lunes, 26 de noviembre de 2007

Intenso domingo

Vaya semanita. Ha sido un no parar constante, sin apenas tiempo para respirar y con la energía muy baja, sensación agravada últimamente por la recaída de anginas que he tenido estos días y el taller que ayer di en la universidad de Belgrado y que me remató. Controlar a 80 personas en un aula sin ventilación con bancos y mesas fijos, cuando habíamos pedido un espacio grande sin muebles, resultó ser más que agotador.

Pero bueno, ayer por la tarde y hoy han sido días de completa desconexión. Además, hoy ha sido un día completito, de esos que cada cosa que me ha ido pasando he pensado: “Lo tengo que comentar en el blog”.

Lo he comenzado de forma diferente: tirada en la caman y viendo “No man’s land”, una película que me recomendó Irene este verano mientras regresábamos a Belgrado en aquella tartana de Zlatibor. No es reciente; es del 2001, y trata de la guerra en Bosnia. Me ha parecido muy buena, aunque sumamente triste y ha conseguido dejarme bastante tocada. ¡Qué injusta es la vida! ¡Qué egoistas somos los seres humanos cuando todo nos va bien, y qué poco nos importa la vida de otros cuando estamos bien acomodados y servidos en nuestro despacho! ¡Qué hipócrita el mundo en el que vivimos, en el que predicamos palabras de apoyo, humanidad,… y después lo único que queremos es preservar nuestro nombre intacto, sin mancha alguna! Mejor no nos pringuemos, no vaya a ser que la cosa nos salpique… He alucinado y todo esto me ha hecho una vez más dudar de este mundo, de la realidad tergiversada e interesada en la que seguro que vivimos y de la que no somos conscientes.

Al terminar, y tratando de evitar que me afectara más de lo que quería, me he puesto a limpiar la casa y he ido al mercado. Es la ruta de cada domingo, y la verdad es que me encanta porque es el día de mayor variedad en fruta y verdura, curioso, ¿verdad? En España yo creo que nunca iría a un mercado un domingo a pillar lo mejor. No obstante, es cierto que con la llegada del invierno se nota que disminuyen las frutas y verduras atrayentes y se van llenando los puestos de patatas, coliflores, remolachas, y conservas caseras. Probablemente sea así hasta marzo :(
Al llegar a casa, he ido a darle los buenos días a los vecinos, y Bojana y yo nos hemos puesto a hablar en el rellano. De repente se ha abierto la puerta el otro vecino y nos ha dicho que nos invitaba a café, que pasáramos. Hemos alucinado un poco, dado que normalmente es con su mujer con quien nos relacionamos y no con él. Pero ante su repentina salida (como si viniera a buscarnos intencionadamente), su sorprendente amabilidad y su invitación insistente, hemos aceptado. Inocentes…

Personalmente, he alucinado cuando he visto que su mujer no se encontraba en casa y estábamos solos él, un amiguito suyo, la vecina y yo. Desde el comienzo, no me gustó la situación, pero vi a Bojana reaccionar con naturalidad y pensé que todo estaba bien. No obstante, yo seguía sin sentirme a gusto. Supongo que se debió al revoloteo inicial constante de ambos sobre nosotras. Era como si se tratara de dos adolescentes altamente hormonados que hubieran perdido el norte. Me dio la sensación, por un momento, de volver a mis quince, momento en que buscábamos situaciones semejantes; cuando en aquella mezcla de sexos, la vergüenza nos invadía y de repente aparecía la figura del celestino tratando de unir a los dos interesados: esta mañana esos dos éramos el amiguito y yo, sólo que con una diferencia: no había ni el más mínimo interés por mi parte.

Tras servirnos un café y un vaso de zumo (entre los dos han conseguido calentar un poco de agua y leche y mezclarlo con café y azúcar, pero no sin nuestra ayuda… ¡qué penoso!), nos hemos sentado en el salón. En un sillón el vecino, él; en otro, ella; y en el sofá, el amiguito y yo.

La cosa ha empezado con la excusa de que querían practicar inglés, pero ha ido encaminándose hacia donde mucho me temía y no quería. Durante el primer año no me importó ser la extranjera con la que la gente quería intercambiar, relacionarse, hablar,… pero ha llegado ya un punto que esta actitud me tiene harta. Si alguien quiere hablar conmigo, quiero que sea porque realmente hay conexión, porque tenemos algo que decirnos. Odio ser vista con otros intereses, y aquí las arpías lingüísticas abundan. De hecho, ya no salgo con quien me pida hablar en español o, aun peor, cuyo discurso empiece con un “corrígeme todo, ¿vale?”. Para eso, que se busquen un tandem o se paguen unas clases particulares. ¿Es que la gente no se da cuenta que ése es mi trabajo? ¿Qué también yo necesito desconectar?

En fin, volviendo al tema de hoy. La cuestión es que estábamos todos en el salón y sin casi haber dejado que pasara el tiempo e intercambiar palabra, al iluminado del amiguito se le ha ocurrido empezar a piropearme. Yo, incrédula. Era como si todo hubiera estado preparado, como si el objetivo era hacerse con aquella españolita que, lejos de su propósito, pensaba: ¿Cómo te atreves a decir esas cursiladas si apenas nos conocemos? ¿Si no hemos intercambiado más que nuestros nombres, a qué nos dedicamos, y la relación que tenemos con el invitado? Ya sé que el amor hace decir gilipolleces muchas veces, ¿pero qué amor ni qué historias hay aquí? QUE NO ME CONOCES DE NADA... Y encima, te atreveces a piropearme abieratmente, delante de todo el mundo... ¿Acaso te has preguntado cómo me puedo sentir? ¿Y si tengo pareja?... La primera vez he guardado silencio e intentando sonreir mínimamente, sin poder evitar lanzarle una mirada a mi vecina preguntándole: “¿Qué c--- está pasando aquí? No entiendo nada…”. He visto en su mirada que estaba tan desconcertada como yo. Contrariamente a lo que pueda parecer, me ha tranquilizado. Aquella situación tan surrealista a mi parecer, también lo era para ella. Este tipo de encuentros organizados y tan directos no suelen tener lugar con tanta frecuencia como yo he llegado a pensar en algún momento.

Al final, el vecino, en un arrebato de bobería masculina (y que nadie se ofenda, pero es verdad. A veces acaban soltando lo que no deberían), ha terminado contando que hacía tiempo que le había explicado a su amigo que tenía una vecina española y que éste insistía en conocerla. Hoy había ido a ayudarlo a subir una lavadora nueva a casa y como recompensa, había que presentarnos. Así que al oirme en el rellano, había salido a buscarme... Pues menos mal que estábamos Bojana y yo, y que no me ha llamado al timbre a casa, porque estoy yo sola en esa situación y me da algo. Detesto estas historias. Y aun más detesto a los celestinos, sobre todo, cuando no entienden que están haciendo el ridículo y aun se atreven a decirme, a cada pésimo piropo que me lanza su amigo, que cómo son los hombres serbios, y que ya quisieran todas las españolas que sus hombres fueran así… ¡Ese narcicismo ciego serbio, cuán poco me gustaaaa! Y lo peor es que lo padecen tanto ellos (que se creen la flor y nata de la belleza terrenal), como ellas (que creen tener a los mejores hombres del mundo). A lo que ya no he podido más y he dicho que no era mi caso, que para mi gusto, sólo se salvaba algún que otro serbio y que en general me había dado cuenta desde que vivía en Serbia de lo mucho que me gustaban los españoles.

He salido de allí escopetada tan pronto como he podido y nos hemos metido en mi casa a comentar la triste jugada. No es la primera vez que me intentan emparejar con alguien en este país, y no sé qué manía tienen de adoptar ese rol de celestinos. El año pasado una alumna quería liarme con un amigo suyo que tenía, ni más ni menos, que 40 años. La verdad es que no tengo nada en contra de la gente de 40… la edad nunca fue algo que me preocupara jamás. De hecho, casi siempre me he relacionado con gente mayor que yo, pero joer… ¿Quién se cree la gente que es? ¿Con qué derecho se cree para organizar tu vida? ¿Para decidir con quien debes estar porque ellos no soportan el hecho de estar solos? Lo peor de esta situación es que me acaba poniendo violenta con quien no quiero. Pero no puedo evitarlo, dado que siento que están invadiendo un terreno de mi intimidad para el cual yo no me he abierto, y mi reacción inmediata es actuar con seriedad y sequedad, como queriendo romper cualquier vínculo que nos pudiera unir. No lo puedo evitar.

Me he sentido tan ridícula, tan estúpida viendo perder mi precioso tiempo de domingo. Menos mal que por la tarde lo he aprovechado en el festival francés de documentales que se organizaba en el Sava Centar. He estado con Miona, que es siempre un placer, y hemos visto 3 documentales:

- El primero, “The decent factory”, hablaba de los analistas éticos que Nokia tiene para investigar en qué condiciones trabajan los trabajadores de sus proveedores en países como China. Ha sido muy interesante.

- El segundo, “Ilha das Flores”, era un corto que ya conocía. Habla de las malas condiciones en que viven los habitantes de la Illa das Flores y denuncia la situación de que haya personas viviendo en condiciones mucho peores que ciertos animales. Lo he encontrado en Youtube en esta dirección. Así que a quien le apetezca, se lo recomiendo. Dura poquito y tiene una forma muy original de presentar la información.

- El tercero, y último, no recuerdo exactamente cómo se llamaba, pero era un documental sobre Muhammad Yunus, el creador del Grameen Bank y de los microcréditos que ha revolucionado la economía de Bangladesh y otros muchos países del tercer mundo. Ha sido muy, muy, muy interesante. No sólo en términos económicos, sino ver también cómo ha hecho que el papel de la mujer entre a formar parte de la sociedad bangladeshí, que tanto el hombre asumiera que tenía un papel fundamental, como ella misma tomara conciencia de que podía hacer algo más que servir a un marido y a unos hijos.
Al acabar me he venido a casa. Mañana madrugo. Esta semana será probablemente tan intensa como la anterior… además del trabajo y de un montón de actividades, tengo mi memoria y empieza el festival de cine de autor con algunas pelis que quiero ir a ver; para el fin de semana, está todavía todo en el aire, pero queríamos escaparnos a Kosovo 10 días antes de que se decida el futuro de todo esto… Pero todo está por ver. Más noticias, a lo largo de estos días.

2 comentarios:

Odara dijo...

¿A Kosovo? ¡Pero tú no paras! Ya debes de conocerte los Balcanes enteros, ¡qué envidia! ;)

Muy buena la aventura del celestino, no te mosquees, si la miras desde fuera es muy graciosa ;) La verdad es que el pavor a la soledad debe de ser otro de los temas comunes entre Serbia y Polandia. Y he de decirte que ante la perspectiva de otro invierno gris y nevado, no me extraña. Lo que más apetece es quedarse en casa en buena compañía, preferentemente con una botella de vino y buena música...

Supongo que "No man's land" en español será "Tierra de nadie". Yo la vi aquí en Polandia hace ya años (una de las primeras pelis no españolas que me atreví a ver leyendo los subtítulos en polonio) y me gustó mucho, si es que se puede usar esa expresión para hablar de una peli así. Sí, es dura, pero es buena. Y, qué sentido del humor...

Ánimo con este principio de invierno. Seguro que esta vez lo soportas mejor :)

¡Besos!

mmelekk dijo...

Brrrrrrr.... ¡¡¡qué frío que hace!!! Estábamos allí metido en un japonés, calentitos, y la salida ha sido MORTAL. No sé cuántos grados habrá, pero regresando a casa se me han congelado las orejas y las manos. Y eso que ha hecho un día precioso, con una luz como la que tenemos muy pocos días de invierno.

Por lo que a mí se refiere, me encuentro muuucho mejor. Gracias. Anoche me metí en la cama a las 22.30 (raro, raro, raríssssimo en mí) y me sentó genial. RECUPERADA :))) Lista para ir a Kosovo, aunque al final no sé si va a poder ser: hasta el jueves, en teoría, sigo sin pasaporte (como no me lo hayan dado antes de la semana que viene, ME DA ALGO); todavía no tenemos claro cómo llegar para evitarnos problemas y provocaciones; el tiempo,... Ya veremos, pero me encantaría.

En cuanto a la historia del celestino,... no es que esté cabreada, pero no sabes cuánto me molesta. Es que es una figura muy habitual; como si fueran niños, como si uno por sí mismo no supiera llegar a su objetivo. ¿En "Polandia" también se da tanto?

Y sí, en español la peli se llama "En tierra de nadie", y aunque "buena" no sea quizá el calificativo más adecuado, entiendo lo que quieres decir. Para esa semana en el festival hay algunas que tienen buena pinta, entre ellas, una mexicana (Stellet LIcht) y una argentina (XXY). Ya os contaré.

Besotes y gracias :)