domingo, 15 de julio de 2007

Segunda semana en Lisboa

Dos semanas en Lisboa y una sin pasar por este diario. Definitivamente, no estoy cumpliendo con esos objetivos blogfolianos que tenía, aunque voy a intentar enmendar mi actitud en las dos próximas semanas, que también son, muy a mi pesar, las últimas. Matizo que "muy a mi pesar" porque parece que Lisboa empieza a resucitar, por fin: la gente de la clase ya habla, ya tengo tiempo para salir, he empezado a hacer mis primeras escapadas fuera de Lisboa (sin contar los viajes a Madrid), están planeados los primeros conciertos, cenas, etc. y, como no, también mi portugués empieza a coger forma :) Ya hablo, ya... aunque sean frases cortas y con una pronunciación que necesita mejorar mucho. Pero lo importante, de momento, es que me comunico, que consigo mis objetivos :)

En esta última semana he tenido que ponerme bastante las pilas con todo lo que habían hecho en clase los días que no anduve por la universidad: ¡Qué barbaridad! Todos los tiempos de Indicativo: presente, todos los pasados, futuro, condicional,... además de preposiciones, pronombres de OD y OI,... y como no, sin acompañarlos de actividades comunicativas que demuestren cómo se usan, ni actividades que permitan ponerlos en práctica de forma real y próxima a las comunicaciones del día a día; en este lugar, el manjar se sirve en bandejas gramaticales acompañado con absurdidades de una calidad suprema del tipo: "Bueno, el futuro y el condicional los portugueses no los usamos prácticamente, así que os los aprendéis para el examen; en realidad, no necesitáis usarlos fuera de clase". ¿Cómo se puede hacer semejante comentario en clase? ¿Cómo se puede entrar diciendo que los pronombres son complicadísimos? Son un fenómeno que se dan en todas las lenguas, y deberíamos partir de ese principio; cada alumno que fuese capaz de identificar el fenómeno en su idioma y luego, ver las diferencias. ¡Pongámos en práctica el interlingüísmo que tanto vendemos!... Sigo en mi sopresa constante, en mi incredulidad, aunque dentro de mí hay algo que me repite: "No sé por qué te sorprendes. ESA es la realidad que sigue abundando en Europa, se quiera o no".

Definitivamente he llegado a la conclusión de que mi queridísima profesora hace mucho tiempo que no pasa por un curso de metodología porque, además de presentar los contenidos como vengo explicando en mis últimas entradas, le encanta ser el centro de atención: hablar, hablar, hablar, hablar y hablar. Le encanta escucharse y apenas conoce lo que es "escuchar al alumno" sin corregirle, dejarle hablar, expresarse. A cada dos palabras, interrumpe y nos suelta un rollazo aburrido, poco interesante para quien tiene ganas de contar. Bueno, y hace un montón de cosas más que sonarían aburridas y pedantes en estas entradas y con las que tampoco me apetece daros el coñazo, pero que son de ponerse las manos en la cabeza.

Pero si algo me ha alegrado en clase esta semana es que, por fin, ha resucitado cierto espíritu grupal. Todavía no me atrevo a proclamar la buena nueva a los cuatro vientos, pero anteayer viernes ya fuimos a la cafetería 4 de nosotros e incluso después, al terminar la clase, 2 me propusieron que por qué no hacíamos algo juntos esa tarde. Rechacé porque ya tenía planes con Raquel, una compañera venezolana del máster que vive acá en Lisboa, pero me alegró la propuesta que, aún no ser nada interesante para mi gusto (ir a comprar ropa), no dejaba de ser un primer paso :)

En general, sigo saliendo con los de un nivel superior, los de intermedio. Me llevo mucho mejor y, además, aprendo un montón con ellos. Esta semana hemos paseado y salido bastante por el Barrio Alto, que es una pasada. A pesar de ser un barrio bastante degradado, viejo y lleno de "actos vandálicos", hay un ambiente que te mueres. No hay más que llegar un día cualquiera entre semana a partir de las 23:30 o 24:00... Las calles están repletas y, según dicen, hasta el amanecer. Yo no he estado hasta más allá de las 3 de la madrugada, pero me lo creo. El lunes estuvimos en la "Janela de Atalaia", un bar donde nos habían dicho que había conciertos de música brasileña, pero el dueño nos dijo que ya no, que habían dejado de hacerlos. Así que tendremos que buscar una alternativa.

El martes y el miércoles terminamos en el mirador de Santa Clara, donde un día vimos la puesta de sol y donde otro terminamos la noche hablando con unos mozambiqueños simpatiquísimos que nos explicaron un montón de cosas de su país... ¡Qué desconocida que me resulta África!¡Qué vergüenza! Ese tipo de conversaciones y reflexiones me hace pensar en qué egocéntricos somos los europeos... jamás vamos más allá de nuestras fronteras, mientras que el resto del mundo conoce las suyas y las nuestras... Estuvimos hablando de la situación lingüística del país, donde conviven más de 20 lenguas diferentes, muchas de ellas sin literatura escrita, pero con una fuerte tradición y con unas ganas enormes por parte de la gente de que no se pierdan. Y ante estas otras conversaciones uno se para a pensar también en si las políticas europeas y sus posiciones extremas no resultan también estúpidas...

Y el viernes por la noche terminamos Helena, mi compañera de residencia, y yo cenando en Casilhas, un pueblo que está justo en la otra orilla del Tajo. Sin saber muy bien adónde íbamos, nos aventuramos en uno de esos barquitos que cruzan el río a las 21h y terminamos allá, perdidas por un muelle al que queremos volver con un poco más de luz para echar fotos. De aquel atardecer sólo me salieron algunas bonitas de uno de los puentes que cruza el Tajo. Aquí os dejo una muestra:


Al final del muelle nos encontramos con un restaurante, el "Ponto Final", donde no pensábamos cenar, pero al final terminamos comiendo un "linguado grelhado com batatas", acompañado con un "vinho branco" y de postre, "creme de leite". Todo, delicioso, e incluso mucho más sabroso por el espectáculo natural que teníamos frente a nosotras: un acantilado detrás, el mar al frente, la marea subiendo, una brisa que si bien refrescaba tampoco obligaba a tenerse que echar nada encima,... y risas, muchas risas. Lo pasamos genial y pasada la media noche decidimos que era hora de volver a casa, no fuera caso de que se nos acabaran los barcos. Menos bien lo pasé cuando llegué a casa, ya tarde, y tuve que ponerme a preparar una presentación sobre España para la clase del día siguiente. El viernes al final no dio tiempo, así que al final la hago mañana. A ver qué tal.

Y nada, ayer sábado me fui a Óbidos todo el día. Es un pueblo pequeño a unos 70 kilómetros al norte de Lisboa, pero muy bonito: callejones estrechos, casas muy pintorescas, un castillo muy bien conservado y una muralla que rodea a la ciudad muy bonita. A todo este paisaje histórico, ayer había que sumarle una feria medieval que organizan todos los años en julio, momento en que todo el pueblo viven inmerso en la Edad Media, porque no había persona del pueblo que no fuese vestida de la época. Incluso había turistas que llegaban así. A pesar de que no era la primera feria de este tipo que visitaba, la ambientación me gustó: tenían dinero propio de la época (con su correspondiente oficina de cambio ¡sin comisión, por cierto!), comida de la época, música,...


La música fue de las cosas que más me gustaron y, de hecho, nos pasamos el día persiguiendo a los grupitos que había.


Un grupo de italianos


Otro de portugueses con lo que incluso terminé bailando (abajo: la de blanco y violeta)


Los mejores, para mi gusto, unos catalanes: Els beros de la cort


Y es que allá donde vayas, los reconocerás. No sé por qué, pero lo intuí y al preguntárselo, lo confirmamos: de Girona. Tocaban genial y tenían un ritmo en el cuerpo que daba ganas de ponerme a saltar con ellos... Otra cosa que también me gustó mucho de la feria fue la comida, preparada al instante:

Nosotras comimos espetadas (pinchos) servidas en tejas, chouriço y pan.

Helena y Marina comiendo

Y de postre, varias ginjinhas, un licor de cereza muy dulce que está delicioso. La verdad es que yo no soy mucho de este tipo de bebidas, pero ya me habían hablado antes de él y había leído en la guía al respecto. También una de las profesoras nos había dicho que la ginjinha de Óbidos era de las mejores del país, así que evidentemente, fue llegar y catar: la primera había caído a las 11 de la mañana...


Tres ginjinhas servidas en vasitos de barro, aunque también se toman en vasos de chocolate.
La última, al marcharnos, y entre medio, algunas más :) Pero lo más curioso de esto es que yo pensaba que era típica portuguesa, pero no: Al probarla me di cuenta de que ya la había probado antes. Y es que este año para mi cumpleaños llegó Stevan con una botella de dos litros de un licor de cereza casero producido en el centro de Serbia... ¡Y es lo mismo! También después hablando con Marina, la chica croata con la que suelo salir bastante, me confirmó que efectivamente también existe en aquella zona de los Balcanes... Así que ya veís, incluso a 4.000 kilómetros de distancia y la gente producía lo mismo. Curiosidades que me encanta ver.

Y así siguen pasando mis días en Portugal: con clases, salidas, descubrimientos lingüísticos, escapadas veloces a España,... A ver en qué acaba todo esto.

4 comentarios:

Odara dijo...

¿Y quién te había hablado de la ginjinha? ;)

Y para pronunciar el prtguesh es muy fácil: hablas con la boca casi cerrada, te comes todas las vocales átonas, usas la ele catalana, las eses finales las palatalizas y ¡listo! ;)

mmelekk dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mmelekk dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mmelekk dijo...

Você!!!!

¿Quién me iba a hablar de ella si no? jejeje! Y te lo agradezco porque está de muerte! Me gusta precisamente porque no se nota ese sabor fuerte de alcohol, como sucede con la rajika y ese tipo de bebidas.

En cuanto al portugués, sigo falando un portuñol marcadísimo y agarradísimo, pero poco a poco. Tampoco pretendo estresarme de momento. Además, ainda tenho uma semana em Lisboa :))) A verdade é que um mes é pouco tempo para aprender una lingua... Gostaria tanto de ficar cá um bocadinho mais!! Mas acho que nao é possível agora... Vamos ver si procuro os brasileiros que moram em Belgrado e assim practico com eles ;-)

Também tento de escutar música. Ontem estive a escrever as letras das cançoes do Caetano enquanto as ouvia para ver como se escrevem as palabras, como sonam... Menino, tens de recomendar-me mais música! :)

Obrigada pelos teus comentários e beijinhos :)