viernes, 25 de abril de 2008

Las agujas y yo

Esta noche apenas he conseguido dormir. A muchos os parecerá una tontería, pero es que hoy me iba a hacer un análisis de sangre y les tengo pánico a las agujas. De hecho, hacía más de 20 años que no me hacía ninguno porque recordaba con angustia mi última experiencia "agujeringuil" en el 86, cuando vi aquel líquido oscuro y espeso subiendo, ocupando hasta el último centímetro de aquel tubito asqueroso.

Si me he decidido a hacerme ese análisis que hacía tanto tiempo que era consciente que debía realizarme, ha sido porque he "descubierto" un nuevo servicio en Belgrado: te vienen a casa, te sacan sangre, y a las pocas horas recibes los resultados en tu correo electrónico. Lo que sea con tal de no respirar ese aire estéril y frío de los hospitales que ya de por sí me da náuseas y me pone mala.

Aun así, esta mañana estaba histérica. Me he levantado tempranísimo, he preparado clases, he cocinado, la ansiedad me ha tentado mil veces a comer a pesar de que sabía que no podía, he salido a dar una vuelta porque en casa me iba aumentando el nerviosismo... y a las 11, puntual como un clavo, ha llegado el chico. Amabilísimo, por cierto. Inmediatamente le he dicho que me mareaba, así que por favor me dejara ponerme en el sofá o en algún sitio donde me sintiera cómoda. Sin problemas... He mirado hacia la ventana y casi sin que me preguntara le he comenzado a contar mil historias: por qué estaba en Serbia, cuánto tiempo hacía que estaba aquí, lo mucho que me gustaba, lo muy parecidos que éramos los serbios y los españoles...

Por un lado era consciente de que estaba hablando mucho más de lo que suelo hablar cuando no conozco a alguien, pero al mismo tiempo me daba cuenta de que era la estrategia que tenía que usar para evitar montar alguno de mis patéticos shows ante las agujas. Él, también superamable, me seguía la corriente y me ha terminado contando que cantaba en un coro judío que no conocía y que el 1 de junio iban a tener un espectáculo en Kolarac. Así que lo voy a ir a ver :)... Lo que se descubre en momentos de histeria :)))

Y sí, he superado la prueba. Mucho antes de lo que imaginaba, hemos terminado. Sin marearme; sin desmayarme :), y no sabéis entonces lo orgullosa que me he sentido. Se han terminado 20 años de maldición, aunque bueno, también digo que me haré los justos y necesarios. Ni uno más, ni uno menos, pero por lo menos sé que soy capaz de enfrentarme a eso que tanto pánico me da. De hecho, a veces he pensado qué será de mi si algún día me tienen que intervenir o me quedo embarazada...

Supongo que todo depende de la voluntad que uno tenga, puesto que cuando me fui a la India y me tuve que poner todas aquellas vacunas (10 u 11, si mal no recuerdo), lo hice sin rechistar demasiado porque me moría de ganar por aventurarme por aquellas tierras. Aún me acuerdo de la primera sesión de vacunas: ¡¡¡Nos pusieron 4!!! Una en cada brazo, y una en cada pierna. Y como no, ¿dónde acabé? Pues sí, tirada en la camilla, mareada... El segundo día, que ya me conocían, me entretuvieron con mil y una pregunta: que qué había comido, que qué iba a hacer aquella tarde,...

Creo que también me sorprendí a mi misma en todas aquellas sesiones, y sobre todo, cuando vi mi carnet de vacunaciones tan sellado. Menos mal que duran añossss. Así que habrá que aprovechar para viajar al máximo a lugar exóticos estos años, digo yo, ¿no?

Pues nada, creo que me voy a ir retirando. Mañana (Veliki Petak: Viernes Santo), tempranito, salimos para Kopaonik para celebrar la Pascua Ortodoxa. Ya os contaré qué tal sientan los aires del sur de Serbia. Mientras, Srecan Uskrs (Feliz Pascua, que es como acostumbran a felicitarla aquí. ¿Curioso, no?) a todos :)

miércoles, 23 de abril de 2008

Feliç Sant Jordi

lunes, 21 de abril de 2008

7

Hace unos tres años, en una clase de interpretación simultánea, el profesor nos sorprendió con un audio sobre una teoría que parece demostrar que la naturaleza se rige por procesos de 7 pasos. Fue uno de aquellos discursos que yo odié porque a duras penas conseguía entender lo que decían (Hay que ver el conocimiento del contexto lo MUCHO que ayuda). Aunque en el fondo sabía que tratar sobre todos aquellos temas me iba a hacer mucho bien, no fueron pocas las veces en las que sentí que dicho profesor y dicha asignatura me tenían harta por la dificultad que me suponían. Hubiera preferido (en aquel tiempo, ahora no lo veo así) tener a cualquier otra profesora que llegaba a clase con los típicos discursos que una ya se imagina (el cambio climático, el aborto, la inmigración, etc.) y que le son más fáciles de prever.

Pero a lo que iba. La cuestión es que en aquel discurso no sólo se hacía referencia a los procesos naturales, sino a cómo también las relaciones personales se rigen por dicho principio. Es decir, que dos personas cualquiera del planeta están separadas por un máximo de 7 personas. En numerosas ocasiones aquellas palabras se han venido repitiendo en mi cabeza, pero hoy han resonado con todavía mayor incredulidad. Y es que hay que ver qué pequeño es el mundo.

Si en los años noventa, cuando yo apenas era una niña a la que únicamente Yugoslavia le sonaba, tristemente, por la guerra (que en el fondo me quedaba lejos, lejísimos) alguien me hubiera dicho que hubiera terminado viviendo en estas tierras, no me lo hubiera creído. De aquellos días y de mi relación con los Balcanes apenas recuerdo cuatro cosas:

- Una imagen en los informativos de una avenida en Sarajevo en la que se estaban disparando, y mi madre repitiendo "¡Pero qué barbaridad!".
- Un libro que mi madre me compró en el Círculo de Lectores en el año 94: "
El diario de Zlata Filipovic", que todavía recuerdo con claridad, y tengo en mente cómo imaginaba la casa de aquella niña que tenía casi casi mi edad y a quien le había tocado vivir la guerra en primera persona.

- (La tercera puede sonar incluso un poco frívola, comparada con las anteriores): Mi amor platónico durante algunos años de mi adolescencia: el futbolista Pedja
Mijatovic, que llegó al Valencia y despertó auténtica locura entre la afición del equipo. En aquellos días, el fútbol era algo importante en mi vida y que vivía con intensidad,... Debo tener en casa todavía las entrevistas que él daba a la cadena 97.7 Valencia, y en las que hablaba de su vida en Montenegro, en Belgrado (mientras jugaba en el Partizan), sus primeros días en Valencia, su hijo,... No sé cuántas veces escuché aquellos cassettes, cuántas veces soñé con aquel hombre... jejejeje... Me da la risa ahora cuando lo pienso.

La cuestión es que esta noche estaba en casa, preparando algunas cosillas, y han llamado a la puerta. Extraño. No esperaba a nadie. Abro y me encuentro a la vecina, que me quería presentar a un vecino del edificio que hablaba un poco de español. Me aventuro en su salón y el hombre empieza a explicarme que había trabajado un tiempo en España, que había metido a algunos jugadores "yugoslavos" en esa liga... Y sí, efectivamente, lo que podéis imaginar. Él fue quien lo gestionó todo para que Mijatovic empezara a jugar en el Valencia. No me lo podía creer. Emocionado él, emocionada yo, descojonados los vecinos, ha subido corriendo a su casa para bajarme toda la prensa que tenía guardada del 93. Efectivamente, allí estaba Mijatovic superjovencito (24, si no me equivoco), vestido con el traje del Valencia... En otras fotos y periódicos, aparecían juntos. No daba crédito. El señor, emocionado, recordando aquellos días, conversaciones, goles, partidos... Yo había momentos en que me perdía, pero lo veía tan feliz... Y ahí ha sido cuando me ha venido a la cabeza aquella teoría de la clase de interpretación, de que en realidad podría "llegar" a él en menos de 7 pasos... aquel amor platónico de mi adolescencia... jejejejeje...

Pero lo más curioso es que la semana pasada descubrí que tengo en clase a un estudiante que ha sido su guardaespaldas, y que ahora está estudiando español nuevamente porque quiere regresar a Madrid. Ante mi incredulidad, me sacó un montón de fotos que tenía en el móvil y, efectivamente, allí estaban ambos.

Si hace 10 años me hubieran contado esto, no me lo hubiera creído. Ahora, y después de algunas historias que me han pasado en los últimos años de coincidencias de este tipo u otros semejantes, creo que en realidad no estamos tan lejos los unos de los otros, por muchos kilómetros que nos separen. ¿Qué pensáis?

lunes, 14 de abril de 2008

Ventanitas

Hoy, y por casualidad, he puesto la radio y me he encontrado con una canción que me ha abierto de inmediado una ventanita de la infancia. Aún recuerdo dónde la escuché por primera vez: fue en el cine-teatro de Alcalalí en el año 88, cuando los chicos del pueblo hicieron un playback donde simulaban a La Guardia. Recuerdo que en el descanso del espectáculo ganamos en la rifa y fui yo quien subió al escenario, para sorpresa de mi madre (mucho me huele, por lo vergonzosa que yo era (y sigo siendo)), a recoger el premio. ¡Qué recuerdos!

miércoles, 9 de abril de 2008

De coordinación y concentración

Sí, ya lo sé. Llevo mucho tiempo sin sentarme a escribir, pero siento que estoy viviendo cierto momento de rechazo a la escritura, de todo lo que tenga que ver con estar sentada frente a una pantalla, de estar encerrada en casa. Ya todos sabemos a estar alturas a qué se puede deber esa primera reacción, lo cual no me preocupa mucho.

Sin embargo, sí me preocupan otros problemas que había detectado con mucha anterioridad, pero que hoy he confirmado. Problemas a los que tengo que poner ya solución urgente.

El primero es una falta de coordinación en mi vida increíble. En todos los aspectos y niveles, lo cual repercute en un estilo de vida caótico, en una alimentación irregular (propia de los serbios y que yo tanto había criticado), en mis hábitos, en cambios en mi cuerpo, en mi mente, en mi manera de organizarme (tengo mil cosas empezadas y ninguna sin terminar ni intenciones de hacerlo), en mis pensamientos y formas de concebir la vida y las relaciones,… En todo. Y lo cierto, es que noto que son cambios a peor, lo cual me entristece.

Pero entre negatividad a la que me llevo yo misma estos días al pensar que no me gusta cómo estoy gestionando mi vida en muchos aspectos, hoy he visto, por fin, que el deporte puede ayudarme. Ya no sólo a mantenerme en forma, sino a recuperar esa concentración con la que antes podía hacer mucho, y que ahora me tiene tan abandonada y perdida. Hoy he regresado al gimnasio después de mucho tiempo, y he comenzado un nuevo tipo de modalidad de aeróbic o no sé qué que había elegido mi amiga. La verdad es que ha estado genial, pero me he sentido como se debían de sentir aquellos compañeros de clase que eran un poco torpes en la asignatura de gimnasia, incapaces de seguir el ritmo, de seguir los pasos, de concentrarse, y por ende, rechazados o elegidos los últimos a la hora de formar grupos para algo. Sí, así. Y sobre todo, me he sentido torpe porque cuando era niña era bastante buena en los deportes, en la coordinación, en el baile, y ahora no me queda nada de eso. Me he visto patosa, a pesar de que yo aún me creía capaz de mantener aquellas cualidades de las que solía presumir de pequeña. Hay que ver…

Hoy me he dado cuenta de que, absorta en ese mundo exterior que tan atrapada me tiene y que no sé cómo describir, era sólo capaz de reproducir medianamente bien aquellos pasos mecánicos que iba mostrando la instructora. Pero el desastre empezaba cuando ella dejaba de guiar y había que combinar todo lo que habíamos aprendido. La otra chica que venía conmigo, y para quien también era su primer día, los seguía. Era capaz de bailar, pillarlos… Yo, no. Por tanto, la falta de concentración y de coordinación se han unido hasta dar lugar a un resultado poco, pero que muy poco satisfactorio. Pero lo bueno de todo esto ha sido que creo que esa clase ha actuado como espejo de lo que me pasa en el día a día, en ese querer y no poder porque no sé organizarme, porque no hay coherencia en mi vida. Y vale que el orden es aburrido, pero tanto caos a mí personalmente me mata. No me deja avanzar. Y me frustra.

Así que hoy me he marcado un nuevo propósito que espero que dure. Seguir esas clases, ya no tanto (aunque también), con la finalidad pura y dura relacionada con el deporte y la salud física, sino SOBRE TODO, mental. Que no puedo ni debo escaquearme por mi propio bien. Y quizá parezca una tontería, pero empiezo a pensar que algunas de las posibles causas de este nivel de torpeza se da al ritmo de vida que llevo: sedentario y atrapada por un ordenador y una red mundial para los que no es necesario tener coordinación ni concentración, simplemente dejarse atrapar y avanzar en esa torpeza que mucho me huele que nos tiene atrapados a gran número de nosotros sin que seamos conscientes todavía.