lunes, 12 de marzo de 2007

¿Qué llevar en cada situación?

Este domingo lo he pasado en casa porque no me encontraba bien. Hace un par de días me resfrié y hoy me ha salido todo: creo que ha sido una mezcla de cansancio y resfriado que ha acabado en todo un día echada en la cama y en el sofá, con el pijama, mi bolsa de agua caliente y pocas ganas de salir. Además del dolor de garganta y de la mucosidad, tenía un par de grados de fiebre, con lo cual he estado con dolor de espalda todo el día.

Esta tarde había quedado para tomar café con dos amigos, pero a las 19.30 les he llamado para decirles que no me encontraba en condiciones. Les he ofrecido el venir a casa si les apetecía y han aceptado. Han llegado una hora más tarde, a las 20.30, cargados: en una bolsa, dulces que Verica había preparado; en la otra, naranjas.

Pero no ha sido hasta que la vecina ha entrado un poco más tarde, sobre las 21, cuando me he percatado del detalle: también ella venía cargada con fruta: kiwis, naranjas y limones. Y es que en Serbia, cuando alguien está enfermo y se le visita (sea en casa o en el hospital), se le lleva fruta. Ha sido entonces cuando me he acordado de que los estudiantes me lo habían explicado un día en un intercambio cultural de "regalos" que tuvimos. Recuerdo que me sorprendió en el primer momento, pero la verdad es que tiene su lógica. ¿Qué mejor cosa que fruta fresca, natural, cuando estás enfermo?

Y es que unos de los regalos más frecuentes en Serbia suelen ser la fruta, para los enfermos, y las flores. Pero cuidado porque éstas tienen "truco". Si las llevas a una comida o a una visita, debes pedirlas siempre impares. En cambio, las llevas siempre pares al cementerio. No es que compre flores para regalar con frecuencia, pero estoy segura que de haberlas comprado, lo hubiese hecho con un número par... es como que me pega más para un ramo.

Y, por supuesto, también los dulces son un presente habitual, frecuentemente acompañadas de un paquete de café, que llevas cuando estás invitado a comer a algún lugar y que, curiosamente, se suele tomar antes de la comida principal, a fin de abrir el apetito; como la cazalla, vamos. Debo reconocer que antes me parecía un orden totalmente ilógico, inconcebible, como que el café (más bien en mi caso, chocolate caliente y o té) no me entraba si no era después de un plato principal, costumbre que, debo admitir, ha ido cambiando con el tiempo. Y es que creo que lo serbio me va invadiendo el cuerpo cada día que pasa... ¡Qué miedo!

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