Por fin respiré. Fue anoche, en unos de esos momentos en que la conexión de internet quiso funcionar, porque lleva unos días resistiéndose. Llegué a pensar que me habían podido cortar la línea al haberme retrasado unas horas en pagarlo; pero no. Aun habiendo ido a abonar la debida cantidad, seguía sin funcionar.
Sin embargo, y como venía diciendo, anoche me permitió entrar corriendo a mi correo y abrir el mail que me mandaban desde esa universidad que tan harta me tiene: me aceptaban la propuesta de tutora de la memoria de máster (después de casi 6 meses desde la primera consulta) y me ampliaban el plazo de entrega 3 meses por todos los problemas que habían tenido y su demora en responderme. Os juro que no me lo podía creer. Histérica de la alegría, sin casi poder contenerme, cogí el teléfono para llamar a casa. Necesitaba decírselo a mis padres, a quien últimamente estoy echado mucho de menos. Estoy ultrasensible en temas familiares y no veo el momento en que pasen los días para que me den ese achuchón de mamá incomparable a cualquier otro.
Pero a lo que iba: Ese temido 31 de enero se ha convertido ahora en un 30 de marzo de 2008 que ya sueño con que llegue para sentirme por fin libre. Aunque libertad he ganado ya mucha con las escasas palabras de anoche: De momento, y así haciendo una previsión rápida, he ganado un puente de la constitución sin remordimientos, unas vacaciones navideñas en familia como dios manda, una escapada a Canarias o a Baleares, domingos para hacer lo que realmente me apetezca, momentos ya casi inexistentes en mi vida en que podía sentarme a leer un libro que nada tiene que ver con lo que estoy haciendo en clase, asistir tranquila a unas clases de griego que, aunque son una mierda, consiguen arrancarme una sonrisa de felicidad, sentarnos con un té por la noche a montar el puzzle de 1500 piezas que he comprado, hacer manualidades los fines de semana, ir al cine, exposiciones y conciertos, danzar con la vecina como dos niñas pequeñas en la clase de aerodance,… en definitiva, ampliar mi visión del mundo, mi realidad del día a día, mis temas de conversación… y poco a poco recuperar aquélla que me gustaba cómo era y que por un tiempo alguien se llevó; disfrutar cada una de las pequeñas cosas y momentos que parece que comienzan a surgir de forma mágica. A pesar de que el otoño está ya avanzado y más bien se aproxima el invierno, siento que en mí empieza a llegar la primavera. Y poco a poco, casi sin darme cuenta están saliendo los rayos del sol; y con ellos, la vida se me empieza a llenar de color en esta ciudad que muchos definirían como gris y decadente.
Sin embargo, y como venía diciendo, anoche me permitió entrar corriendo a mi correo y abrir el mail que me mandaban desde esa universidad que tan harta me tiene: me aceptaban la propuesta de tutora de la memoria de máster (después de casi 6 meses desde la primera consulta) y me ampliaban el plazo de entrega 3 meses por todos los problemas que habían tenido y su demora en responderme. Os juro que no me lo podía creer. Histérica de la alegría, sin casi poder contenerme, cogí el teléfono para llamar a casa. Necesitaba decírselo a mis padres, a quien últimamente estoy echado mucho de menos. Estoy ultrasensible en temas familiares y no veo el momento en que pasen los días para que me den ese achuchón de mamá incomparable a cualquier otro.
Pero a lo que iba: Ese temido 31 de enero se ha convertido ahora en un 30 de marzo de 2008 que ya sueño con que llegue para sentirme por fin libre. Aunque libertad he ganado ya mucha con las escasas palabras de anoche: De momento, y así haciendo una previsión rápida, he ganado un puente de la constitución sin remordimientos, unas vacaciones navideñas en familia como dios manda, una escapada a Canarias o a Baleares, domingos para hacer lo que realmente me apetezca, momentos ya casi inexistentes en mi vida en que podía sentarme a leer un libro que nada tiene que ver con lo que estoy haciendo en clase, asistir tranquila a unas clases de griego que, aunque son una mierda, consiguen arrancarme una sonrisa de felicidad, sentarnos con un té por la noche a montar el puzzle de 1500 piezas que he comprado, hacer manualidades los fines de semana, ir al cine, exposiciones y conciertos, danzar con la vecina como dos niñas pequeñas en la clase de aerodance,… en definitiva, ampliar mi visión del mundo, mi realidad del día a día, mis temas de conversación… y poco a poco recuperar aquélla que me gustaba cómo era y que por un tiempo alguien se llevó; disfrutar cada una de las pequeñas cosas y momentos que parece que comienzan a surgir de forma mágica. A pesar de que el otoño está ya avanzado y más bien se aproxima el invierno, siento que en mí empieza a llegar la primavera. Y poco a poco, casi sin darme cuenta están saliendo los rayos del sol; y con ellos, la vida se me empieza a llenar de color en esta ciudad que muchos definirían como gris y decadente.