, la semana acabó en Novi Sad, en una ciudad a 80 kilómetros al norte de Belgrado que yo ya había visitado en un par de ocasiones y que no me había gustado. Sin embargo, esta vez me encantó. ¿La clave? El tiempo… De verla lloviendo y con frío, a verla con sol, es blanco y negro. De hecho, creo que me gustó más que Belgrado. Es mucho más próxima al norte de Europa, parte que hace unos años me atraía mucho y que últimamente ha dejado de encandilarme tanto… Sin embargo, hablar con Irene estos días ha vuelto a prender esa mecha y revivir algo que siempre ha estado en mi mente pero que parecía haberse diluido con el tiempo: que Belgrado no es el final, que el camino debe continuar, que hay mucho más más allá y hay que aprovecharlo, vivirlo…

En fin, en Novi Sad nos encontramos con un viejo amigo de Irene que había conocido en una Summer University en Polonia y nos hizo un poco de guía turístico, aunque estaba algo nervioso porque al día siguiente se iba a China para estudiar tres años y sus maletas continuaban sin estar hechas.

Lo que más me gustó de Novi Sad: las vacas de la plaza central, puestas sin más afán que ser arte, al igual que los leones que hace unos años (desconozco si siguen allí) poblaban Lyon. Tremenda colección la que tienen, para todos los gustos y colores:





Y nada, el viaje a casa fue “relativamente” tranquilito a pesar de volver con Alitalia. No me perdieron la maleta ni me dejaron tirada. El único susto que me dieron fue que al coger el segundo avión (Milán-Valencia)… ¡Sorpresaaaa! Éramos 2 personas con el mismo asiento: 25L. La chica se reía de los nervios; yo, también. Supongo que ambas temblábamos ante la idea de pensar que eran finales de agosto, que el avión iría lleno, que una corría el peligro de quedarse en tierra… Finalmente, resultó ser que el asiento me correspondía a mí que había facturado antes, pero por suerte quedaba algún asiento vacío en el avión y las dos podíamos volar… Menos mal.

Ahora estoy en Valencia y el ritmo de estos últimos días veraniegos vendrá marcados, parece ser, por mis queridas anginas, que siguen molestándome. A ver hasta cuándo…