sábado, 28 de julio de 2007

Entrada del 22 de julio

He escrito una nueva entrada sobre mis últimas excursiones lisboetas, pero aparece publicada el 22 de julio ("Lisboa y sus alrededores"). Beijinhos.

jueves, 26 de julio de 2007

Felicidade... muita felicidade

Estoy que todavía no he aterrizado, y no precisamente de uno de los múltiples vuelos que he tenido que coger en este último mes a Madrid, aunque en cierto modo todo guarda relación. Por fin, ese largo, tedioso y angustioso mes de estudio, trabajo, nervios, baremos, exámenes, resultados,... ha traído su fruto: por fin tengo la plaza fija en el Cervantes. Aún no me lo puedo creer. Y además, en Belgrado. Ni Recife, ni Sydney, ni Pekín, ni mil y un destinos más que en algún momento pude llegar a pensar de acuerdo con las posibilidades que me habían barajado en la entrevista. Todo un regalo, la verdad. Ni grandes cambios, ni mudanzas, con un ambiente ya sólido y genial, con posibilidades de continuar progresando en mi serbio, entre mil y un proyectos más que ahora más que nunca veo realizables.

Cierto es que ha sido fruto de mucho trabajo, esfuerzo, ilusión, pero también de mucho mucho apoyo por parte de muchos de vosotros y, sobre todo, de alguien superespecial que seguro que se reconocerá en estas palabras cuando las lea. Mil gracias.

Ahora estoy deseando disfrutar estos días al máximo en Lisboa y después, volver a casa. Esta vez no por Navidad, sino por vacaciones de agosto. Creo que hace años que no las he pasado en Verger, pero ya toca, aunque sean 15 días. Y es que me muero de ganas de ver a mis padres y de darles un abrazo enooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooorme. De agradecerles tantos años de esfuerzo, de apoyo, de darme tooooooooooodo lo que he pedido, de paciencia para aguantar mis coñazos, de aguantar ausencias, viajes, escapadas constantes... De veres, no sé com agrair-vos-ho...

Y eso, que estoy feliz, feliz, feliz, feliz de la vida. Que me voy de cena ahora y luego, a bailarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Hoy hemos quedado un grupo grande de diferentes cursos y estoy muy ilusionada. Por fin he conocido a gente diferente del ambiente en que suelo moverme, gente interesante... y como bien predican las leyes de Murfy, a 2 días de irme... Es que... Me voy. No quiero quejarme más, por lo menos, durante un tiempo. Beijinhos.

domingo, 22 de julio de 2007

Lisboa y sus alrededores

(Aunque esta entrada aparece publicada el 22 de julio, en realidad la estoy escribiendo el 28)
Por fin ha terminado el curso de portugués. Por fin, estoy totalmente libre y con posiblidades de disfrutar Lisboa al máximo, lo cual me ha llevado a cambiar mi billete de avión para el lunes 30 y quedarme unos días más puesto que sentía que esta ciudad todavía podía ofrecerme más. Justo ahora es mediodía y afuera hace un calor terrible, así que he decidido regresar un ratito a casa para dejar que pase este calor tan fuerte. Más tarde saldré para visitar la Casa del Fado y pasear un poco por el barrio de Graça, que todavía no lo tengo muy visto. Dado que tampoco tengo ya nada que hacer, he decidido actualizar el blog y explicar qué tal ha ido esta última semana por acá.





En cuanto a cuestiones académicas, debo decir que me siento bastante contenta al final porque pensaba que no había aprendido mucho portugués pero he visto que, por lo menos, algo sé ya que el martes hice el examen oficial de portugués (el equivalente al DELE inicial), y fui capaz de entender todo lo que se me pedía y escribir incluso una carta formal y otra informal sin muchos problemas. Tendré que esperar a los resultados que recibiré en un par de meses, pero yo creo que uno en el fondo sabe más o menos cómo le fue.





También esta semana pude desahogarme en las autoevaluaciones de los profesores y de la organización de los cursos en general. Fui bastante crítica y acabé escribiendo dos hojas por delante y por detrás en portugués, hecho que me hace pensar que obligatoriamente he mejorado en algo mi expresión escrita ya que hace 4 semanas justas no quise hacer el test de nivel porque sabía que no iba a dar ni bola, puesto que no sabía escribir absolutamente nada.

En cuanto a temas extraacadémicos, genial. Este fin de semana pasado estuvo altamente (como dicen los portugueses para decir "muy bien"). El viernes fue la fiesta de final de curso organizada por el Servicio de Alumno al Estudiante. No estuvo mal, si bien es verdad que participaron pocos estudiantes (unos 50). Calculo que en total, en los cursos, éramos unas 150 o 200 personas. También el número de profesores se podía contar con los dedos de una mano (Ahí me di cuenta de lo mucho que se alegran los alumnos cuando un profesor asiste a este tipo de eventos, algo que no siempre apetece desde la otra óptica), pero los pocos que estuvimos presentes, lo supimos pasar bien: primero unas saridinhitas grelhadas y después, baile, mucho baile. Los chinos macaensese (de Macau, una antigua colonia de Portugal en el China) al comienzo no querían salir a bailar.
Saqué a un par de macaenses de mi clase, y de ningunas de las maneras conseguí hacerlas mover ni un centímetro de su cuerpo; sin embargo, 2 horas después vi que empezaban a soltarse, aunque siempre dentro del grupo de macaenses. Les daba pánico tener que bailar con "occidentales"... No entiendo por qué. La verdad es que me ha gustado el grupo de chinos que hemos tenido esta vez en los cursos. He aprendido mucho con ellos y me han hecho reflexionado bastante, sobre todo, teniendo en cuenta que cabía la posibilidad de que me mandaran a China a trabajar. De entre todos los macaenses, con la que más relación he tenido ha sido con Anabela, quien, además de simpática, tiene una carita tan dulceeee... Me encanta. Aquí os la presento:

Y nada, el sábado lo aprovechamos para hacer más turismo interno por Lisboa. Lo dedicamos al tramvía 28, a la casa de Fernando Pessoa, al Parque da Estrela, al barrio de Alfama, al Barrio Alto, a degustar la gastronomía portuguesa, siempre sorprendente... Fuimos las tres mosqueteras (Marina, Helena y una servidora) y la verdad es que lo pasamos mu bie'. Como de costumbre, ahí van algunas fotos:






El eléctrico 28, el más turístico de todos, que recorre la Alfama y la Lisboa Baixa. Este fue el origen de nuestra jornada turística y nos llevó hasta el barrio donde vivió Fernando Pessoa. Es el tranvía más turístico de la ciudad, pero realmente recorre zonas muy interesantes y con mucho encanto.


Pero no es el único . Aquí hay otros también interesantes:



Tranvía que va desde lo alto del Barrio Alto hasta la zona portuaria de Cais de Sodré.


El Barrio Alto es un barrio supercurioso. Está en el pleno centro del Lisboa y, a diferencia de como imaginamos el centro de una ciudad (incluso más bien me atreviría a decir "capital"), éste no está bien cuidado. Más bien está muy, pero que muy descuidado, aspecto que para el turista al que le gusta callejear y vivir el ambiente de la calle puede resultar interesante, pero que yo detestaría si fuese un lisboeta que tiene que vivir en estas calles cada día de mi vida. Aquí os paso algunas muestras:


Puerta de una casa de la que quedaba poco más que la fachada principal.


Estado general de muchas de las casas del Barrio Alto.


Sin embargo, y curiosamente, por las noches este barrio se convierte en el punto de encuentro de muchos lisboetas y extranjeros que invaden los ciento y un locales que hay por todo el barrio. Es una pasada. No importa qué horas sean, ni sábado, domingo, lunes o miércoles... qué más da... siempre hay gente hasta el punto de abarrotar las calles y resultar difícil moverse por algunas zonas.


Sin embargo, lo que más me sorprendió el sábado fue algo que descubrimos mientras andábamos por la calle, sin irlo a buscar: El Cementerio de los Placeres, un cementerio situado justo al final de la línea del "Eléctrico 28". Un cementerio de gente adinerada de los siglos XIX y XX que nos dió una primera idea acerca de cuán diferentes son los cementerios portugueses. Y es que en este mes me he percatado de lo cercanos geográficamente hablando que estamos españoles y portugueses y lo lejanos que estamos en otras cosas. Apreaciación que no sólo hago en relación a los cementerios, sino también a otros aspectos que pueden abarcar desde los horarios (de los que ya hablé), hasta ciertos rasgos lingüísticos (que otro día comentaré). Aquí van algunas fotos de dicho cementerio:



La Rua 14 del Cementerio de los Placeres. Realmente, si uno desconoce que se trata de un cementerio y no relaciona los cipreses con este tipo de lugares de descanso eterno, dicha fotografía podría pasar casi casi por una calle de casas bajitas, cada una con sus puertas, sus ventanitas,... y hasta sus cortinas para protegerse del sol. Y si no, mirad las siguientes fotografías, que fueron algunos de los aspectos que primero nos sorprendieron en susodicho lugar:




Incluso algunos siguiendo la moda IKEA del siglo XXI:



Pero la gran sorpresa nos la encontramos cuando metimos la cabeza entre las cortinitas o entre alguna puerta medio abierta y descubrimos que esta gente no cierra las cajas en piedra, sino que las dejan tal cual, a la vista:




Por cierto, en esta foto anterior no sé si veis una pequeña botellita justo a la derecha del barrote de la derecha: se trataba una botella de ginginha, el licor de cereza del que hablé en alguna entrada anterior en la que explicaba nuestra visita al Castillo Medieval de Óbidos. Pues bien, a modo de ritual egipcio, también aquí parece ser que acostumbraban a dejarles a los muertos lo que les gustaba hacer en vida.


Por cierto, hablando después con los propietarios de una tasca portuguesa a la que hemos ido a comer varias veces, nos comentaban que para ellos era mucho mejor su forma de enterrar (dejando las cajas al aire libre), puesto que sentían que tenían a los muertos mucho más cercanos que si los encerraban en piedra. Nuevamente: hay que ver cuánto nos influye la cultura, cómo determina nuestra forma de ver el mundo, de sentir, de vivir y morir... En fin...


El domingo fuimos a Sintra, un pueblo que queda a unos 30 kilómetros de Lisboa pero que es una pasada porque tiene un microclima especial que hace que haya una vegetación abundante y totalmente diferente a la planicie que lo rodea. Creo que esta belleza natural fue la que llevo a la realeza portuguesa a instalarse allí hace unos cuantos siglos (aunque ahora carecen de ella), además de lo bonito que resulta el pueblo, de influencia árabe:




Sin embargo, hoy en día, lo más atractivo de Sintra son las tres grandes construcciones que tiene. La primera que se puede ver es el Palacio Nacional, situado justo en el centro del pueblo y en donde hay una magnifica colección de azulejos, que son abundantísimos en Portugal y, por supuesto, tienen su origen en la presencia árabe en la Península. Tanto en Sintra como en Lisboa es muy frecuente encontrar cientos de fachadas recubiertas de azulejos; cada una con su cenefa, con su color, con su carácter. Son una auténtica pasada. La verdad es que a lo largo de este mes he conseguido hacer una buena colección de fotos de azulejos. A ver si uno de estos días cuelgo algunas:




Palacio Nacional de Sintra. Lo que más me sorprendieron fueron esas dos grandes chimeneas que durante la visita descubrí que se correspondían con las chimeneas de la cocina del palacio.


Nuestra segunda visita fue el Palacio da Pena, que es la gran atracción turística de Sintra y que, curiosamente, cuando llegué y lo vi me recordó muchísimo a la visita del Palacio de Neuschwanstein (aquí os dejo un link para los que no lo reconozcáis por el nombre: http://www.viknet.pl/swiatnarowerze/neuschweinstein.JPG), en Alemania, aquel verano del 2001. ¿Os acordáis, meninas, cuando alquilamos aquellos Ford Ka y nos fuimos las 5 de ruta turística por el sur de Alemania? ¡Qué tiempos!



Pero lo más curioso fue que, leyendo la guía turística, el arquitecto del Neuschwanstein es el mismo que el del Palacio de Pena, ya que el rey de Portugual lo mandó traer para que dirigiese las obras. Flipé, pero es que en cierto modo tenía que existir alguna relación porque ambos palacios están situados en lugares muy muy semejantes, tienen una forma muy similar y, para el gusto actual, resultan kitsch a más no poder.

El Palacio de Pena, situado arriba de una colina, a 7 km. del centro de Sintra y al que accedes después de atravesar una zona con una vegetación densísima.


Aspecto del castillo.

Detalles de las ventanas


El interior del palacio es una pasada porque se conserva con todos los muebles y cosas que usaba la realeza en su día a día. Dicen que la habitación de la reina Amalia está tal cual la dejó el día que tuvo que exiliarse porque habían proclamado la república (1910). La verdad es que está superbien conservado y aluciné con la riqueza que atesora, con muebles procedentes de todas las colonias portuguesas que, a mi parecer, resultan mucho más exóticas y variadas que que tenían los españoles... Había muebles espectaculares. Y bueno, si yo flipé, más fliparon todavía los dos estadounidenses con los que fui para allá. La verdad, no me imagino viviendo un país donde no exista nada de esto, donde la cultura se remonta únicamente a cosas que tienen 300 años...

La última visita que hicimos fue el Castillo de los Moros, situado justo en la colina de enfrente del Palacio de Pena. Para llegar hay también que atravesar una zona de montaña con una vegetación fascinante y con formaciones rocosas no menos sorprendentes. Aquí van algunas fotos:

El Castillo de los Moros visto desde el Palacio da Pena. (Está justo a la izquierda, sobre la colina de rocas... no se aprecia muy bien, la verdad).

De camino al Castillo

Ya dentro del Castillo, que recorrimos de cabo a rabo. De hecho, empezó a anochecer cuando estábamos allá arriba y en lugar de ir por el camino convencional, nos aventuramos a bajar por el medio del bosque. Llegó un momento que estábamos los 3 cagados, pensando incluso en los escasos minutos de luz que podíamos tener, pero al final todo salió bien. Curiosamente, cuando el pánico se apoderó de nosotros, estábamos a escasos metros del pueblo, pero la vegetación era tan densa que no nos lo permitía ver. Cuando lo descubrimos, os podéis imaginar las risas que nos echamos :)



Y nada, esta semana las visitas se han centrado más en Lisboa y Bélem. A ver si uno de estos días tengo tiempo para colgar algunas fotos. Ahora me voy para Graça, puesto que me gustaría ver la Casa do Fado antes de que la cierren. Hasta la próxima.

jueves, 19 de julio de 2007

Nuevamente aquí

Nuevamente aquí.
Por fin respiro tranquilidad. Por lo menos, cuando mi mente me lo permite y la verdad es que, dentro de lo malo, se está portando bastante bien. Desde el martes sufro un tipo de estrés pos-entrevista inevitable y matador por momentos. Hay veces que me tortura estúpidamente y hoy he decidido que tenía que llenar mi día de actividades para intentar pensar lo menos posible y evitar momentos de derrumbre como el de anoche, en el que toda esa porquería de siempre me volvió a salir después de un par de meses buenos.
Esta mañana, como de costumbre, he estado en la universidad. Sigo con todas mis quejas, con esos momentos de pérdida de paciencia interior en los que descargo toda mi rabia en las hojas del final de mi cuaderno,... pero hoy decidí hablar, hablar y hablar. Ya está bien de que hable ella. Le hemos propuesto que queríamos hacer la segunda parte de la clase, la "oralidade", tal y como ella la titula, en la cafetería a modo de conversación más informal, pero también más natural. Y ha aceptado. Faltaría más que esta señora no aceptase, con lo poco que me parece que le gusta trabajar. Ayer llegó a las 9.30, cuando se supone que las clases comienzan a las 9. Pero es que no ha sido el único día. Esta semana no ha habido día que fuera puntual y yo creo que la gente se está empezando a cansar... Pero a lo que íbamos: que hoy aproveché para hablar, dado que no estábamos en este contexto tan formal del aula donde me resulta más violento arrebatarle el turno de palabra. Hoy en la cafetería me sentía más libre y, a mis intervenciones, se han unido las de mis compañeros. Así que vamos mejorando.

Hoy éramos sólamente 3 en clase: Josean, de Canadá; Samantha, de los Estados Unidos; y Andrea, de Italia. Las dos primeras son normales, pero el tercero es un tipo raro, muy raro. En realidad es un niñato (y está quizá mal que yo hable así porque yo suelo ser siempre la niñata en todos los contextos en que me muevo), pero es que suelta sólo tonterías... Y además, tonterías macabras. Es un italiano pijo, pijísimo, apasionado por las armas, el ejército, la mafia..., y hay momentos en que os juro que me da miedo. A las 11 de la mañana suele venir a la mesa donde me siento y se bebe, en menos de 30 minutos, 2 cervezas y un whisky. Yo flipo, mientras sorbo mi café y como alguna pequeñez. Y él se siente tan chulo, tan macho, tan feliz. Detesto a los hombres así. ¡Son taaaaan patanes!

Al terminar las clases, me he ido cerca de Cascais, a casa de Raquel. Y es que hoy su marido cumplía años y me han invitado. Hemos comido todos juntos y me hubiera gustado quedarme para la cena (que era la idea con la que Raquel contaba), pero había ya quedado con estas mujeres (con Helena y Marina. Estoy a la espera de que me manden un sms para ver adónde vamos esta noche...) y me apetecía más venirme para Lisboa. Además, quería hacer un poco de turismo solitario por las callejuelas lisboetas y hoy, aunque ha hecho bastante fresco, el día ha salido soleado y bonito. Así que estaba deseando pillarme la cámara de fotos y escaparme. Cada vez me gusta más perderme por ahí sola y perder tanto tiempo como me apetezca sacando fotos, cosa que no siempre puedes hacer cuando vas acompañada porque hay gente que se impacienta. Me relaja mucho y además, me hace feliz. Es curioso pero me sucede que a veces organizo mi mundo a partir de imágenes, a partir de fotos que haría. Y así es cómo recuerdo después mis experiencias,...


De vuelta a Lisboa, me he ido a la Alfama y al Castelo. Eran las 7, así que la luz estaba perfecta para mi gusto... Aquí una muestra de lo que me he encontrado:

Arco de la Praça do Comerço, a 30 segundos de donde me estoy alojando y punto de partida del paseo que he dado hoy.


Montones de callejuelas con puertas pequeñas de colores muy variados y con las cuerdas para tender la ropa en la calle... Quizá para algunos resulte antiestético (véase en Barcelona, que está prohibido), pero de verdad creo que tender la ropa en la calle da mucha vidilla a las ciudades. Lisboa es una muestra de ello.



Una vez arriba, ya en el castillo de San Jorge, he podido observar toda Lisboa, el Tajo y la parte de enfrente: Casilhas, etc... donde estuve el otro día con Helena cenando en el "Ponto Final".

Al fondo se puede ver el puente que aparece en la entrada "Segunda Semana en Lisboa", pero desde la perspectiva lisboeta y con una luz diferente.


La llegada al Castillo, cuya entrada es una esplanada desde la que se puede ver esa vista y donde hay bancos para sentarse, etc. ha sido muy bonita porque justo en esos momentos he escuchado una voz que comenzaba a cantar fado. Había pocos turistas porque ya era tarde y hacía fresco, así que rápidamente he sido capaz de identificar la voz. Se trataba de una señora mayor sentada en uno de los bancos. Probablemente fuese una lisboeta que había ido a pasar la tarde, puesto que los residentes de la ciudad tienen acceso gratis a las instalaciones. Todo el mundo, fingiendo que iba a la suya, estaba en realidad prestándole atención a aquella mujer tan emocionada, tan apasionada con lo que cantaba. Al terminar, los escasos turistas que andábamos por allá, y sin acuerdo previo, hemos comenzado a aplaudirle y nos ha respondido con otro fado. Ha sido muy bonito el momento.

Pero a los pocos minutos, he decidido seguir mi visita porque era tarde y tenía poco tiempo para visitar el castillo. Ha sido entonces cuando ha empezado la puesta de sol...

Muralla del Castelo con la Lisboa Baixa al fondo.


En los "jardines pétreos" del Castelo

Puesta de sol en lo alto del Castelo

Y nada... cada día de estos que me quedan lo voy a aprovechar para recorrerme un rinconcito de la ciudad. Mañana no sé cómo va a estar la cosa porque hay cena de la Universidad (Por fiiiiin!!!! Tres semanas después del comienzo del curso, se organiza la primera actividad conjunta para que los estudiantes de todos los grupos se conozcan. Resulta irónico que se trate de la fiesta de despedida... ¡Vaya desastre!), pero el sábado tengo pensada la ruta del "Eléctrico 28" y el domingo "Día solitario en Sintra". Me apetece. En estos últimos días, dada la "frustración" de mis expectativas generales de Lisboa, tengo la sensación de que me apetece pasar tiempo sola. Huí de los cursos de formación del Cervantes porque estaba harta de conocer a gente con ese perfil, pero en el fondo he echado mucho de menos el ambiente de esos cursos, donde siempre me lo he pasado genial. En fin, tendrá que ser en otra ocasión. Me voy, que me esperan. Beijinhos.

domingo, 15 de julio de 2007

Segunda semana en Lisboa

Dos semanas en Lisboa y una sin pasar por este diario. Definitivamente, no estoy cumpliendo con esos objetivos blogfolianos que tenía, aunque voy a intentar enmendar mi actitud en las dos próximas semanas, que también son, muy a mi pesar, las últimas. Matizo que "muy a mi pesar" porque parece que Lisboa empieza a resucitar, por fin: la gente de la clase ya habla, ya tengo tiempo para salir, he empezado a hacer mis primeras escapadas fuera de Lisboa (sin contar los viajes a Madrid), están planeados los primeros conciertos, cenas, etc. y, como no, también mi portugués empieza a coger forma :) Ya hablo, ya... aunque sean frases cortas y con una pronunciación que necesita mejorar mucho. Pero lo importante, de momento, es que me comunico, que consigo mis objetivos :)

En esta última semana he tenido que ponerme bastante las pilas con todo lo que habían hecho en clase los días que no anduve por la universidad: ¡Qué barbaridad! Todos los tiempos de Indicativo: presente, todos los pasados, futuro, condicional,... además de preposiciones, pronombres de OD y OI,... y como no, sin acompañarlos de actividades comunicativas que demuestren cómo se usan, ni actividades que permitan ponerlos en práctica de forma real y próxima a las comunicaciones del día a día; en este lugar, el manjar se sirve en bandejas gramaticales acompañado con absurdidades de una calidad suprema del tipo: "Bueno, el futuro y el condicional los portugueses no los usamos prácticamente, así que os los aprendéis para el examen; en realidad, no necesitáis usarlos fuera de clase". ¿Cómo se puede hacer semejante comentario en clase? ¿Cómo se puede entrar diciendo que los pronombres son complicadísimos? Son un fenómeno que se dan en todas las lenguas, y deberíamos partir de ese principio; cada alumno que fuese capaz de identificar el fenómeno en su idioma y luego, ver las diferencias. ¡Pongámos en práctica el interlingüísmo que tanto vendemos!... Sigo en mi sopresa constante, en mi incredulidad, aunque dentro de mí hay algo que me repite: "No sé por qué te sorprendes. ESA es la realidad que sigue abundando en Europa, se quiera o no".

Definitivamente he llegado a la conclusión de que mi queridísima profesora hace mucho tiempo que no pasa por un curso de metodología porque, además de presentar los contenidos como vengo explicando en mis últimas entradas, le encanta ser el centro de atención: hablar, hablar, hablar, hablar y hablar. Le encanta escucharse y apenas conoce lo que es "escuchar al alumno" sin corregirle, dejarle hablar, expresarse. A cada dos palabras, interrumpe y nos suelta un rollazo aburrido, poco interesante para quien tiene ganas de contar. Bueno, y hace un montón de cosas más que sonarían aburridas y pedantes en estas entradas y con las que tampoco me apetece daros el coñazo, pero que son de ponerse las manos en la cabeza.

Pero si algo me ha alegrado en clase esta semana es que, por fin, ha resucitado cierto espíritu grupal. Todavía no me atrevo a proclamar la buena nueva a los cuatro vientos, pero anteayer viernes ya fuimos a la cafetería 4 de nosotros e incluso después, al terminar la clase, 2 me propusieron que por qué no hacíamos algo juntos esa tarde. Rechacé porque ya tenía planes con Raquel, una compañera venezolana del máster que vive acá en Lisboa, pero me alegró la propuesta que, aún no ser nada interesante para mi gusto (ir a comprar ropa), no dejaba de ser un primer paso :)

En general, sigo saliendo con los de un nivel superior, los de intermedio. Me llevo mucho mejor y, además, aprendo un montón con ellos. Esta semana hemos paseado y salido bastante por el Barrio Alto, que es una pasada. A pesar de ser un barrio bastante degradado, viejo y lleno de "actos vandálicos", hay un ambiente que te mueres. No hay más que llegar un día cualquiera entre semana a partir de las 23:30 o 24:00... Las calles están repletas y, según dicen, hasta el amanecer. Yo no he estado hasta más allá de las 3 de la madrugada, pero me lo creo. El lunes estuvimos en la "Janela de Atalaia", un bar donde nos habían dicho que había conciertos de música brasileña, pero el dueño nos dijo que ya no, que habían dejado de hacerlos. Así que tendremos que buscar una alternativa.

El martes y el miércoles terminamos en el mirador de Santa Clara, donde un día vimos la puesta de sol y donde otro terminamos la noche hablando con unos mozambiqueños simpatiquísimos que nos explicaron un montón de cosas de su país... ¡Qué desconocida que me resulta África!¡Qué vergüenza! Ese tipo de conversaciones y reflexiones me hace pensar en qué egocéntricos somos los europeos... jamás vamos más allá de nuestras fronteras, mientras que el resto del mundo conoce las suyas y las nuestras... Estuvimos hablando de la situación lingüística del país, donde conviven más de 20 lenguas diferentes, muchas de ellas sin literatura escrita, pero con una fuerte tradición y con unas ganas enormes por parte de la gente de que no se pierdan. Y ante estas otras conversaciones uno se para a pensar también en si las políticas europeas y sus posiciones extremas no resultan también estúpidas...

Y el viernes por la noche terminamos Helena, mi compañera de residencia, y yo cenando en Casilhas, un pueblo que está justo en la otra orilla del Tajo. Sin saber muy bien adónde íbamos, nos aventuramos en uno de esos barquitos que cruzan el río a las 21h y terminamos allá, perdidas por un muelle al que queremos volver con un poco más de luz para echar fotos. De aquel atardecer sólo me salieron algunas bonitas de uno de los puentes que cruza el Tajo. Aquí os dejo una muestra:


Al final del muelle nos encontramos con un restaurante, el "Ponto Final", donde no pensábamos cenar, pero al final terminamos comiendo un "linguado grelhado com batatas", acompañado con un "vinho branco" y de postre, "creme de leite". Todo, delicioso, e incluso mucho más sabroso por el espectáculo natural que teníamos frente a nosotras: un acantilado detrás, el mar al frente, la marea subiendo, una brisa que si bien refrescaba tampoco obligaba a tenerse que echar nada encima,... y risas, muchas risas. Lo pasamos genial y pasada la media noche decidimos que era hora de volver a casa, no fuera caso de que se nos acabaran los barcos. Menos bien lo pasé cuando llegué a casa, ya tarde, y tuve que ponerme a preparar una presentación sobre España para la clase del día siguiente. El viernes al final no dio tiempo, así que al final la hago mañana. A ver qué tal.

Y nada, ayer sábado me fui a Óbidos todo el día. Es un pueblo pequeño a unos 70 kilómetros al norte de Lisboa, pero muy bonito: callejones estrechos, casas muy pintorescas, un castillo muy bien conservado y una muralla que rodea a la ciudad muy bonita. A todo este paisaje histórico, ayer había que sumarle una feria medieval que organizan todos los años en julio, momento en que todo el pueblo viven inmerso en la Edad Media, porque no había persona del pueblo que no fuese vestida de la época. Incluso había turistas que llegaban así. A pesar de que no era la primera feria de este tipo que visitaba, la ambientación me gustó: tenían dinero propio de la época (con su correspondiente oficina de cambio ¡sin comisión, por cierto!), comida de la época, música,...


La música fue de las cosas que más me gustaron y, de hecho, nos pasamos el día persiguiendo a los grupitos que había.


Un grupo de italianos


Otro de portugueses con lo que incluso terminé bailando (abajo: la de blanco y violeta)


Los mejores, para mi gusto, unos catalanes: Els beros de la cort


Y es que allá donde vayas, los reconocerás. No sé por qué, pero lo intuí y al preguntárselo, lo confirmamos: de Girona. Tocaban genial y tenían un ritmo en el cuerpo que daba ganas de ponerme a saltar con ellos... Otra cosa que también me gustó mucho de la feria fue la comida, preparada al instante:

Nosotras comimos espetadas (pinchos) servidas en tejas, chouriço y pan.

Helena y Marina comiendo

Y de postre, varias ginjinhas, un licor de cereza muy dulce que está delicioso. La verdad es que yo no soy mucho de este tipo de bebidas, pero ya me habían hablado antes de él y había leído en la guía al respecto. También una de las profesoras nos había dicho que la ginjinha de Óbidos era de las mejores del país, así que evidentemente, fue llegar y catar: la primera había caído a las 11 de la mañana...


Tres ginjinhas servidas en vasitos de barro, aunque también se toman en vasos de chocolate.
La última, al marcharnos, y entre medio, algunas más :) Pero lo más curioso de esto es que yo pensaba que era típica portuguesa, pero no: Al probarla me di cuenta de que ya la había probado antes. Y es que este año para mi cumpleaños llegó Stevan con una botella de dos litros de un licor de cereza casero producido en el centro de Serbia... ¡Y es lo mismo! También después hablando con Marina, la chica croata con la que suelo salir bastante, me confirmó que efectivamente también existe en aquella zona de los Balcanes... Así que ya veís, incluso a 4.000 kilómetros de distancia y la gente producía lo mismo. Curiosidades que me encanta ver.

Y así siguen pasando mis días en Portugal: con clases, salidas, descubrimientos lingüísticos, escapadas veloces a España,... A ver en qué acaba todo esto.

sábado, 7 de julio de 2007

Primera semana en Lisboa

Mañana cumplo una semana en Lisboa. Y sí, sigo sin poder contar mucho, aunque os aseguran que quedan escasas 48 horas para re-aterrizar en la capital lusa y disfrutarla "tuttiplen" porque lo necesito. La cuestión es que durante este tiempo, aunque es verdad que básicamente he conocido cuatro paredes blancas y un pasillo largo con un baño y una cocina, también he tenido oportunidad de salir un poco, pasear por el centro y callejear por los barrios lisboetas, comer, reirme,... ¡para qué mentir! :)

Y en estas salidas me han sorprendido, en primer lugar, los horarios. Si bien es cierto que Portugal a mí me da la sensación de ser del estilo de los países mediterráneos (y la verdad es que no sé muy bien por qué, dado que no tiene ni un centímetro que dé al Charquito), hay cosas que no lo son: y entre ellas, los horarios. Son completamente europeos. Aquí todo el mundo come a la 1, cena a las 8 y a las 19.30 cierran las tiendas. Lo descubrí cuando hace un par de días salí a esas horas para ir a dar una vuelta y fui a la farmacia para comprar un par de cosas que necesitaba: "Encerrado". Flipé.

También me sorprendió lo mismo anteanoche, cuando salimos a cenar una chica de la residencia y yo. Españolas ambas. Eran las 21.30 y todo estaba vacío... Era tarde, pero aún así, amablemente nos atendieron en uno de los bares de la calle que tenía la cocina abierta hasta las 22.00. ¿Qué restaurante en España cierra a esas horas, si los sábados es casi casi la hora en la que nos empezamos a arreglar en verano? El bar era provinciano a más no poder, como muchos de los lugares de la ciudad, pero con encanto. Y lo mejor fueron la comida y el propietario. Nos sirvieron un arroz con marisco fresco para quitarse el sombrero y además en cantidades generosas: de hecho, de la cazuela acabamos comiendo 4. Y es que en la mesa de al lado había 2 italianas sentadas (aparecieron escasos minutos después que nosotras) que lo miraban con los ojos abiertos (y con la boca hecha agua, mucho me da). Tanto miraban que les ofrecimos, pues teníamos para ir y venir. Y en efecto, acabamos comiendo 4 y sobró.

La comida en este país es deliciosa y barata. Hoy he comido salmón al carbón por 6 euros y estaba de muerte. Iba acompañado de patatas hervidas y ensalada... Y de postre, mousse de mango. ¡Qué bueno! Y es que otra cosa que me ha sorprendido gratamente de Portugal es ver que tienen muchísimos más productos exóticos que nosotros en los supermercados, en los bares, en los restaurantes. ¿La razón? Las ex-colonias. Hay taaaaaaaaaaaaaaanta gente de las colonias viviendo aquí... Y me parece tan bonito, tan multicultural todo, tan rico. En Belgrado las cosas son muy diferentes y extraño, muy extraño, es cruzarte con un negro por la calle. Aquí son muchos y le da un toque fascinante, desde mi punto de vista. Me parece que son un pueblo mucho más abierto en ese aspecto que nosotros. Los ves en todos sitios, integrados en la sociedad. O por lo menos, esa es la visión que tiene una desde fuera. Si hay problemas raciales o de inmigración, yo no los he detectado todavía, aunque también he dicho que no he vivido mucho toda esta realidad. Ya os contaré.

La gente es de una amabilidad extraordinaria. Definitivamente he eliminado todos mis prejuicios hacia Portugal y los portugueses. Y me alegro. El propietario del bar de la calle estuvo allí conversando largo y tendido con nosotras: nos explicó que había nacido en Angola, aunque es de padre portugueses, y que allí había vivido 40 años (calculo que tendría unos 60, pero qué bien puestos... Me pareció un señor muy atractivo, de esos a los que las canas les sientan más que bien:). Sirve platos del país, así que algún día nos pasaremos para probar alguno. Nos dijo que lo visitáramos cuando quisiéramos, que él y la chica joven que trabaja también trabaja en el bar están siempre por allí, así que podemos ir a practicar con ellos. No estaría mal, aunque primero necesito unos cuantos instrumentos lingüísticos porque me siento bastante frustrada cuando intento pronunciar dos palabras en portugués y a la tercera inmediatamente tengo que saltar al español. Pero peras al olmo tampoco se las puedo pedir, la verdad.

Y en cuanto al portugués tengo mucho que decir: muy fácil de entender, pero complejo producir. Es un privilegio llegar a un país como este y entender ya de antemano mucho, muchísimo (desde la publicidad más tonta, hasta el contrato de la residencia... ya quisiera poder entender tanto en serbio después de dos años de residencia en Belgrado!), pero ¿quién se pone a hablar tan bien con una lengua madre tan próxima de la que me es tan fácil coger e intentar transformar a la versión portuguesa?... ¿Y la pronunciación? De fácil nada... Y a mí que no me gustaba el francés porque tenía nasalizaciones y me cojo al portugués, que se las trae :)... Pero no desesperemos. Todo se andará.

De momento, estoy contenta porque esta pesadilla estudiantil acaba y planes hay muchos para la semana que viene. Y seguramente para la otra. Me gustaría salir de Lisboa e irme para Oporto porque a ver si Tirsín se dignas y baja a verme. También quiero ir a la playa, y a visitar algunos pueblecitos de alrededor; ayer decíamos con la catalana de la habitación de al lado de alquilar un coche un día e irnos de turné provinciano. Estaría muy bien :)

Y nada, que me voy a continuar con el estudio, a ver si remato o me rematan los apuntes a mí. Más noticias desde la capital lusa en breve.

jueves, 5 de julio de 2007

A la Noia...

Sé que eres ací, amb mí.
Et senc, i entre tanta desesperació
em fas treure un bell somriure
quan pense en la teua satisfacció.
Però de sobte,
tristor lliure, penetrant.
No sé acceptar-ho,
que este estat siga
ja
de per vida,
constant.

martes, 3 de julio de 2007

Primeras impresiones

Ya llevo un par de días en Lisboa. La verdad es que hasta el momento he podido disfrutar y aprender poco. El examen del Cervantes me tiene metida en la residencia y en la biblioteca del Cervantes muchas más horas de las que yo quisiera, pero me consuela pensar que va a ser sólo una semana. No obstante, por otra parte, pienso que es la semana principal en la que se establecen contactos; todo el mundo está solo y necesita hablar, y quizá después me resulte algo más complejo.

De todas formas, tengo que decir que de momento no he encontrado a mucha gente interesante por aquí. Parece que vivo en una residencia fantasma, en donde sólo he encontrado a una vecina de habitación, curiosamente catalana, y al recepcionista. Y ya. A veces oigo ruidos por el pasillo, pero tampoco es plan de salir al acecho de quien ande por ahí fuera. De momento, por lo menos, no lo necesito. Más adelante, la necesidad dirá. En cuanto a la gente del curso, ¡vaya horror! Nadie con quien haya sentido feeling. Ojalá que me equivoque, pero no he encontrado a mucha gente con mi perfil. Yo llegaba con las mismas expectativas que cuando asisto a los cursos de formación del Cervantes, donde normalmente hay gente interesante y con intereses común. Aquí, de momento, nada.

En total somos 9: un francés, dos alemanas de Münich, tres chinas de Macao, un inglés de padres portugueses, una estadounidense con la misma situación, un italiano nacido en Brasil y yo. Había antes una suiza, ya mayor, pero muy interesante, pero se ha marchado para un nivel intermedio. Lo que más me sorprende es que ninguno de mis compañeros va a la cafetería durante el almuerzo para tomar un café y socializar, para entrar en contacto. Todo el mundo ronda solitario por la clase, por los pasillos, pero nada. Así que hoy me he ido sola y me he puesto a leer el diario que he cogido a la entrada del metro camino de la universidad, mientras envidiaba a los otros grupos que están todos juntos tomando algo, conversando, compartiendo, estableciendo los primeros vínculos y formando conciencia de grupo, que está muy bien.

Pero para colmo, me parece que ni siquiera voy a comulgar con la profesora. Si bien ella es "má o meno" simpática y agradable, no me gustan sus clases. Además de que es tranquilísssssima, lentíssssima, repite cuarenta mil veces la misma historia, y me aburre un huevo, hoy ha presentado la primera clase y casi me he pegado un tiro. ¿Alguien puede imaginar por dónde he empezado a aprender portugués?

Se supone que si las cosas son como todo el mundo de la didáctica de lenguas dice que hace, siguiendo el modelo comunicativo, o incluso por tareas, mis primeras palabras en portugués deberían servirme para presentarme: decir mi nombre, mi nacionalidad, mi profesión, mi edad... Pues no. Sigo sin saber cómo se dice y mucho me huele que tendré que averiguármelo yo por cuenta propia porque la señora ha empezado la clase apuntando los meses del año en la pizarra; a continuación, las estaciones del año; los días de la semana; los colores; el presente de indicativo de los verbos regulares; el de algunos irregulares; los posesivos; los demostrativos; los adverbios de localización; la fonética del portugués; las partes del día; las comidas; la familia y la temperatura. En este orden, además, porque lo acabo de copiar literalmente de la libreta. He flipado. ¿Se puede saber a qué comunicación responde esto? ¿Y a qué lógica se adecua? Si no lo veo, no lo creo.

Además, al presentar las formas del presente de los verbos SER y ESTAR, como no, ha explicado en 1 minuto la diferencia de uso, remarcando que era "muy, muy, muy importante" y "muy, muy, muy dificil" y que, por lo tanto, debíamos prestar mucha atención. Agradecida estoy de ser hispanohablante y catalanohablante, pero pobres las chinitas de la clase. Pero, ¿a quién se le ocurre?

Tal ha sido mi desperación, que no pienso ir a clase estos próximos tres días en los que esas 12 maravillosas horas las voy a invertir en preparar mi examen para el Cervantes. Para estudiarme eso, ya me empollo yo solita la gramática que me han hecho comprar junto con los dos otros libros que vamos a usar durante el curso. Éstos, por cierto, han sido elaborados por dos profesoras del Departamento que también trabajan en los cursos intensivos de verano. Han sido publicados en abril de 2007 y siguen, según la información de las tapas y el prólogo, la filosofía del Marco. Se corresponden, según se indica, con un nivel B1. ¡Y una mier...! No se lo creen ni ellas... Alucino cómo la gente tiene esa cara.

Quiero también comentar que me han puesto en un B1 directamente por tener español y catalán como lenguas maternas. Antes de llegar a Lisboa, me parecía buena idea, pensando que era un A2, pero hoy he flipado cuando he visto que directamente me han metido en un nivel intermedio sin tener ni idea, simplemente porque puedo utilizar estrategias de intercomprensión. ¿Y la producción, qué? La verdad es que me parece una burrada y, por supuesto, más esfuerzo por mi parte, pero después, pensándolo bien, he dicho que me quedaba porque ir a un A1 o A2 tampoco me garantiza un aprendizaje comunicativo con las necesidades que yo tengo, sino que será más de lo mismo desde la perspectiva gramatical, pero a un nivel inferior. Así que estoy bien donde estoy; ya me pondré las pilas.

No sé... estoy algo dolida en general. Esperaba mucho más por parte de esta universidad, de estos cursos que son, supuestamente, los que ofrece el Instituto Camoes. Y yo pensaba que en el Cervantes... hoy he comprobado que hay quienes todavía están peor. Pero claro, a ver quién se atreve a cuestionar algo. Yo, de momento, paso. Más adelante, ya veré. Supongo que voy a tener que hacer mucho trabajo comunicativo por mi parte. Pero ahora no puedo, tendrá que ser a la vuelta de Madrid, que ya la estoy deseando.

domingo, 1 de julio de 2007

Lisboa

Han pasado días desde mi última entrada. Días que han pasado por el atropello de un regreso a casa accidentado, días de turismo y diversión en Valencia, días sumamente tristes y días de estrés... Y en ello sigo, estresada. Con un nudo constante en el estómago. Ha habido mil razones por las que no he podido dejar constancia de algunos momentos que me hubiese gustado explicar, pero ahora tampoco tengo ánimo ni tiempo. Sólo quería decir que hoy, entre ilusión y desgana, he aterrizado en Lisboa a primera hora de la mañana. A lo largo de los próximos 28 días espero ir contando mis aventuras por la capital portuguesa.