¡Pero cuál ha sido mi sorpresa al encender la luz y ver que los garbanzos habían empezado a vivir! (en la foto podéis verlo). De repente, han venido a mi mente aquellos primeros años escolares, cuando cada uno traía a clase tu cacharrito de "La lechera" de vidrio, vacío, e ilusionado, plantaba sus lentejitas, garbanzos, sobre algodón mojado y... a espera minutos, segundos, días... hasta que, por fin, aparecían los primeros indicios de vida, de que una "plantita" iba a creer. Otras veces, la plantita no la llevabamos a la escuela, sino que teníamos que observar el proceso en casa. Y en la mía, concretamente, las plantitas creo creer que estaban en el baño. Era precioso ver cómo de aquella legumbre salía una "planta" verde, que crecía. Había vida :)
Hoy en día, sumida en estos mundos rápidos, tecnológicos, laborales, de estrés, de vida, artificiales, reales, de un no parar contínuo, había olvidado que la naturaleza sigue ahí, en su estado más puro, echando raíces.
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