miércoles, 28 de marzo de 2007

Del presente, del pasado y de otras cosas...


En primer lugar, siento haber desconectada tanto tiempo, pero es que con la semanita atareada de Belgrado (y las siguientes no quiero ni pensarlas todavía) no he tenido tiempo para nada. He estado dejando todo listo y preparando mi viajecito a España :) Sólamente el sábado tuve tiempo para escaparme un rato al cine a ver "Way to Guantanamo". Se suponía que la sesión era a las 8.30, así que nos presentamos en el cine a las 8.15. El cine, cuyo nombre ahora no recuerdo, me encantó: me recordó muchísimo a mi año de Erasmus en Tübingen, al café Haag (creo recordar que se llamaba así)... aquel que estaba detrás del Ammerschlag, en la placita, y que ofrecía sesiones de cine europeo o algo más independiente en aquella sala pequeña, junto a la cafetería.

Pues bien, este cine era del mismo estilo, aunque más cutre todavía: tiene varias salas, pero no están ni siquiera acondicionadas como salas de cine, sino que son sillas de la cafetería (algunas de mimbre, grandotas) dispuestas en filas... a modo de cine de verano pero dentro de salitas pequeñas. Otras salas, más grandes, tienen incluso las mesas puestas y después está la cafetería propiamente dicha. Bueno, el cine en general es muy cutre, pero me encantó. Así que me prometí que tenía que volver. Sobre todo, porque me quedé con ganas de ver la película, pues fui yo la encargada de mirar a qué hora la pasaban y lo consulté en internet: 8.30. Cual fue nuestra sorpresa al llegar y ver que el pase había sido a las 19.00. ¡Qué vergüenza! Pero bueno, ya me advirtió Marko de que no se puede confiar en las páginas webs belgradenses, que hay que acudir al periódico del día para mayor seguridad... ¡Quién lo iba a imaginarrrr!

Y el domingo, tras levantarme a las 7 por los nervios que tenía por el cambio de hora, preparé las maletas e historias y salí a tomar un café con las vecinas a la Plaza de la República, en las famosas terrazas, pijas donde las haya, pero agradables de vez en cuando. Y es que cada día paso por allí y veo a los serbios disfrutando del sol, de la buena temperatura, de sus cafés, del ambiente... mientras yo me dispongo a correr, apresurándome para llegar a tiempo a clase. Así que el domingo, que hacía un día espléndido, aprovechamos. Aquí os dejo a mi querida Bojana:





Y tras ese café, pues salí escopetada para el aeropuerto: me esperaba un vuelo Belgrado-Milan-Valencia. En total, 6 horas, que pensé que pasarían rápido, pero que me resultaron eteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeernas. ¡Qué frío había en esos malditos aviones y qué impuntuales que son los italianos! Y es que cada vez me prometo que no voy a volar con ellos y al final, por cuestiones de horarios e historias, acabo repitiendo. Además, en Milán el tiempo ya empezaba a ser premonitorio de lo que me iba a acabar encontrando en Valencia: estaba el día oscuro, gris, denso, y llovía a cántaros. Y para colmo, no nos empalmaron el avión con un finger a la terminal, sino que nos pusieron autobuses y todo el mundo corriendo para poder meterse. Pero bueno, la cuestión es que al final llegué: congelada, pero llegué.

Ahora llevo un par de días en casa, en Valencia y los días siguen grises, lluviosos...


y yo que venía con el ánimo no sólo de descansar, sino también de disfrutar del sol, del mar, del aire libre, de coger energías hasta septiembre... De aspirar profundamente por la noche cuando los verdes campos que rodean el pueblo rezuman olor de azahar… Esta época me recuerda a esas noches de primavera de hace ya un montón de años, cuando llegaba andando (casi corriendo, diría yo, por el miedo que me invadía) a mi casa de casa de alguna de mis amigas, de jugar toda la tarde, y tenía que atravesar toda la calle llena de naranjos. No es que fuese mucho trecho; probablemente, unos 100 m., pero casi a oscuras, y en su momento me parecían una eternidad. Jamás entendí por qué mis padres habían elegido vivir tan “lejos” del pueblo, de mis amigas… De hecho, yo era la única que vivía “en la otra parte de río”. Años después, sin embargo, lo agradezco: es mucho más bonita, más verde, y con mayor olor de azahar en tiempos primaverales que es, de hecho, el olor nostálgico que me invadía el día que le di nombre a este blog. Pero no únicamente de nostalgia se trata la cosa, sino también de su belleza: es una flor simple, pero con encanto. Y para los que dudéis o no la conozcáis, aquí os mando una muestra:



Y es que con los naranjos siempre he mantenido yo una relación de amor-odio. Si bien siempre me encantó su flor, me encantó ver los árboles cargados de flor en primavera y naranjas en otoño, me gustó identificar Valencia con esta fruta, cuyo color me apasiona y es, junto con el verde, los colores que creo que mejor me sientan a la hora de vestir, hace muchos años le declaré la guerra y me opuse a comer naranjas, por muy dulces que estuvieran. Para mí, estaban siempre ácidas, siempre traían problemas de estómago, y eran pringosas. A todo esto, había que sumar la insistencia de mi padre, amante de las naranjas donde las haya, y el hecho de que todo el mundo coma naranjas en esta época del año y prácticamente sólo encuentres naranjas en los fruteros valencianos de octubre a abril. Era, en cierto modo, también un poco de rebeldía.


Pues bien, años después, a 4.000 kilómetros de distancia, me he sorprendido a mí misma saboreándolas, aunque haga traición a la patria y las únicas que pueda comer procedan de Grecia o Turquía. De hecho, esta semana tenía el frutero a rebosar y pensaba: “Esto es pa’echar una foto y mandarla porque si lo cuento así, tal cual, no me van a creer. Y justamente anoche, tras la cena, el comentario de mi madre al ver que me pelaba (un verdadero esfuerzo para mí cuando tengo a mi mamita al lado que me pela la fruta siempre :)) y comía una naranja: “Ver para creer”.

2 comentarios:

Iggena dijo...

Ai bonica, qué maco és tornar a casa...A mi em queden dues setmanetes, i ja en tinc unes ganes! I és curiós quines coses es poden trobar a faltar oi?: olors, sensacions... Mira quina tonteria, però a part dels meus pares i amigues, jo tinc moltes ganes de veure la meva gosseta i de jugar amb ella al jardí!

mmelekk dijo...

hola nena,

això de les olors i les sensacions no és cap tonteria, per molt que ens ho sembli. El meu pare va llegir part de l'entrada i el comentari que va fer va ser "aquí de què escrius? de mariconades?" i vaig pensar: "mariconades per tu que les tens i ni te'nadones. Per qui no és a casa, sobre tot un món de sensacions amb un olor, un sabor, una cançò, amb petites tonteries que et fan sentir força més aprop de casa". Tu aguanta que ja et queda poc :))))

Mil petons