Belgrado está casi muerto. En el año y medio que llevo viviendo en esta ciudad jamás había visto este grado de desertización de la ciudad. Y es que eran las 9.30 de un sábado soleado y con unas temperaturas más que agradables (motivo suficiente para que las terrazas y calles estuviesen repletas) y el pleno centro estaba desierto. En el paso de cebra más transitado, el de la Plaza de la República, no había ni rastro de humanidad belgradense. Y es que no me extraña que muchos hayan aprovechado estos días para escapar de la ciudad, teniendo en cuenta que el lunes es fiesta y que la metereología acompaña. Yo, sin embargo, he decidido quedarme al final en Belgrado. Ayer tenía que trabajar y me apetecían días de descanso, de desconexión, y un viaje me supondría más agotamiento del que tengo, si bien me hubiese resultado bueno para la desconexión mental. Pero bueno, tengo previsto viajar un poquito el próximo mes, así que abril me lo voy a tomar relajadito, que hace muuuuucho tiempo que no me paso un mes entero en Belgrado. Desde noviembre, diría yo. Así que ayer, como buena belgradense, me fui a Ada, un pequeño lago artificial creado a orillas del Danubio en donde estos serbios creen tener su playa particular: con chiringuitos, playas de arena y grava, hamacas, sombrillas, colchonetas, catamaranes, redes y pistas para jugar a voley playa,...
incluso hasta 500 metros de playa nudista. Aquí dejo la prueba, aunque en cirílico (obala naturista):
No hay comentarios:
Publicar un comentario