sábado, 16 de junio de 2007

El regalo más extraño

El miércoles tuve mis últimas clases en el Instituto hasta agosto y uno de los grupos me regaló un ramo de flores. No sé si en España se le regalaría un ramo de flores a un profesor, pero aquí no me sorprende, puesto que regalan muchísimas más flores que nosotros. Era un ramo bien bien bonito, de calas blancas y otra flor violácea cuyo nombre desconozco. El día de la fiesta de cumpleaños también llené la casa con ramos de flores: calas, rosas,... incluso hasta recibí un ramo que un amigo había hecho él mismo con flores que había recogido en el campo en su pueblo ese día. Me gustó mucho, aunque no dejo de admitir que fueron regalos que me sorprendieron, puesto que yo nunca llegaría en España a una fiesta de cumpleaños con semejante regalo.

El caso es que hoy no quiero hablar de flores, sino del regalo más extraño que he recibido jamás. Al finalizar la clase del miércoles, se me acercó una de las alumnas y me regaló una entrada para asistir a una función de teatro que tendrá lugar el lunes por la noche y en la que ella actuará como protagonista. La verdad es que me hizo mucha ilusión y, aunque me entere de poco, allí estaré. Hasta ahí más o menos normal. La gran sorpresa llegó cuando se me acercó Mira. Mira es una señora bastante mayor; tiene 82 años y a esa edad ha decidido empezar a estudiar español. Debo reconocer que al comienzo pensé: "¿Y qué va a hacer esta mujer aquí?... Seguro que en dos días no vuelve". Pero me equivoqué. Si bien es cierto que necesita un ritmo más lento que el resto, es la estudiante con más tesón que he tenido jamás. Cualquier cosa que enseñara un día, la traía aprendida al día siguiente. Durante las clases intentaba participar en lo que podía, pero a la hora y media se empezaba a rendir, argumentando que la cabeza no le daba para más. Y no me extraña.

Sin embargo, que estudie español a sus 82 años no me resulta nada sorprendente después de saber que a los 72 decidió aprender a jugar al tenis y lleva todo este tiempo yendo a jugar 3 veces por semana. Alucino. Yo también quiero ser así algún día: tener esa vitalidad, estar tan fuerte mental y físicamente, tener esa mentalidad tan abierta, ser tan receptiva a pesar de tus años... Y siempre tan amable, con esa sonrisa en la boca, transmitiendo esa paz, esa tranquilidad... No sé por qué, pero esta señora ha tenido que tener una vida interesante: hace pocos días me contó que había estado viviendo en Libia. Es dentista (y no digo fue porque sigue ejerciendo, como profesional apasionada de su trabajo) y estuvo trabajando allí durante 3 años. Lo descubrí a través de una de las actividades que tienen que hacer y que consiste en explicar las lenguas que saben y cómo las han aprendido. Además, ha visitado un montón de países y acabo de descubrir hace escasos momentos corrigiendo uno de sus escritos que tiene un estudio en Santa Cruz de Tenerife y le encantan Las Islas Canarias.

El caso (y volviendo a lo que había empezado a contar) es que el miércoles, al término de la clase, se me acercó y me dijo: "Àngels, estoy muy contenta con el curso y me gustaría hacerle un regalo (como buena serbia y señora de sus años, no se puede hacer el ánimo de tutearme)". Yo me puse un poco roja y sin saber muy bien cómo afrontar la situación, como siempre que me sucede algo así, aunque no me pareció nada extraño tampoco. Sin embargo, los ojos se me debieron poner como platos cuando me dijo que quería revisarme los dientes, que por favor acudiera a su consulta. Me quedé descolocada, si bien me parece que puede tener cierta lógica el regalo :) Sin saber cómo salir del paso, se lo agradecí y me excusé diciendo que ahora me voy a España y que a la vuelta, la llamaré. La verdad es que no sé si la llamaré o no. Mal no me viene tener una persona de confianza, puesto que un dolor de muelas no es especialmente agradable, pero os juro que todavía no salgo de mi asombro, sobre todo, cada vez que abro mi cartera y veo la tarjeta de visita :)

miércoles, 13 de junio de 2007

Déjame vivir...

Déjame vivir
libre
como las palomas
que anidan en mi ventana
mi compañía
cada vez que tú te vas.

Déjame vivir,
libre
libre como el aire.
Me enseñaste a volar
y ahora
me cortas las alas.

Y volver a ser yo mismo,
y que tú vuelvas a ser tú,
libre,
libre como el aire.

Déjame vivir,
libre,
pero a mi manera.
Y volver a respirar
de ese aire
que me vuelve a la vida
pero a mi manera.

Y volver a ser yo mismo,
y que tú vuelvas a ser tú,
libre,
pero a tu manera.

Y volver a ser yo mismo,
y que tú vuelvas a ser tú,
libre,
libre como el aire...



Jarabe de Palo



domingo, 10 de junio de 2007

Tengo un dolor de cabeza terrible todo el día y creo que es el calor, que ya empieza a apretar. Definitivamente tengo que comprar un ventilador antes de mi vuelta a España, que está prevista para la semana que viene. Es posible que haya sido también el estar toda la tarde encerrada en casa de la vecina, donde el aire corría poco y había poca luz a pesar de tener la ventana y el balcón abiertos. Es que dan a un patio de luces. Hemos estado viendo a Nadal y como no, una apoyaba al español y la otra al suizo porque Nadal había traicionado al joven tenista serbio Djokovic en la semifinal :) Lo hemos pasado bien y me ha recordado aquellas tardes de junio en las que en casa solíamos siempre mirar Roland Garros. Llegábamos todos del colegio, comíamos y al sofá a ver el torneo. ¡Qué sufrimiento! ¡Qué momentos!

Hoy la verdad es que ha estado reñido, pero no he sufrido mucho porque estábamos bastante entretenidas con Lena, la vecinita, que es hija de la otra vecina del quinto (somos 3 viviendas en el quinto piso). Es una monada de niña. Tiene 2 añitos y, por fin, nos vamos entendiendo. Hasta ahora me huía y no quería ni siquiera pronunciar mi nombre. Pero ahora ya se despide de mí y me llama "Angi" :). Parecerá una tontería, pero aprendo un montón con ella... y es que tiene un lenguaje tan sencillo y repetitivo que te da ánimos :) Hoy repetía todo el rato "Pade, pade". Quería que Boka, la otra vecina, se sentase con ella en un puff y se tirase al suelo... "Pade, pade" (Tírate, tírate...) Mil veces lo ha repetido y claro, inevitablemente no he podido resistirme a incorporar la palabra del día a mi vocabulario.

Además, hoy no sé por qué, pero la he entendido mucho mejor que otras veces. Veo que voy progresando a pasos agigantados en mi aprendizaje de serbio y eso me da ánimos para continuar. Incluso he comprado mi primera revista y leo y subrayo lo que voy entendiendo. ¡Qué felicidad! Estoy también elaborando mi Portafolio de serbio (ya os contaré algún día en qué consiste realmente...) y hoy he descubierto cómo escuchar la radio serbia por internet para cuando no pueda estar aquí este verano y eche de menos todo esto...

En fin, a ver si luego continuo hablando de mi progreso, aunque dude que llegue con energía y con ganas. Me voy a una fiesta de fin de curso que organiza el Cervantes. Es la tercera que celebra este año y, aunque me había prometido que no volvería porque las anteriores fueron penosas para mi gusto, esta "promete" más que las anteriores: no tanto por la música y el local, que son diferentes, sino porque los alumnos se han implicado en la organización y han montado un concurso de canciones y baile por grupos: nivel B1 contra B2: "Un rayo de sol" contra "Pimpinela", canción y coreografía incluida. Se han currado publicidad, pegatinas,... y lo que es mejor: le han dado un montón de ambiente y vida al centro con la tontería. Es de lo que se habla y estudiantes de otros niveles incluso han querido participar, pero no pueden porque no caben en el escenario. No sé... Pero creo que por lo menos habrá que ir a verlo. Salgo disparada para la ducha...

sábado, 9 de junio de 2007

Si no lo veo...

Si no lo veo no lo creo.... yo tomando el café frappé (conocido a la serbia como hlada nes, aunque reconozco que ni de broma supera al auténtico griego) sin azúcar. Hace escasos meses habría pensado que algo así era imposible. La verdad es que hace mucho tiempo que me voy planteando dejar de tomar azúcar, pero hasta ahora no lo había podido conseguir. Era (o es, ya lo veremos) algo así como el propósito de los fumadores de querer abandonar los cigarrillos pero sintiéndose tentados e incapaces constantemente al mismo tiempo.

Pues bien, hoy hace una semana que dejé de tomar azúcar. ¿El motivo? Gracias a los alumnos. Hace tres semanas, durante la pausa del sábado, fuimos a una cafetería para ir a comprar un hlada nes para llevar que, por supuesto, pedí cargado de azúcar. Al sábado siguiente, yo tenía que preparar unas fotocopias durante la pausa y me preguntaron si quería que me trajeran algo: "Un hlada nes" :) Y en efecto: a la vuelta, tenía el hlada nes sobre la mesa. Me puse a dar la clase y en un momento en que estaban hablando y trabajando en grupos, le di mi primer sorbo: "Hjjjjj... no tiene azúcar", fue mi primer pensamiento. Aunque después empecé a sorber y sorber y continué pensando: "Pues tampoco está tan malo"... Esta historia me sucedió dos semanas seguidas.

Así que he llegado a la conclusión de que soy capaz de tomarlo sin grandes, grandes esfuerzos, y que ese proceso a la larga tiene su recompensa :). Al fin y al cabo, recuerdo que cuando era pequeña tomaba una mezcla explosiva para desayunar que ahora no consigo entender cómo la podía tragar: Tanto para mi hermana como para mí, la leche tenía que llevar Cola-cao Y azúcar. Solamente Cola-Cao con la leche sabía FA-TAL. Ahora se me revuelven las tripas de pensar lo dulce y empalagoso que debía estar aquello... Tiempo después, conseguí tomar la leche únicamente con Cola-Cao, que fue mi primer gran paso hacia el abandono del azúcar... Después empecé a tomar la leche blanca únicamente con azúcar... y años más tarde, sobre todo, cuando empecé a viajar por Europa y a ver la deliciosa leche fresca que vendían en los supermercados, la comencé a tomar natural y blanquita, sin nada... Un verdadero logro :)

Sin embargo, desde el año pasado, me acostumbré a tomar el frappé o hlada nes para desayunar (similar a un café con leche a la española, pero frío, má o meno) o cuando voy a tomar algo en plan cafetería. Desde entonces me venía rondando la idea de abandonar el azúcar, pero me superaba... Y ya ves, llevo una semana sin probarlo. Esta mañana he tenido la tentación, pero he decido que mejor no, que no debía mantenerme estricta conmigo misma, puesto que un pequeño placer ahora podía provocar quizá mi recesión definitiva ;-). A ver qué tal aguanto estos primeros momentos de la vida de la ex-azucarera en la que la tentación aflora... Ya os contaré :)

martes, 5 de junio de 2007

La hora de la tormenta y sus efectos

Son las 18.15. Como de costumbre, es la hora de la tormenta. Me huele que hoy va a ser "la gran tormenta". Estoy sola en la sala de profesores y todo retumba por los truenos... creo que la tenemos "literamente encima" :-/ .



Cuatro horas más tarde cuento lo que ha sucedido: evidentemente, hemos tenido la tormenta "encima". Ha sido un señor tormentón y lo que es peor (o mejor, según se mire): justo cuando estábamos en la pausa, sobre las 20:10, se ha ido la luz. De repente, se ha oído un grito unánime de sustillo y alegría procedente de todas las clases. Me recordó a los viejos tiempos del colegio, en aquellos días grises y de gota fría en los que me encantaba que se fuera la luz, aunque en realidad fueron pocos. Pero si hoy los alumnos se han alegrado, os aseguro que los profesores más :) De repente, hemos salido todos a pasearnos por los pasillos y nos hemos dedicado a comprobar si era un fallo del centro o un apagón general. Afortunadamente, se ha dado la segunda situación (me acaba de explicar la vecina que ABSOLUTAMENTE TODA la ciudad, que tiene 2 millones y una extensión como Valencia, se ha quedado a oscuras. A mí este dato me ha sorprendido pero parece que a ellos no. Y ante mi reacción me han dicho “En la guerra era así o peor”. Claro… Inocente de mí). Pero lo mejor de la tarde ha llegado cuando he regresado a mi clase para conversar un rato con los estudiantes mientras esperábamos la luz y ha llegado Núria, otra profesora, acalorada preguntándome si sabía dónde estaba Sandra, la jefa de estudios: "No, pero la buscamos. Que, ¿qué pasa?" "Que Ana se ha quedado encerrada en el ascensor". Ana es otra profesora a la que le acaban sucediendo las historias más surrealistas que os podáis imaginar. Si yo al principio dudaba de la veracidad de muchas de ellas, muestras tengo ya de que no lo debo hacer porque es verdad: todo le acaba sucediendo, lo muy bueno y lo muy malo. Total, que nos hemos bajado corriendo y entre risas a buscar a Sandra quien, al escuchar el comentario, no se ha podido contener y se me empezado a descojonar por lo mismo que os acabo de comentar ahora. Al final, éramos unas 15 personas delante del ascensor intentándolo abrir a la fuerza primero (decían que se podía, pero ha resultado ser un intento fallido) y después con la llave del ascensor que nos ha dado el guarda de seguridad (solución que no ha tenido mayor éxito). Habrán pasado probablemente unos 20 minutos, todos entorno a la escalera y al otro lado del ascensor, que es transparente, intentando distinguir a Ana en aquella pecera negra. Aunque era casi imposible porque el ambiente estaba oscuro, la oíamos de vez en cuando. Menos mal que la tía es tranquilona porque de haberme pasado a mí tal situación, no sé cómo hubiera reaccionado. De pequeña no me gustaban nada los ascensores y sólo en Barcelona, cuando comencé a vivir en un sexto y tenía que subir la compra, empecé a usarlos. Ahora aquí, en Belgrado, vivo en un quinto y tengo un ascensor que es un trasto y tienes que saber cómo funciona porque, de lo contrario, te deja encerrada entre piso y piso... Sin embargo, le "he perdido" el miedo y lo uso siempre que llego cargada. En fin. Al final la historia ha terminado ha tenido un final feliz: ha llegado la luz a las 20:45 más o menos y Ana, que es una teatrera, ha salido cantando del ascensor y rodeada de aplausos (había como 2 grupos de estudiantes expectantes más todos los profes que nos estábamos muriendo de la risa)... Por lo menos la tarde ha sido entretenida, cosa que ya se agradece a estas alturas del año y a esas horas del día :)

lunes, 4 de junio de 2007

De la hora de la tormenta y otras historias

No hace ni 20 minutos que he llegado a casa con las gafas de sol puestas y acalorada. Venía pensando: ¡Tremendo bochorno! Tengo que cambiarme los jeans por alguna falda porque no aguanto esto. Bien, pues está diluviando, lloviendo a cántaros. Y el cielo negro, iluminado de vez en cuando por algún rayo. Alucino. Sólo espero que pare pronto, sobre las 6.20-6.30, que es cuando tengo que ir pensando en regresar al trabajo. Esto del horario partido me tiene muerta matá. Pero en fin, es lo que hay.

He llegado a casa después de ir al banco para arreglar unos papeles e ir a pagar internet, que ya ni me acordaba. Y es que en este país todavía las cosas no van por el banco: es decir, tienes que ir a pagar la electricidad, el agua, los impuestos, internet, el teléfono... a correos, con la facturita que te han mandado a casa en mano. Por suerte, hoy sólo he hecho alrededor de 30 minutos de cola. Hay veces que he estado más de una hora de pie y el recibimiento en la ventanilla ha sido de p--- pena, aunque en eso no ha habido diferencias hoy: me he esforzado por hablar en serbio y, como al final no la entendía, la tía me ha empezado a hablar en inglés superborde. Y yo pensaba : ¿Serás cabrona? Encima que me esfuerzo y me lo pagas así. Pero en fin, ya se sabe. Además del mal gesto, he tenido que terminar pagando yo, aunque esta vez dinares.

Después he venido a casa y como eran las 5.30 de la tarde, hora serbia de comer (parte de mi proceso de serbinización), pues me he sacado la crema de zanahorias que preparé anoche (recordando las primeras semanas que estuve en Serbia, donde comí eso durante noches) y la carne que ayer me dio la vecina. Y es que ayer por la noche, cuando regresé a casa, pasé a verla. Estuvimos conversando y comiendo maline... mmm... ¿frambuesas? Son como las moras, pero rojas. Las venden ahora en el mercado y la verdad es que nunca las había probado frescas, pero están deliciosas. De vez en cuando, algo ácidas, sabor que no me apasiona, pero que ayer en este contexto me pareció rico. Se las habían mandado sus padres junto con un montón de comida, como es habitual los domingos por la tarde-noche. Alrededor de las 8 suelen ir a la estación de autobuses ella o su novio van por las bolsas que les mandan. Traen comida para toda la semana: a veces "bollería salada" (¿Hay una palabra en español para esto?, por ejemplo, para los croissants con queso o con salchicha...), algo de hojaldre, etc. Otras, como ayer, la comida era más suculenta: carne, pescado, sarma y pimientos rellenos con carne y arroz, pan y dulces.

"Además de que la comida de casa está más buena y eso nos quita la presión de tener que pensar en cocinar constantemente, nos ayuda a sobrevivir. Belgrado es demasiado caro", palabras textuales. Flipé. Pero aún flipé más cuando nos pusimos a hablar de sueldos. De lo que gana ella, de lo que gana él, y de lo que es peor, de lo que ganan sus padres en un pueblo del sur lejos de Belgrado. Su sueldo no supera los 550€ al mes y se le paga en dinares, lo cual te da una inestabilidad terrible debido a que el valor de la moneda en este país fluctúa cada día respecto al euro (seguro que si algún economista lee esto me va a decir que no me he expresado bien, pero bueno, creo que podéis entener qué quiero decir). Aun así, se considera tremendamente afortunada. Él es profesor de gimnasia en un colegio a tiempo parcial porque no lo pueden emplear más horas. Bueno, en realidad es pluriempleado: trabaja en dos colegios diferentes, cada uno en una parte de la ciudad, y entre uno y otro acumula tantas horas como un profesor a tiempo parcial en una escuela normal. Y su sueldo son 100€ al mes. Y pagan 300 al mes de gastos y sobreviven con otros 300. Ahora entiendo el porqué tienen que mandarles comida y por qué salen contadas las veces.

Pero lo peor fue cuando me explicó que lo más humillante para ella es saber que su padre trabaja como empleado en una empresa y su suelo es tres veces inferior al de ella y que, aún así, tiene que pedirle ayuda. Como es evidente, la vida en los pueblos es infinitivamente más barata y un café no supera los 0,30 dinares de euro, pero también lo son los sueldos. De hecho, la prueba está en que, según contaba ella, cuando la gente sale al bar a tomar algo siempre pregunta primero cuánto cuesta algo y, en caso de disponer de dicha cantidad, entonces pide lo que quieren.

No sé... ¡este país es tan contradictorio! Cada mañana, a las 8.45, cuando paso por la Plaza de la República, la principal, las cafeterías están llenas: dentro y fuera. Continúan así toda la mañana y toda la tarde y a estas horas (22:55) es realmente difícil encontrar una mesa en los lugares del centro. Sobre todo, en los pijos... A ver si un día de estos hago fotos de esa zona y os la pongo por aquí... Da la sensación que no trabajan y no son pocos los serbios que se enorgullecen de ese ritmo de vida, el cual está muy bien por una parte (puesto que me da la sensación de que disfrutan mucho más que nosotros), pero que no me parece tan lógico, por otra. Creo que es todo un auténtico montaje: ellas emperifolladas por fuera con "oro y plata", enconjuntadas de arriba a abajo (zapatos, cinturón y bolso a juego, por no hablar de la ropa, los ganchitos del pelo y las pulseras).... y ellos con su chándal y sus deportivas de último modelo o con sus jeans y su camisita.... pero después no pueden llevarse un trozo de pan a la boca. Esta no es una reflexión que hago ahora: hace dos años que le voy dando vueltas, que no lo entiendo, pero mi vecina me demostró ayer que es verdad: que sobreviven de lo que les mandan del campo y del extranjero (hay mucho serbio emigrado), y que poco resuelven con sus 200€ mensuales.

En fin, al final me he puesto a hablar de los sueldos y me he desviado del tema comida, que era el que quería comentar hoy. Lo hago de forma sucinta: la cuestión es que ayer les había llegado comida e insistió en que cogiera. No hay cosa peor que negarte ante un serbio, así que acepté: "Sarma, pimientos, cordero y truchas para tu comida de mañana". El sarma me lo comí anoche, porque tenía un hambre que me moría. Para variar, estaba de muerte :))) Y el cordero, pues lo he comido con la crema de zanahorias. Pero lo curioso de esa carne, que está asada, es que ellos la comen fría: jamás la comen caliente, como nosotros. La primera vez que me la sirvieron (de eso hace ya más de año y medio) me moría engulléndola. Pensaba: "Vaya asquerosidad", pero no podía hacer el feo. Había 20.000 ojos expectantes en aquella extranjera sentada a la mesa de una familia serbia... Por supuesto, dije que estaba delicioso. Es una carne seca de esas que, de habérmela puesto mi madre en casa, le hubiese dicho que ni de coña me tragaba eso... Bueno, pues resulta que ahora me encanta :-/ Hay que ver cómo cambian las costumbres, los hábitos, los gustos, etc. de una. La prueba está en que no queda ni rastro del cordero, ni de la sarma, ni de los pimientos, ni de la proja (un tipo de pan de maiz, cuya anécdota prometo contar en breve),... Sólo queda la trucha, que la fríen y la guardan: otra de esas "guarradas" que en casa nunca me comería pero que aquí, pues habrá que probarla. Definitivamente, el "proceso" avanza y no sé si alegrarme o aterrarme ;-)

sábado, 2 de junio de 2007

Sonido jazz a la luz de la luna

Son las 3 de la madrugada y en breve voy a meterme a la cama, pero antes de eso quería escribir un poquito. Hoy ha habido un montón de cosas que me hubiera gustado comentar (la situación que vuelve a revivir Serbia al volver a establecer las relaciones con la UE después de entregar a uno de los supuestos criminales de guerra, la reaparición de Nessi :) en Loch Ness, etc. ), pero no he tenido tiempo...


Al final del día estaba algo triste, muy agotada y con pocas ganas de salir. Estos días me están matando. Pero lo había organizado todo esta mañana para que fuésemos al concierto de Koop esta noche y no podía echarme atrás. Total, que me he duchado y he salido. Y me ha encantado: era la primera vez que Ana (a la izquierda en la foto) se unía al grupito que hemos formado en los últimos meses Neda (la chica bosnia con la que fui a Sarajevo), Danijela (la pelirroja de la foto) y yo. Hace poco estuvimos en el concierto que se organizó dentro del Museo de Arte Contemporáneo, que fue una pasada, y tenemos programado ir a ver el Laberinto del Fauno (¿Alguien la ha visto? ¿Qué tal está?) y una comilona kod mene (en mi casa) la próxima semana :), a la que, por supuesto, también se va a unir Ana. De ese modo, vamos a rematar el vino, el queso y el embutido que me queda y que hay que terminar antes de mi partida a España, en escasas 2 semanas. Además, hoy me he enterado exactamente dónde trabaja Danijela: ¡Al lado de mi casa literalmente! Así que hemos dicho de quedar para comer uno de estos días... Planes, desde luego, no faltan, lo cual está muy bien y me lleva a pensar que cuando no ande por estos lares las echaré un montón de menos.

Pero, a parte de la compañía, lo que me ha parecido más bonito esta noche ha sido el lugar del concierto. Yo no sabía exactamente dónde era: habían dicho que en el sportski centar de Dorcol, en un polideportivo cerca del Danubio. Pensaba que sería dentro, en una de las canchas. Pero la sorpresa me la he llevado cuando hemos llegado y era al aire libre, debajo de la fortaleza Kalemegdan iluminada y junto al Danubio tranquilo, oscuro y profundo. De ensueño, la verdad. Para rematar la escena, había luna llena. Dicen que sólo cada dos años hay luna llena dos veces en un mes, y este mes de mayo pasado ha tenido lugar dicho fenómeno.


Como os contaba, el ambiente del concierto me ha encantado. Últimamente estoy descubriendo ese otro Belgrado que yo creía que no existía; ese Belgrado que se aleja de tanta belleza postiza, dorada y plateada, uniforme, y se vuelve algo más alternativa, diferente, con personalidad. Mucho más cercana a Barcelona, que es lo que llevo echando de menos en este tiempo. Aunque no se vea, ese Belgrado existe, aunque tienes que ir a buscarlo específicamente. Ni de broma tropiezas con él en la calle.

Desgraciadamente, Koop han tocado poco. Sólo una hora dentro del programa que tenían montado en el REFRACT de este año, pero han valido la pena, sobre todo, cuando han empezado a tocar Koop Island Blues, que me encanta...

Hello my loveIt's getting cold on this island
I'm sad aloneI'm so sad on my own
The truth is we were much too young
Now I'm looking for you or anyone like you
We said goodbye with the smile on our faces
Now you're alone
You're so sad on your own
The truth is we run out of time
Now you’re looking for meOr anyone like me
Na na na na…

Hello my love
It's getting cold on this island
I'm sad alone
I'm so sad on my own
The truth is we were much too young
Now I'm looking for you
Or anyone like you


Todavía no he aprendido a colgar audios y vídeos (tengo algunos del concierto) en el blog, pero prometo aprenderlo en breve. De momento, aquí tenéis el vínculo a Youtube http://www.youtube.com/watch?v=Yf0U6FR3UeU, el cual recomiendo especialmente por la fotografía. Es preciosa.


Bueno, me voy a dormir que ya son las 3:16 y mañana suena el despertador a las 7:30. Toca jornada de adolescentes y por la tarde, seguramente, visita a Gordana. A ver cómo van sus energías de lucha contra el cáncer...