jueves, 12 de abril de 2007

Sarajevo

Hoy es mi segundo dia en Sarajevo. Ya veis, poco duran mis promesas de estarme un mes quieta, sin viajar, si bien es cierto que este viaje ha sido totalmente espontaneo: de hoy para manyana. He venido con Neda, una amiga bosnia... Aquí os la presento. Estábamos en el baño de una "gasolinera-de-la-carretera-vieja-llena-de-baches-supuestamente-autopista-Belgrado-Sarajevo" atacadas de la risa:


Hacia 11 anyos que no volvia y ahora ha regresado porque necesita arreglar unos papeles... Se marcho con la guerra y ha vuelto ahora. Una guerra cuyo rastro todavia puede seguirse en las calles de Sarajevo. Y es que no hay edificio que quede libre de balas...



Incluso hasta en la calle mas estrecha, la casa mas escondida, tiene la fachada agujereada. En algunas casas se nota el intento por olvidar lo que paso y hay algunos manchones grises, como de cemento, para tapar los agujeros... aunque, en general son pocas. La guerra trajo tambien consigo la destruccion y abandono de numerosos edificios, incluso los mas centricos, los que bordean el rio Miljascka, que da un poco de vida a la ciudad. No obstante, alla donde una cree que no puede vivir gente, de repente descubre alguna prenda de ropa tendida, u oye alguna voy desde el interior, o aparece alguna antena parabolica, signo de que la vida continua, de que la gente intenta adaptarse y seguir adelante.



Sin embargo, si en un primer momento Sarajevo me dio la sensacion de ciudad pobre por esa vision de la guerra, por las numerosisimas casas pequenas con techo de madera y chimeneas de lenya, todavia humeantes incluso en el mes de abril, que abundan en las laderas de las montanas del valle donde se esparce la capital bosnia, no me lo ha dado hoy cuando he salido a pasear por sus calles: de repente, flashes de los viajes a Turquia y Grecia se apelotonaban en mi mente: cafes, terrazas, pastelerias,... y gente, mucha gente disfrutando de estos pequenyos placeres balcanicos, si bien es cierto que con mayor rapidez que en Grecia o Belgrado. Y es que en Belgrado un cafe dura dos o tres horas. Aqui la gente toma cafe y pastel en 10-15 minutos y abandona... Increible. Las pastelerias son abundantes y me recuerdan enormemente a las tardes en Estambul donde Aurora y yo nos dimos el placer de degustar numerosos dulces turcos.

La influencia turca no falta en la ciudad: desde lo culinario (los cevapis, que estan de muerte)

hasta lo arquitectonico: y es que en la parte musulmana de la ciudad, que es el centro, hoy he sabido que hay alrededor de 100 mezquitas. Es precioso porque los minaretes, blancos y estilizados, se levantan por toda la ciudad, desde el centro hasta los barrios mas altos, construidos en empinadas laderas...


Y por la noche, las iluminan y parecen estrellas en la oscuridad.

El pleno centro es autenticamente turco: casas bajitas, de piedra, con bancos de madera para sentarse justo en el exterior, con techos abovedados,... y el sabor de la mezquita cerca. Mercaderes, bazares, cobre, te, cafe turco,... y mucho movimiento. De momento solo he visitado dos mezquitas, que era a lo que yo venia practicamente... tenia mucho "mono" desde Estambul. Y la experiencia me ha encantado, no tanto por su belleza, sino por lo que me ha sucedido.

Y es que anoche, cuando llegue a la casa donde me estoy alojando (en una casa musulmana), les pregunte si podia visitar las mezquitas sin problemas. Imaginaba que si, pero si algo me da miedo cuando viajo a este tipo de sitios, es trasgredir alguna regla tacita, especialmente peligrosa cuando se trata de religion. Taichi, la senyora, me dijo que no pasaba nada siempre que me descalzase y me pusiese un velo, algo que ya traia conmigo.

Hoy, antes de entrar en una de las grandes mezquitas, me lo he pensado y repensado. Parecia no haber nadie.



No podia preguntar... pero al final he sacado mi panyuelo, me lo he puesto, me he quitado los zapatos... y me he lanzado. Timidamente, he abierto la puerta y... sorpresa: alli estaba un grupo de mujeres en circulo. Miradas... algunas duras, de desconfianza, como diciendo: "Turista, interrumpes...". Pero tras unos diez segundos, he encontrado una sonrisa y con ella, una invitacion a sentarme con ellas. Ha sido precioso. Eran bastante mayores y curiosamente era la joven la que dirigia la oracion. Cantaban cada una de ellas, despues juntas; miraban sus manos y despues las llevaban a su rostro, que acariciaban lentamente y las devolvian frente a su mirada...

En la segunda mezquita, la mas grande y famosa de Sarajevo, el guia ha cerrado la recepcion y se ha venido para explicarmela. Me ha contado la historia, me ha encendido las luces de todo el templo, y me ha dado las gracias por visitarlos, como ayer un senyor en el autobus se alegro de ver que llegaban extranjeros. Me dio mil y una vez las gracias por venir a Sarajevo... y es que uno se da cuenta de lo importante que debe ser para ellos ver que la ciudad se abre, que vuelven a pertencer al mundo, hasta que ve y palma sensaciones como esta.

Tras esto, he ido a comer cevapis a una čevabzinica (bares donde sirven estas ricas albondigas de carne con cebolla y pan de lenya) cercana a la mezquita. El guia me habia dicho que era la unica mezquita de la ciudad que todavia seguia llamando a sus fieles a viva voz, sin altavoces. No queria perderme una experiencia como esas y os aseguro que ha sido emocionante.

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