lunes, 4 de junio de 2007

De la hora de la tormenta y otras historias

No hace ni 20 minutos que he llegado a casa con las gafas de sol puestas y acalorada. Venía pensando: ¡Tremendo bochorno! Tengo que cambiarme los jeans por alguna falda porque no aguanto esto. Bien, pues está diluviando, lloviendo a cántaros. Y el cielo negro, iluminado de vez en cuando por algún rayo. Alucino. Sólo espero que pare pronto, sobre las 6.20-6.30, que es cuando tengo que ir pensando en regresar al trabajo. Esto del horario partido me tiene muerta matá. Pero en fin, es lo que hay.

He llegado a casa después de ir al banco para arreglar unos papeles e ir a pagar internet, que ya ni me acordaba. Y es que en este país todavía las cosas no van por el banco: es decir, tienes que ir a pagar la electricidad, el agua, los impuestos, internet, el teléfono... a correos, con la facturita que te han mandado a casa en mano. Por suerte, hoy sólo he hecho alrededor de 30 minutos de cola. Hay veces que he estado más de una hora de pie y el recibimiento en la ventanilla ha sido de p--- pena, aunque en eso no ha habido diferencias hoy: me he esforzado por hablar en serbio y, como al final no la entendía, la tía me ha empezado a hablar en inglés superborde. Y yo pensaba : ¿Serás cabrona? Encima que me esfuerzo y me lo pagas así. Pero en fin, ya se sabe. Además del mal gesto, he tenido que terminar pagando yo, aunque esta vez dinares.

Después he venido a casa y como eran las 5.30 de la tarde, hora serbia de comer (parte de mi proceso de serbinización), pues me he sacado la crema de zanahorias que preparé anoche (recordando las primeras semanas que estuve en Serbia, donde comí eso durante noches) y la carne que ayer me dio la vecina. Y es que ayer por la noche, cuando regresé a casa, pasé a verla. Estuvimos conversando y comiendo maline... mmm... ¿frambuesas? Son como las moras, pero rojas. Las venden ahora en el mercado y la verdad es que nunca las había probado frescas, pero están deliciosas. De vez en cuando, algo ácidas, sabor que no me apasiona, pero que ayer en este contexto me pareció rico. Se las habían mandado sus padres junto con un montón de comida, como es habitual los domingos por la tarde-noche. Alrededor de las 8 suelen ir a la estación de autobuses ella o su novio van por las bolsas que les mandan. Traen comida para toda la semana: a veces "bollería salada" (¿Hay una palabra en español para esto?, por ejemplo, para los croissants con queso o con salchicha...), algo de hojaldre, etc. Otras, como ayer, la comida era más suculenta: carne, pescado, sarma y pimientos rellenos con carne y arroz, pan y dulces.

"Además de que la comida de casa está más buena y eso nos quita la presión de tener que pensar en cocinar constantemente, nos ayuda a sobrevivir. Belgrado es demasiado caro", palabras textuales. Flipé. Pero aún flipé más cuando nos pusimos a hablar de sueldos. De lo que gana ella, de lo que gana él, y de lo que es peor, de lo que ganan sus padres en un pueblo del sur lejos de Belgrado. Su sueldo no supera los 550€ al mes y se le paga en dinares, lo cual te da una inestabilidad terrible debido a que el valor de la moneda en este país fluctúa cada día respecto al euro (seguro que si algún economista lee esto me va a decir que no me he expresado bien, pero bueno, creo que podéis entener qué quiero decir). Aun así, se considera tremendamente afortunada. Él es profesor de gimnasia en un colegio a tiempo parcial porque no lo pueden emplear más horas. Bueno, en realidad es pluriempleado: trabaja en dos colegios diferentes, cada uno en una parte de la ciudad, y entre uno y otro acumula tantas horas como un profesor a tiempo parcial en una escuela normal. Y su sueldo son 100€ al mes. Y pagan 300 al mes de gastos y sobreviven con otros 300. Ahora entiendo el porqué tienen que mandarles comida y por qué salen contadas las veces.

Pero lo peor fue cuando me explicó que lo más humillante para ella es saber que su padre trabaja como empleado en una empresa y su suelo es tres veces inferior al de ella y que, aún así, tiene que pedirle ayuda. Como es evidente, la vida en los pueblos es infinitivamente más barata y un café no supera los 0,30 dinares de euro, pero también lo son los sueldos. De hecho, la prueba está en que, según contaba ella, cuando la gente sale al bar a tomar algo siempre pregunta primero cuánto cuesta algo y, en caso de disponer de dicha cantidad, entonces pide lo que quieren.

No sé... ¡este país es tan contradictorio! Cada mañana, a las 8.45, cuando paso por la Plaza de la República, la principal, las cafeterías están llenas: dentro y fuera. Continúan así toda la mañana y toda la tarde y a estas horas (22:55) es realmente difícil encontrar una mesa en los lugares del centro. Sobre todo, en los pijos... A ver si un día de estos hago fotos de esa zona y os la pongo por aquí... Da la sensación que no trabajan y no son pocos los serbios que se enorgullecen de ese ritmo de vida, el cual está muy bien por una parte (puesto que me da la sensación de que disfrutan mucho más que nosotros), pero que no me parece tan lógico, por otra. Creo que es todo un auténtico montaje: ellas emperifolladas por fuera con "oro y plata", enconjuntadas de arriba a abajo (zapatos, cinturón y bolso a juego, por no hablar de la ropa, los ganchitos del pelo y las pulseras).... y ellos con su chándal y sus deportivas de último modelo o con sus jeans y su camisita.... pero después no pueden llevarse un trozo de pan a la boca. Esta no es una reflexión que hago ahora: hace dos años que le voy dando vueltas, que no lo entiendo, pero mi vecina me demostró ayer que es verdad: que sobreviven de lo que les mandan del campo y del extranjero (hay mucho serbio emigrado), y que poco resuelven con sus 200€ mensuales.

En fin, al final me he puesto a hablar de los sueldos y me he desviado del tema comida, que era el que quería comentar hoy. Lo hago de forma sucinta: la cuestión es que ayer les había llegado comida e insistió en que cogiera. No hay cosa peor que negarte ante un serbio, así que acepté: "Sarma, pimientos, cordero y truchas para tu comida de mañana". El sarma me lo comí anoche, porque tenía un hambre que me moría. Para variar, estaba de muerte :))) Y el cordero, pues lo he comido con la crema de zanahorias. Pero lo curioso de esa carne, que está asada, es que ellos la comen fría: jamás la comen caliente, como nosotros. La primera vez que me la sirvieron (de eso hace ya más de año y medio) me moría engulléndola. Pensaba: "Vaya asquerosidad", pero no podía hacer el feo. Había 20.000 ojos expectantes en aquella extranjera sentada a la mesa de una familia serbia... Por supuesto, dije que estaba delicioso. Es una carne seca de esas que, de habérmela puesto mi madre en casa, le hubiese dicho que ni de coña me tragaba eso... Bueno, pues resulta que ahora me encanta :-/ Hay que ver cómo cambian las costumbres, los hábitos, los gustos, etc. de una. La prueba está en que no queda ni rastro del cordero, ni de la sarma, ni de los pimientos, ni de la proja (un tipo de pan de maiz, cuya anécdota prometo contar en breve),... Sólo queda la trucha, que la fríen y la guardan: otra de esas "guarradas" que en casa nunca me comería pero que aquí, pues habrá que probarla. Definitivamente, el "proceso" avanza y no sé si alegrarme o aterrarme ;-)

5 comentarios:

Odara dijo...

Cada vez veo más puntos en común entre Serbia y Polandia, será por su pasado común-ista. Aquí también la gente suele seguir pagando todos los recibos en Correos, aunque desde no hace mucho ya existen las domiciliaciones, ¡yujuuu! El borderío de los funcionarios, vendedores y gente que trabaja de cara al público en general también es lo usual, pero creo que con el tiempo va cambiando. Supongo que se debe a que antes cobraban lo mismo (o sea, prácticamente nada) trabajaran lo que trabajaran, así que preferían trabajar lo menos posible y les fastidiaba que vinieran clientes con la pretensión de que les atendieran. Hoy en día siguen cobrando una mierseria, pero por la cuenta que les trae van sonriendo más. Y como eso se contagia, pues también habrá más clientes amables, me imagino, con lo que ellos sonreirán más y el mundo será bello y de colores. Pero para eso todavía falta un poco, me temo.

Y lo de las tormentas no sé si también será por el comunismo, pero aquí pasa lo ídem. Solazo tremebundo hasta las cuatro o las cinco, se nubla, tormentón aterrador, solete de nuevo y noche apacible - es un esquema que se suele repetir en verano. Cuando uno le pilla el tranquillo y va prevenido, hasta que no sienta tan mal... :)

mmelekk dijo...

Zdravo:

Pues en efecto, me parece que sí, que tienen mucho de común-ista. Aquí también los sueldos son bajísimos. Una auténtica vergüenza y entiendo que estén quemados, pero... ¿acaso tengo yo la culpa? Además de que me esfuerzo por hablarle en serbio y resultar amable... En fin :)))

En cuanto a la tormenta, he alucinado. Desde la ventana había visto que llovía pero cuando he salido a la calle y he ido a cruzar
por uno de esos túneles subterráneos que queda cerca de mi casa, no se podía: ¡¡inundado!! Un palmo de agua. Y las pobres señoras de las tiendas arremangadas y sacándola con cubos.

En cuanto al "hábito tormentero "este que hay últimamente, a mí la verdad es que no me molesta en absoluto: de hecho, me gusta porque refresca. De lo contrario, resultaría demasiado bochornoso el día. Y eso que dicen que lo peor está por llegar todavía. No sé quién lo va a pasar peor este mes de agosto ;-P

Un abrazo

Odara dijo...

Sí, julio y agosto suelen ser lo peor aquí también.
Veo que has continuado el post, así que aprovecho para añadir que las frambuesas (en polonio, "maliny") como mejor están es en batido con yogur o kefir y un poquito de azúcar moreno o miel :) Es mi postre cotidiano en estío (es que si pongo verano queda demasiado rimoso).
Y ya me pasarás tu receta de la crema de zanahoriasm, porque me estoy cansando de mi puré de verduras...

Biquiños :)

mmelekk dijo...

Mmmm... pues no había pensado lo de las frambuesas, pero pueden estar ricas en uno de esos suculentos batidos que describes :))), aunque la verdad es que yo no soy mucho de yogures ni kefires. Creo que me sientan mal, por lo menos, si los tomo solos o con mermelada. Por cierto, estoy alucinada con la similitud de las lenguas eslavas ahora que me estoy poniendo... Por cierto, a ver si me acuerdo y te mando aquella biografía en serbio, para que descubras también tu grado de intercomprensión :)))) jejejeje.

En cuanto a la crema de zanahoria, no hay secreto alguno: la persona que me enseñó (me acuerdo que estábamos en Dinamarca, hartas de comer espaguettis con bechamel y salchicas), le echaba zanahoria y patata. Pero puedes mezclarla con cualquier otra verdura: por ejemplo, ahora estoy preparando una con calabacín, aunque siempre le pongo más cantidad de zanahoria porque me chifla. Puedes también hacerlo sólo con zanahoria, pero tienes que echar más cantidad, naravno ;-) Y después, hay quienes le echan un poco de nata o lo que aquí venden, pavlaka (algo semejante al yogur/nata, pero más sólido... no sé si la llegaste a probarla). Es para espesarla un poco y que sepa mejor, aunque yo la prefiero sin :)) Suelo poner más cantidad de verdura y únicamente le añado sal al gusto. "I to je to" :))

Odara dijo...

Ah, pues viene a ser como mi puré de verduras, cuyos ingredientes básicos son la patata y el puerro, aunque el otro día no tenía puerros (bueno, sí, pero ya no se dejaban comer) y le eché de todo un poco y también salió bien :)

Y si no te gustan los yogures y tal, puedes probar con helado de vainilla y un poco de leche, es una versión gurmética y derrochadora, pero está buena. Otra opción es machacar las frambuesas con un tenedor y mezclarlas con un poquito de azúcar moreno, sale una pasta que puedes untar en tostadas o, mejor todavía, en un "omlet", que es una especie de tortilla que hacen aquí con huevo, harina y un poco de leche...

¡Qué guay, qué marujeo recetero! :D

Y sí, porfa, mándame la biografía esa, que tengo curiosidad. Y mejor si es en cirílico ;)