jueves, 8 de enero de 2009

Días fríos sin gas

Anoche y esta tarde he estado intentando subir las fotos de la Navidad ortoxoda, pero me ha sido imposible; blogspot me da error. A ver si más adelante lo consigo.

Hoy me he levantado con un fuerte recuerdo de lo que fue mi primer invierno en Belgrado. Cada domingo por la noche solía nevar y el lunes el paisaje estaba blanco y no era precisamente fácil ni agradable llegar andando hasta el trabajo. Hoy eran las 7:30 cuando he subido la persiana y me he encontrado con una visión similar de la realidad: todo estaba completamente cubierto de una capa blanca y bastante gruesa de nieve.

Después de 3 semanas sin tocar ni un lápiz, se me ha hecho cuesta arriba regresar al trabajo... Anoche no me podía creer que hoy volvía a ese sitio que tengo allí; por un momento, se me pasó por la cabeza decir que estaba mala y que mejor el lunes. Pero soy incapaz. Esta mañana, sin embargo, todo ha sido mucho más mecánico, rutinario... despertador, ducha, desayuno,... He salido a tomar un café y comer algo con Vasa a una cafetería que nos gusta mucho y cuya fachada es toda de vidrio, lo que permite tener una agradable vista de la calle y de lo que hace la gente. Hoy había pocas personas que se aventuraban a salir y era tremendamente relajante ver cómo nevaba.

He llegado al Cervantes a las 9 en punto y allí no había nadie. Al entrar en la Sala de Profes daba la sensación de haber estar cerrada a cal y canto durante un mes... ¡qué frío! ¡qué soledad! ¡y qué falta de luz a causa de ese cielo plomizo! De repente, me ha entrado el pánico: anoche algunos barrios de la ciudad ya se habían quedado sin gas por la crisis bilateral que atraviesan Rusia y Ucrania y que está teniendo consecuencias en toda esta zona especialmente... ¿Habría calefacción? ¿Funcionaría?

He respirado aliviada al enchufar el radiador y ver que echaba aire caliente. Por un momento, me he visto como un pollo congelado en una cámara frigorífica toda la mañana ya que me tocaba sesión de tests de nivel y no había manera de proponer una sesión de trabajo desde casa. No obstante, y a pesar de que la sala de profes no es muy grande, le ha costado más de 2 horas calentarse. No podéis ni imaginar el dolor de dedos que tenía mientras respondía al montón de mails acumulados que tenía en la Bandeja de entrada. Por un momento, he recordado los fríos y húmedos inviernos valencianos y los dedos siempre amoratados de mi amiga Ana, que era (y es, vaya) blanca, blanquísima y tenía una circulación no muy buena, por lo que sufría especialmente las consecuencias hivernales en su piel.

Como he estado sola hasta bien entrada la mañana, he aprovechado para escuchar un rato la radio mientras trabajaba. Durante la emisión, han contactado con el Cervantes de Sofía, con profesores universitarios españoles viviendo en Rumanía y con algunos de Hungría para ver cómo estaban viviendo esta crisis del gas. De repente, me he sentido olvidada en un agujero negro y frío... Han hablado incluso de Bosnia y de los dos inviernos (el del 94 y el del 95) que pasó sin calefacción a causa de la guerra. No sé por qué, pero en ese momento me he sentido especialmente triste. Sé que Serbia importa poco o nada al mundo, pero de repente me han dado ganas de decir que tampoco nosotros tenemos gas, ni siquiera reservas (como han manifestado todos los países arriba mencionados), y que ya estamos empezando a sufrir las consecuencias... aunque sé que de poco hubiera servido.

Menos mal que yo tengo calefacción eléctrica en casa porque de lo contrario no sé cómo estaría sobreviviendo... Me imagino que en casa de alguien porque las temperaturas no suben de los -5ºC y dudo que lo hagan en los próximos días.

Repasando diarios occidentales y de la zona, escuchando a unos y a otros, veo cómo nuevamente somos víctimas de la manipulación de los malditos políticos. En España, hasta estos días se había estado escuchando que era Rusia la que había cortado el gas porque Ucrania no pagaba. Aquí en Serbia, donde creen que sus amigos los rusos nunca los van a dejar ni a putear, se está diciendo que son los ucranianos los que están cortando el suministro a Europa... y en otros medios europeos se ha empezado a hablar ya de "crisis bilateral" y que se apañen como puedan, pero que manden gas de inmediato. ¿A quién creer?

La tarde de hoy pensaba pasarla echando alguna foto por ahí porque está todo precioso, pero la verdad es que hace demasiado frío y anochece pronto. Por lo tanto, creo que es casi mejor que me quede en casita y que aproveche para escribir un poco aquí, actualizar el blog de Egipto, subir algunas fotos y rematar el libro que me han regalado estas navidades: El mundo, de Juan José Millas. Es Premio Planeta 2007, y sin ser ninguna maravilla, me ha gustado porque me ha hecho gracia ver de dónde se ha sacado las historias y personajes de algunas de sus novelas anteriores que había leído... Me ha encantado confirmar que cuando uno escribe, inevitablemente, muestra siempre algo de sí mismo aunque haya mucha, mucha ficción de por medio.

Pues nada más... de momento me voy retirando, a ver si cumplo alguno de los objetivos propuestos para esta tarde.

miércoles, 7 de enero de 2009

Navidades a la serbia

Me he ido y he vuelto. Me he vuelto a ir y he vuelto a regresar, y esta vez para una temporadita. Llevaba tiempo sin pasarme por aquí. A pesar de que pensaba pasarme por aquí en vacaciones de Navidad, no me lo ha permitido la época de “fobia tecnológica” que atravieso últimamente y que creo que tiene su origen en el campo laboral.

En el 2009 necesito un cambio “bastante radical” de estilo de vida, que debe centrarse, sobre todo, en cuidarme a mí. Sí, así de egoísta y así de necesario. Necesito calma en mi cuerpo y en mi mente y esta vez espero conseguirlo, aunque tenga que renunciar a algunas cosas.

Por lo demás, deciros que ayer y hoy han sido mis primeras navidades en Belgrado, donde la temperatura me sorprendió con -8ºC al bajar del avión… Si bien no me han sorprendido mucho, ha habido cosas diferentes. Por ejemplo, anoche, “Nochebuena”, estuve en casa de Vasa y allí esperamos a su padre, que debía entrar en casa con hojas secas de robre en la mano y saludarnos deseándonos “Feliz Navidad”. Nosotros lo recibimos en el interior, responiéndole al unísono "Feliz Navidad" y lanzándole granos de maíz (sí, sí, como hacemos en las bodas con el arroz, pero esta vez cambiamos el tipo de cereal).

Más tarde, quemamos parte de las hojas para bendecir la casa durante el año siguiente y el resto nos las llevamos a Sveti Sava, el gran templo ortodoxo (dicen que se trata del mayor de los Balcanes). Allí, había que quemarlas en la hoguera común que habían encendido en los jardines. Aquello estaba llenísimo a pesar de la temperatura, y menos mal que yo fui con la cámara y me entusiasmé echando fotos porque de lo contrario creo que el frío me habría podido… ¡qué dolor de nariz! ¡y de orejas! ¡y de pies! ¡¡¡y de todo!!!

Después nos aventuramos a entrar en el templo y, curiosamente, lo difícil fue salir. Allí estaba medio Belgrado concentrado y sólo habían abierto la puerta principal como lugar de acceso (¡y de salida!)… Casi me muero, ya que la gente empezó a empujar, no se sabía muy bien hacia dónde iba la corriente y en dos ocasiones sentí que me daba algo, enclaustrada como estaba por tanto gigante serbio.

Del templo me sorprendió enormemente no el gentío (que también), sino ver colgar dos banderas enormes del interior del templo. ¿Alguien se imagina dos megabanderas españolas colgando en la Catedral de la Almudena, o en la de Santiago, o en la Pilarica,… o en la que sea para celebrar la Navidad?

El resto de la noche transcurrió tranquilamente. Salimos un rato con algunos amigos y nos retiramos sobre las 2 porque hoy “había que madrugar” ya que el desayuno era en familia. La abuela de Vasa ha llegado temprano porque tenía que preparar la česnica, una especie de pan o burek en la que había una moneda y quien la encontrara sería afortunado en el tema económico este año. Un roscón de reyes salado y un poquito más insulso para mi gusto, vamos.

Ya sentados en la mesa, me ha hecho gracia ver que todo el mundo rebuscaba qué trozo quería porque creía que iba a contener la moneda. Yo he cogido el que estaba más arriba y que parecía que nadie quería... ¡Y qué casualidad! Para envidia de los allí presentes, en mi trozo estaba la moneda :), así que he tenido el honor de llevarme los 1000 dinares de premio que había :) (unos 12euritos al cambio).

El resto del desayuno ha sido un poco extraño… pihtija, una mezcla gelatinosa de carne y especias que no estaba mal con la česnica, pero de la que he tomado poco, pita de patata (algo similar a nuestro hojaldre), remolacha y pimientos y coliflor encurtidos… De postre, baklava, que aunque todos la devoraban repitiendo lo buena que estaba, para mi gusto es muchísimo mejor la turca.

A lo largo del día, ha habido más comilonas: al medio día han servido diferentes tipos de carne, patatas al horno, ensaladas,… pero no he podido comer mucho. Estaba todavía llena y sólo me han entrado de postre dos trufas españolas que les he traído junto con turrones variados. ¡Y es que qué vicio!Me he pasado las navidades enteras persiguiendo a las trufas de Hacendado… Ahora sólo deseo que poco a poco se vaya esfumando ese deseo de chocolate constante a medida que me voy involucrando en la rutina serbia.