martes, 3 de julio de 2007

Primeras impresiones

Ya llevo un par de días en Lisboa. La verdad es que hasta el momento he podido disfrutar y aprender poco. El examen del Cervantes me tiene metida en la residencia y en la biblioteca del Cervantes muchas más horas de las que yo quisiera, pero me consuela pensar que va a ser sólo una semana. No obstante, por otra parte, pienso que es la semana principal en la que se establecen contactos; todo el mundo está solo y necesita hablar, y quizá después me resulte algo más complejo.

De todas formas, tengo que decir que de momento no he encontrado a mucha gente interesante por aquí. Parece que vivo en una residencia fantasma, en donde sólo he encontrado a una vecina de habitación, curiosamente catalana, y al recepcionista. Y ya. A veces oigo ruidos por el pasillo, pero tampoco es plan de salir al acecho de quien ande por ahí fuera. De momento, por lo menos, no lo necesito. Más adelante, la necesidad dirá. En cuanto a la gente del curso, ¡vaya horror! Nadie con quien haya sentido feeling. Ojalá que me equivoque, pero no he encontrado a mucha gente con mi perfil. Yo llegaba con las mismas expectativas que cuando asisto a los cursos de formación del Cervantes, donde normalmente hay gente interesante y con intereses común. Aquí, de momento, nada.

En total somos 9: un francés, dos alemanas de Münich, tres chinas de Macao, un inglés de padres portugueses, una estadounidense con la misma situación, un italiano nacido en Brasil y yo. Había antes una suiza, ya mayor, pero muy interesante, pero se ha marchado para un nivel intermedio. Lo que más me sorprende es que ninguno de mis compañeros va a la cafetería durante el almuerzo para tomar un café y socializar, para entrar en contacto. Todo el mundo ronda solitario por la clase, por los pasillos, pero nada. Así que hoy me he ido sola y me he puesto a leer el diario que he cogido a la entrada del metro camino de la universidad, mientras envidiaba a los otros grupos que están todos juntos tomando algo, conversando, compartiendo, estableciendo los primeros vínculos y formando conciencia de grupo, que está muy bien.

Pero para colmo, me parece que ni siquiera voy a comulgar con la profesora. Si bien ella es "má o meno" simpática y agradable, no me gustan sus clases. Además de que es tranquilísssssima, lentíssssima, repite cuarenta mil veces la misma historia, y me aburre un huevo, hoy ha presentado la primera clase y casi me he pegado un tiro. ¿Alguien puede imaginar por dónde he empezado a aprender portugués?

Se supone que si las cosas son como todo el mundo de la didáctica de lenguas dice que hace, siguiendo el modelo comunicativo, o incluso por tareas, mis primeras palabras en portugués deberían servirme para presentarme: decir mi nombre, mi nacionalidad, mi profesión, mi edad... Pues no. Sigo sin saber cómo se dice y mucho me huele que tendré que averiguármelo yo por cuenta propia porque la señora ha empezado la clase apuntando los meses del año en la pizarra; a continuación, las estaciones del año; los días de la semana; los colores; el presente de indicativo de los verbos regulares; el de algunos irregulares; los posesivos; los demostrativos; los adverbios de localización; la fonética del portugués; las partes del día; las comidas; la familia y la temperatura. En este orden, además, porque lo acabo de copiar literalmente de la libreta. He flipado. ¿Se puede saber a qué comunicación responde esto? ¿Y a qué lógica se adecua? Si no lo veo, no lo creo.

Además, al presentar las formas del presente de los verbos SER y ESTAR, como no, ha explicado en 1 minuto la diferencia de uso, remarcando que era "muy, muy, muy importante" y "muy, muy, muy dificil" y que, por lo tanto, debíamos prestar mucha atención. Agradecida estoy de ser hispanohablante y catalanohablante, pero pobres las chinitas de la clase. Pero, ¿a quién se le ocurre?

Tal ha sido mi desperación, que no pienso ir a clase estos próximos tres días en los que esas 12 maravillosas horas las voy a invertir en preparar mi examen para el Cervantes. Para estudiarme eso, ya me empollo yo solita la gramática que me han hecho comprar junto con los dos otros libros que vamos a usar durante el curso. Éstos, por cierto, han sido elaborados por dos profesoras del Departamento que también trabajan en los cursos intensivos de verano. Han sido publicados en abril de 2007 y siguen, según la información de las tapas y el prólogo, la filosofía del Marco. Se corresponden, según se indica, con un nivel B1. ¡Y una mier...! No se lo creen ni ellas... Alucino cómo la gente tiene esa cara.

Quiero también comentar que me han puesto en un B1 directamente por tener español y catalán como lenguas maternas. Antes de llegar a Lisboa, me parecía buena idea, pensando que era un A2, pero hoy he flipado cuando he visto que directamente me han metido en un nivel intermedio sin tener ni idea, simplemente porque puedo utilizar estrategias de intercomprensión. ¿Y la producción, qué? La verdad es que me parece una burrada y, por supuesto, más esfuerzo por mi parte, pero después, pensándolo bien, he dicho que me quedaba porque ir a un A1 o A2 tampoco me garantiza un aprendizaje comunicativo con las necesidades que yo tengo, sino que será más de lo mismo desde la perspectiva gramatical, pero a un nivel inferior. Así que estoy bien donde estoy; ya me pondré las pilas.

No sé... estoy algo dolida en general. Esperaba mucho más por parte de esta universidad, de estos cursos que son, supuestamente, los que ofrece el Instituto Camoes. Y yo pensaba que en el Cervantes... hoy he comprobado que hay quienes todavía están peor. Pero claro, a ver quién se atreve a cuestionar algo. Yo, de momento, paso. Más adelante, ya veré. Supongo que voy a tener que hacer mucho trabajo comunicativo por mi parte. Pero ahora no puedo, tendrá que ser a la vuelta de Madrid, que ya la estoy deseando.

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