sábado, 7 de julio de 2007

Primera semana en Lisboa

Mañana cumplo una semana en Lisboa. Y sí, sigo sin poder contar mucho, aunque os aseguran que quedan escasas 48 horas para re-aterrizar en la capital lusa y disfrutarla "tuttiplen" porque lo necesito. La cuestión es que durante este tiempo, aunque es verdad que básicamente he conocido cuatro paredes blancas y un pasillo largo con un baño y una cocina, también he tenido oportunidad de salir un poco, pasear por el centro y callejear por los barrios lisboetas, comer, reirme,... ¡para qué mentir! :)

Y en estas salidas me han sorprendido, en primer lugar, los horarios. Si bien es cierto que Portugal a mí me da la sensación de ser del estilo de los países mediterráneos (y la verdad es que no sé muy bien por qué, dado que no tiene ni un centímetro que dé al Charquito), hay cosas que no lo son: y entre ellas, los horarios. Son completamente europeos. Aquí todo el mundo come a la 1, cena a las 8 y a las 19.30 cierran las tiendas. Lo descubrí cuando hace un par de días salí a esas horas para ir a dar una vuelta y fui a la farmacia para comprar un par de cosas que necesitaba: "Encerrado". Flipé.

También me sorprendió lo mismo anteanoche, cuando salimos a cenar una chica de la residencia y yo. Españolas ambas. Eran las 21.30 y todo estaba vacío... Era tarde, pero aún así, amablemente nos atendieron en uno de los bares de la calle que tenía la cocina abierta hasta las 22.00. ¿Qué restaurante en España cierra a esas horas, si los sábados es casi casi la hora en la que nos empezamos a arreglar en verano? El bar era provinciano a más no poder, como muchos de los lugares de la ciudad, pero con encanto. Y lo mejor fueron la comida y el propietario. Nos sirvieron un arroz con marisco fresco para quitarse el sombrero y además en cantidades generosas: de hecho, de la cazuela acabamos comiendo 4. Y es que en la mesa de al lado había 2 italianas sentadas (aparecieron escasos minutos después que nosotras) que lo miraban con los ojos abiertos (y con la boca hecha agua, mucho me da). Tanto miraban que les ofrecimos, pues teníamos para ir y venir. Y en efecto, acabamos comiendo 4 y sobró.

La comida en este país es deliciosa y barata. Hoy he comido salmón al carbón por 6 euros y estaba de muerte. Iba acompañado de patatas hervidas y ensalada... Y de postre, mousse de mango. ¡Qué bueno! Y es que otra cosa que me ha sorprendido gratamente de Portugal es ver que tienen muchísimos más productos exóticos que nosotros en los supermercados, en los bares, en los restaurantes. ¿La razón? Las ex-colonias. Hay taaaaaaaaaaaaaaanta gente de las colonias viviendo aquí... Y me parece tan bonito, tan multicultural todo, tan rico. En Belgrado las cosas son muy diferentes y extraño, muy extraño, es cruzarte con un negro por la calle. Aquí son muchos y le da un toque fascinante, desde mi punto de vista. Me parece que son un pueblo mucho más abierto en ese aspecto que nosotros. Los ves en todos sitios, integrados en la sociedad. O por lo menos, esa es la visión que tiene una desde fuera. Si hay problemas raciales o de inmigración, yo no los he detectado todavía, aunque también he dicho que no he vivido mucho toda esta realidad. Ya os contaré.

La gente es de una amabilidad extraordinaria. Definitivamente he eliminado todos mis prejuicios hacia Portugal y los portugueses. Y me alegro. El propietario del bar de la calle estuvo allí conversando largo y tendido con nosotras: nos explicó que había nacido en Angola, aunque es de padre portugueses, y que allí había vivido 40 años (calculo que tendría unos 60, pero qué bien puestos... Me pareció un señor muy atractivo, de esos a los que las canas les sientan más que bien:). Sirve platos del país, así que algún día nos pasaremos para probar alguno. Nos dijo que lo visitáramos cuando quisiéramos, que él y la chica joven que trabaja también trabaja en el bar están siempre por allí, así que podemos ir a practicar con ellos. No estaría mal, aunque primero necesito unos cuantos instrumentos lingüísticos porque me siento bastante frustrada cuando intento pronunciar dos palabras en portugués y a la tercera inmediatamente tengo que saltar al español. Pero peras al olmo tampoco se las puedo pedir, la verdad.

Y en cuanto al portugués tengo mucho que decir: muy fácil de entender, pero complejo producir. Es un privilegio llegar a un país como este y entender ya de antemano mucho, muchísimo (desde la publicidad más tonta, hasta el contrato de la residencia... ya quisiera poder entender tanto en serbio después de dos años de residencia en Belgrado!), pero ¿quién se pone a hablar tan bien con una lengua madre tan próxima de la que me es tan fácil coger e intentar transformar a la versión portuguesa?... ¿Y la pronunciación? De fácil nada... Y a mí que no me gustaba el francés porque tenía nasalizaciones y me cojo al portugués, que se las trae :)... Pero no desesperemos. Todo se andará.

De momento, estoy contenta porque esta pesadilla estudiantil acaba y planes hay muchos para la semana que viene. Y seguramente para la otra. Me gustaría salir de Lisboa e irme para Oporto porque a ver si Tirsín se dignas y baja a verme. También quiero ir a la playa, y a visitar algunos pueblecitos de alrededor; ayer decíamos con la catalana de la habitación de al lado de alquilar un coche un día e irnos de turné provinciano. Estaría muy bien :)

Y nada, que me voy a continuar con el estudio, a ver si remato o me rematan los apuntes a mí. Más noticias desde la capital lusa en breve.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

queremo ver a fotos

Odara dijo...

Lo peor del portugués de Portugal no son las nasalidades, a eso te acostumbras pronto, sino las no-vocales. Son capaces de transformar todas las es y aes átonas en vocales neutras que desaparecen, y ¡a ver quién es capaz de pronunciar esas series de consonantes! Yo siempre he dicho que para mí el portugués de Portugal suena como ruso de pueblo sin vocales. Y por eso, aunque es muy fácil entenderlo leído, cuando hablan cuesta mucho más pillarlo. Yo en tu lugar me iría a Brasil a aprender portugués. O a Angola o Moçambique, que también hablan bonito.

En cuanto a la comida portuguesa, no dejes de probar, si tienes la ocasión, el bacalhau à Zé do Pipo. Y el caldo verde, que a la primera no está muy bueno, pero luego le vas cogiendo el tranquillo... y es baratísimo... Y, por supuesto, todos los pasteles que puedas. Yo en Lisboa siempre desayunaba pasteles, ñam... Y, si vas a Sintra, queijadas!!!!